Imperialismo estadounidense y Venezuela
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Opinión

El hombre y su palabra

Imperialismo estadounidense y Venezuela

 


En estos días los ojos del mundo nuevamente se han posicionado sobre Venezuela, y es que en aquel país la oposición ha desconocido el segundo mandato de Maduro, por considerar que las elecciones en las que resultó ganador fueron un fraude, por lo tanto, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente del país. Después de tal acto, los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Chile, Argentina, entre otro, no tardaron en respaldar a Guaidó; por otra parte, países como México, Uruguay y la Unión Europea han llamado al dialogo interno para poder solucionar el conflicto; mientras que Rusia, China, Cuba y Turquía siguen reconociendo a Maduro como presidente.
Es claro que la situación económica en Venezuela es crítica: escasez de alimento, falta de medicamentos, carestía de bienes y servicios; sin embargo, el debate no se debe reducir entre apoyar a la oposición o al gobierno de Maduro. Considero que primero habría que realizarse los siguientes cuestionamientos: ¿Por qué hay desabasto en Venezuela? ¿Es la primera vez que en un país de Latinoamérica se vive tal situación? ¿Cuál es el interés de las potencias del mundo? Entonces, para comprender lo que está ocurriendo en Venezuela debe recurrirse al término de imperialismo. Para Lenin, en su texto El Imperialismo fase superior del capitalismo (1917), el capital tiende a concentrase en pocas manos y éstas son quienes se reparten el mundo; para este autor, la soberanía de los países menos desarrollados no existe en la realidad, ya que son dependientes del capital financiero y de mercancías elaboradas en regiones más desarrolladas.
El ejemplo más claro de injerencia imperialistas fue el ocurrido en Chile, en la década de los setenta, donde la población voto por el proyecto de Salvador Allende (1970-1973). Entre las estrategias del gobierno de Allende se incluían: la repartición de la tierra, una mayor intervención del gobierno en la economía y la expropiación del cobre, principal producto de exportación de aquella nación. Ante tal situación, el capital estadounidense junto a la reacción interna, generaron un clima de desastre: acapararon las mercancías de primera necesidad, detuvieron fábricas y transportes, se movilizaban y provocaban el enfrentamiento, entre otras acciones que buscaban derrocar al presidente y que al final lo lograron al ocupar al ejército.
Lo ocurrido en Chile no es diferente de lo que pasa en Venezuela, pero ahí no se está pelando por el cobre sino por el petróleo. De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía de Estados Unidos, Venezuela es el país con mayor reserva de petróleo en el mundo al contar con cerca de 302 mil millones de barriles. Mientras que, en el discurso las potencias del mundo abogan por los derechos humanos, la democracia y libertad; en la realidad, el verdadero interés de éstos es en lo económico: la posesión de recursos y expansión de mercados.
El gobierno de Estados Unidos ha sido el principal representante de los intereses de las grandes corporaciones que dominan en mercado mundial. En pleno siglo XXI, la injerencia de Estados Unidos se ha mantenido y el fin es el mismo, cabe recordar como dicho país trastocó la soberanía de Afganistán (2001), Irak (2003) y Libia (2011). Noami Klain describe en La doctrina del shock (2007) el proceso que atraviesa la población de los países intervenidos: la economía neoliberal se impone por la vía del terror, del sufrimiento y la desesperación. Bajo la situación anterior, la gente no pone resistencia a la apropiación de los principales recursos y privatización de bienes y servicios que antes eran públicos.
A pesar de que el término de imperialismo ha sido desdeñado, debe entenderse que el mismo lenguaje representa un espacio que refleja el interés de ciertos grupos. Para la clase que tiene el poder económico deben borrarse términos como: lucha de clases, revolución, imperialismo, explotación laboral, etc., ya que permiten comprender la realidad y al mismo tiempo sirven para transformar el estado actual de las cosas. Al respecto, José Luis Gallegos, en su ensayo La racionalidad del Imperialismo en América Latina (2016), considera que el concepto imperialismo es un vigente, ya que permite comprender objetivamente las relaciones entre Estados y las asimetrías de poder.
Hace unos años se hablaba que en América Latina se vivía un nuevo socialismo, el socialismo del siglo XXI y en el cual participaban Venezuela, Ecuador, Argentina, Brasil y Bolivia. Hoy en día, dicha unidad ya no existe, mostrando las dificultades de alcanzar el desarrollo económico en un marco capitalista, pero también exhibiendo que la solución no es más mercado, sólo debemos voltear a ver como se encuentra Argentina, sumida en una crisis económica y cómo en Brasil se optó por un gobierno ultra conservador que aboga por la privatización de la economía, la discriminación y el autoritarismo.
Pareciera que la disyuntiva en Venezuela es la continuidad del régimen de Maduro o volcarse hacia un sistema neoliberal con el apoyo de Estados Unidos. Debería haber otra opción, una que rescate los aciertos del proyecto iniciado con Hugo Chávez y que corrija los errores, un proyecto que sea determinado por el pueblo venezolano y no desde la embajada de Estados Unidos. La historia está marcada por avances y retrocesos, es decir, no es lineal, esperemos que lo vivido en Venezuela sirva para construir un sistema económico y político más justo, donde la burocracia y los empresarios no sean los más beneficiados, sino el pueblo.