Esta semana que termina es sin duda una de las más intensas que ha vivido el país y todos aquellos interesados en su destino. Finalmente, quedan definidas las candidatas de los dos grupos políticos visibles, por una parte, Morena con la doctora Claudia Sheinbaum, y por otra, Xóchitl Gálvez apoyada por una serie de iniciativos privados por políticos del PRI, del PAN y del PRD, adversarios de la 4T, que este sexenio lo vieron pasar con absoluta tristeza, ya que no pudieron participar en ninguno de los negocios que estaban acostumbrados.
Xóchitl es una mujer astuta, trabajadora, medianamente inteligente. Buena para hacer negocios en los puestos públicos, desinhibida y mal educada. La han puesto ahí para ensuciar la elección de 2024, no para ganar. No tiene el Frente Amplio votos suficientes para llevarla al Palacio Nacional. No hay que olvidar que, en todos los países, cuando llega un partido de oposición como lo fue Morena hace seis años, los electores le dan de gracia mínimo dos periodos de gobierno. Si se sigue esa lógica, muchos de los electores mexicanos van a votar por Morena para que se concluyan y se apliquen las políticas que han propuesto. De manera que Xóchitl Gálvez, según mi opinión, no tiene la menor posibilidad de ganar estas elecciones.
Habrá que esperar el lunes para saber qué es lo que decide Marcelo Ebrard, el hombre más fuerte de todos los que estaban participando, el más preparado, el que tiene más oficio y el que si no hubiera decidido Andrés Manuel López Obrador impulsar a una mujer para presidenta, por primera vez en este país de puros machos, “otro gallo cantaría”.
Pero las cosas así sucedieron. Lo que antes ocurría en lo oscurito ahora se había hecho a la luz pública, el presidente inició el proceso señalando que miembros de Morena y su gabinete podrían ser candidatos desde septiembre del año pasado.
Ahora no hay más que aceptar esta realidad y esperar que El Peje no se haya equivocado. El solo hecho de proponer y, seguramente hacer triunfar a la candidata de Morena en las elecciones presidenciales del año próximo, es un avance político para México. Por primera vez, más de 45 millones de electores, la mayoría de ellos “machos mexicanos”, van a ser gobernados por una mujer.
Qué golpe tan formidable para el machismo que se proponga a una mujer para presidenta de México y gane las elecciones. No hay que olvidar que en ese rubro estamos atrasados, más de una decena de mujeres han gobernado en América Latina a distintos países, ya era justo que en México se diera ese paso trascendental. Afortunadamente, tenemos un presidente que apoya seriamente a las mujeres. En los puestos claves de su administración, la mayoría son mujeres, y ahora como corolario pugna por que sea una mujer la candidata a la presidencia de la República.
Según las predicciones de todos los analistas, a López Obrador lo siguen más del 60 por ciento de los electores y son millones los que reciben una pensión o un apoyo del Estado mexicano que ha programado y ejecutado esta administración y que el pueblo que los recibe no quieren perder. El triunfo de la doctora Claudia, si no ocurre un imprevisto, está asegurado.
Actualmente hemos escuchado las versiones y pronósticos más sorprendentes sobre lo que pueda pasar con los actores de estas elecciones, incluyendo a Marcelo Ebrard, quien necesita aplicar toda su inteligencia en este momento tan delicado que vive. El proceso de Morena y Claudia ya arrancó, ahora solo falta que él decida qué quiere hacer con su fuerza política.
A la doctora Claudia solo le falta conducir el trámite de que la proponga Morena como su candidata a la Presidencia, que se realicen las elecciones y las gane abrumadoramente. Si eso ocurre, como está previsto, tendremos seis años más de un gobierno honesto y de transformaciones en beneficio de los pobres. Claudia ha repetido la divisa de AMLO, por el bien de México, primero los pobres, y esto no es una promesa de campaña; el actual gobierno, además de las obras importantes para incorporar al sureste de México al desarrollo nacional, sacó a cinco millones de mexicanos de la pobreza. Una obra de titanes.
