Según anunció la consejera presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Guadalupe Taddei, estima que este domingo 1 de junio de 2025 acudieron a votar apenas de 12.5 a 13 millones de ciudadanos, del padrón de 97.7 millones de mexicanos con derecho a voto. Poquito más del diez por ciento. ¿Victoria? ¿Fracaso?…
O como dijera Ramón de Campoamor en el siglo XIX: “Nada es verdad ni mentira, todo es según el cristal con que se mira”.
Un cristal: Para la presidente de México, Claudia Sheinbaum, “La elección histórica del Poder Judicial del 1 de junio de 2025 ha sido todo un éxito. Cerca de 13 millones de mexicanos y mexicanas salieron a ejercer por primera vez en la historia quiénes deben ser los ministros magistrados y jueces”, aseguró en un mensaje a través de las redes sociales.
Por supuesto, tanto adláteres como legisladores de Morena, et.al, como gobernadores y presidentes municipales de distintas entidades aplauden el arrollador triunfo “de la democracia”.
Con esto se acaba “la corrupción en el sistema judicial mexicano”, dicen. Lo mismo se dijo al comenzar el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en 2018: que acabaría con la corrupción en México. No fue así.
A lo largo de los meses, desde diciembre de 2024, se dijo desde Palacio Nacional que en 2024 más de treinta millones de mexicanos votaron para llevar a cabo estos cambios. Que esta reforma fue voluntad de pueblo expresado en las urnas el año pasado. Pero no, no y no: Fue el 43 por ciento de esos más de treinta millones que se presume le dieron el triunfo a Morena-4T. ¿Y qué pasó con el 57 por ciento?
En todo caso poco a poco irán desgranando los nombres de quienes ocuparán los cargos para los que fueron seleccionados para unas elecciones que sí, serán históricas por la mala manera como fueron llevadas a cabo desde su origen en el berrinche presidencial –AMLO-; la manera cómo se votó en favor de la Reforma en el Legislativo; la manera cómo se fueron integrando las listas y los nombres de candidatos; la famosa “tómbola jurídica”; los acordeones; el relleno de urnas en lugares distantes… Tantísimo más. Como en los viejos tiempos.
Sí fue una victoria para la presidente y para Morena: Consiguieron que aun con una minoría de ciudadanos se cambiara todo el sistema jurídico mexicano para acercarlo a sus intereses de gobierno y de partido. No ideológicos porque esto rebasa los principios de todo gobierno democrático en un cada vez menos probable gobierno de izquierda.
Así que pronto tendremos una renovada Suprema Corte de Justicia de la Nación. Con una nueva presidente y nuevos ministros y nuevos magistrados y nuevos jueces… Todo como se tenía planeado. Ya veremos si lo prometido es deuda… o no.
Otro cristal: Es por el que se ve que estas elecciones del 1 de junio fue un verdadero fracaso. Unas elecciones en las que predominó el engaño, el chanchullo, la mentira, el acarreo, las tómbolas humillantes, el dispendio inútil, las listas sesgadas en favor de Morena; la organización sesgada…
… La exigencia de cuotas de votos a los gobernadores de los estados morenistas y éstos, a su vez la exigencia a presidentes municipales para que entregaran cuotas determinadas de votos con la promesa de triunfantes futuros políticos o, si no, la ignominia y el castigo a través de la falta de apoyos presupuestales o apoyos de gobierno…
Fue un fracaso de la razón y de la idea de reconstruir un Poder Judicial en México manteniendo su autonomía; de hecho fortaleciendo su autonomía, en la que sus integrantes estén vocados y sean capaces, con conocimientos rigurosos y hondura e impecable criterio jurídicos con los cuales llevar a cabo la enorme responsabilidad de administrar justicia en un país en el que la corrupción, la impunidad y la ilegalidad campean.
Un fracaso porque al someter al Poder Judicial al Ejecutivo, luego de que el Legislativo está cooptado por el mismo gobierno presidencial, lo que predomina es un presidencialismo superlativo, capaz de poner en sus manos la justicia, las libertades, los derechos, la soberanía que radica en el individuo y hacer con ellas lo más conveniente a sus intereses, no los del país y de todos los mexicanos, sí de los suyos propios.
Un fracaso porque se entiende que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo, pero una regla de esa democracia es que sea la mayoría de los ciudadanos con derechos los que decidan qué sí o qué no de gobierno.
En esta ocasión fue la minoría (9 de cada 10 mexicanos dijo no a la elección judicial) es la que decide el futuro del país, que no de la República, porque ésta ya termina por la falta del equilibrio entre poderes iguales y autónomos. Una minoría integrada por gente de bien que cree en este cambio, pero en su mayoría por beneficiarios de recursos públicos bajo la amenaza de perderlos, o de acarreos de forma subrepticia.
En todo caso lo que sigue es ver cuál será la ruta que habrá de seguir este nuevo Poder Judicial. Cuáles serán sus decisiones jurídicas en temas sobresalientes de la vida política y social del país. Habrá que esperar que, en efecto, cuando juren respetar y hacer respetar a la Constitución mexicana, lo hagan bajo ese juramento y no bajo juramento partidista y con intereses vanos.
Al gobierno de Morena y 4-T no se les cae de la boca la figura y el ideal de Benito Juárez, el oaxaqueño ilustre. Es muy probable que Juárez, el presidente de leyes, hubiera repudiado el modo, el procedimiento y los resultados de la elección judicial de este 1 de junio de 1025.
¿Victoria? ¿Fracaso?… según el cristal con que se mire.