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Revanchismos

 


Dos momentos del desastre del 2006 que tanto padeció Oaxaca.

1. Carlos Abascal, secretario de Gobernación del mandilón Fox, apantallaba (en TV nacional) a los oaxaqueños con sus apapachos al incendiario “Demonio de Tasmania” con el efusivo saludo de “Don Flavio…”.
2. Mensajeros del carnicero del momento se reunían en esos días con los operadores más temerarios de aquel conflicto político, para dotarlos de recursos y consignas contra las reses de aquella fecha. Padecíamos el clásico ajuste de cuentas entre políticos. Oaxaca estaba entre las patas de los caballos.
Hoy es lo mismo pero al revés. Estamos rememorando aquel viejo refrán, tan común entre la clase política: “las reses de ayer son los carniceros de hoy”, es decir, seguimos en el renglón del revanchismo político.
Hoy acusan que en busca de impunidad, Gabino Cué y Jorge Castillo, están en el papel de carniceros. Puede ser pero hay otro ingrediente que potencian los conflictos políticos tan machacones como los que padece Oaxaca en estos días: la ausencia de justicia. Me aterró la cifra de ?sesenta carpetas de investigación por delitos contra periodistas, archivadas! La mayoría de ellas las enviaron al museo de la ignominia durante el “gabinato”.
Quien nos compartió la información la tarde el pasado lunes, fue el doctor Rubén Vasconcelos Méndez, Fiscal General del Estado. El joven jurista estuvo en la Casa del Periodista donde charló con un grupo de comunicadores miembros de la Asociación de Periodistas de Oaxaca (APO).
Con un claro concepto de lo que será la Unidad Especializada para casos de agresiones contra la libertad de expresión, Vasconcelos expuso ante los reporteros que, a la par con que se instalan oficinas y se recluta personal idóneo, están concentrando los expedientes de periodistas agredidos que esperan justicia. Esta decisión permite ver dos cosas.
Primero, la voluntad política del nuevo fiscal por acotar la impunidad en el caso de agresión contra comunicadores. Agranda la cobertura al definir que será una unidad para castigar los delitos no sólo contra periodistas sino contra todos los que se involucran en la libertad de expresión.
Segundo, es una muestra contundente de la impunidad que, no solo han tolerado, sino hasta han fomentado los sucesivos gobiernos contra comunicadores que consideran incómodos.

Impunidad
En este momento, por ejemplo, la liberación del temerario dueño del sindicato Libertad, Iván Luis Villaseca, dejaría un sombrío mensaje a la sociedad: la impunidad sigue vigente.
No aplicar la ley a los delincuentes trae consecuencias de inseguridad muy serias. Lo estamos padeciendo hoy que las hordas del lidercillo de marras, bloquean la ciudad y hasta se atreven a retar al gobierno.
La debilidad oficial ante los grupos de presión los hace más violentos. Así lo confirma el desplante del dueño del Sindicato Libertad. Trató de impedir el arresto de su pistolero “El Popeye” por lo que fue detenido. En respuesta ordenó a sus huestes bloquear calles, carreteras y provocar incendios.
Lo peor es que estas expresiones se extienden como la mala yerba. Lo estamos viendo con el cártel 22. Amenazan y agreden a todo aquel que los cuestione. Las agresiones de “maistros-porros” contra comunicadores, son más frecuentes.
Aparte de la agresión física han encontrado una nueva modalidad para incriminar a los periodistas. La estrenó hace tres días el capo mayor del cártel 22, Eloy López. En la cobardía de tirar la piedra y esconder la mano, dijo que entre los aviadores (los que cobran sin trabajar) del IEEPO están “muchos reporteros al servicio del gobierno”. Acusó pero no tuvo el valor de citar nombres. Para el gremio reporteril y para el mismo magisterio, sería muy saludable que el dirigente formal de la Sección 22, revelara nombres.

Desatados
Para los grupos de presión autollamados “luchadores sociales”, la impunidad no es nueva. Dinero y libertinaje lo tienen a manos llenas ya sea del gobierno o de cualquier otro político malévolo. Lo estamos viviendo en este momento con el cártel 22, con “los panchitos” y ahora con el sindicato Libertad.
Todos tienes una peculiaridad, su cordón umbilical sigue atado a su progenitor el senador chilango Robles Montoya. Una evidencia: cuando el aventurero “cara sucia” operaba cual vicegobernador de Gabino, ordenó empoderarlos con miles de concesiones. En el Ayuntamiento de Xoxo que presidía el perredista José Julio Antonio y en la Sevitra, de Pedro Silva, hasta montaron oficinas especiales para el papeleo. Lo peor fue que además de los dos mil permisos, clonaban otros dos mil. Y en lo mismo siguen.
El actual titular de SEVITRA, Francisco García (paco piza) dicen que les tiene pavor. No se atreve a tocarlos. Del director de Tránsito estatal, José Santos, ni qué decir. Lo tienen aterrorizado. Cuando hay algún percance donde se involucre alguno de los matarifes de estos grupos, la autoridad se ausenta.

El salto del chapulín
Hasta el momento, ninguna autoridad ha puesto en su boca el espinoso asunto del espionaje telefónico que tanto gusta al senador chilango Benjamín Robles. Su naturaleza torcida lo lleva a ser, en todas sus posiciones de poder, enemigo de los comunicadores. Lo hizo en Michoacán cuando era funcionario y priista.
Hoy descubren que en Oaxaca, hizo lo mismo.
Resulta que en el “gabinato” compraron dos equipos 4-G para espionaje telefónico. En su momento fueron entregados a la Secretaría de Seguridad Pública y a la entonces Procuraduría General de Justicia del estado.
Estos aparatos fueron comprados por el gobierno rapaz de Gabino, supuestamente para combatir delitos de desaparecidos, secuestros y extorsiones, sin embargo los utilizaron para espiar a sus adversarios políticos y periodistas no afines.
Extraoficialmente, se ha dicho que uno de esos aparatos, sigue en poder del senador chilango. Tiene gran capacidad de intercepción para los más recientes modelos de telefonía celular. Para su adquisición, dicen, intervino quien fue secretario técnico del gobernador Gabino Cué Monteagudo y luego jefe de la Oficina de la Gubernatura.
La sospecha crece porque una vez que Robles se convirtió en Senador, en las redes sociales se empezaron a difundir audios de conversaciones telefónicas comprometedoras de quienes eran considerados sus enemigos políticos.

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