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Escaparate Político

La plaza

 


CUANDO se afirma que, una banda del crimen organizado controla o tiene en la mira controlar tal o cual plaza, se refiere no solo, a la venta de estupefacientes, sino también al control de la extorsión, a la trata de personas, al control hasta de los raterillos comunes, de la policía, en fin, que nadie pueda robarse una bicicleta o un auto, en la plaza objetivo. Eso es controlar una plaza.

¿Por qué, se dice, controlan hasta cuerpos policíacos? Porque sería prácticamente imposible, por ejemplo, que EN las carreteras de cuota —como la que corre de Puebla a Oaxaca— operen con tanta impunidad desde huachicoleros hasta bandas de asaltantes que roban camiones cargados de mercancías, en todo momento.

Lo anterior, en una vía, donde las patrullas de la Guardia Nacional y unidades del Ejército Mexicano tienen presencia permanente. Los primeros a la caza de extorsionar a quien excede el límite de velocidad, pero NO para evitar la operación del crimen organizado.

Más cerca de nosotros, muy cerca de nuestra ciudad, asesinaron hace una semana a A. R. Miembro de una familia hotelera de Oaxaca, en la carretera “nueva” a Monte Albán.

Cualquiera que haya acudido a Monte Albán recientemente, ha de saber que hasta un módulo de la Guardia Nacional montaron recientemente en la parte alta de esta vía.

También, cualquiera que conozca la zona, sabrá que, a raíz de la instalación de la Guardia Nacional, en todo momento suben y bajan camionetas con efectivos armados de esta corporación.

EN VERDAD, el patrullaje es TOTAL ¿Cómo puede ser posible, entonces, que alguien pueda PENSAR en cometer un crimen, en una zona donde hay tal sensación de seguridad?

ESPEREMOS que SEA la suerte de los bandoleros, la FALTA del uso de inteligencia por parte de la policía y de las fuerzas armadas la respuesta y no la abierta connivencia entre estas partes la que tiene a los mexicanos a merced del hampa, mientras el gobierno solo sabe echar culpas del presente al pasado y listo.

POR ENDE EN EL TEMA de seguridad pública, no basta hablar del incremento histórico al fondo de aportaciones para la seguridad pública (338.8 millones de pesos); de la renovación de la flotilla de 150 patrullas  (60 más para la Fiscalía General del Estado y policías municipales del interior); del fortalecimiento de la tecnología o de la certificación de elementos policiacos que –supuestamente se suman a los esfuerzos para salvaguardar la integridad física y patrimonial de la población oaxaqueña– cuando los delitos siguen en aumento.

Expertos en el tema de la seguridad pública, coinciden en que se deben sanear las corporaciones policiacas y aplicar exámenes de confianza a sus elementos (federales, estatales y municipales) para evitar la red de corrupción y complicidades entre policías y delincuentes.

SI LOS ALTOS mandos —como ocurrió en su momento a escala federal con el secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón Hinojosa, Genaro García Luna— no sólo propician la corrupción y predican con el mal ejemplo, sino se involucran con la delincuencia común y organizada y el narcotráfico, por ende, se convierten en parte de este cáncer social.

Esto vuelve inasequible tener policías dispuestos a una lucha frontal contra la delincuencia e inseguridad y tener jefes policíacos a la altura de las circunstancias —a la par de tener policías bien pagados, preparados, comprometidos con su delicada labor con la institución y con la sociedad a la que deben cuidar y proteger.

Tal parece que esto último es un sueño, cuando en la práctica y en la realidad, las cosas son totalmente diferentes, donde policías y ladrones son lo mismo.

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