Mi palabra es la ley
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Opinión

El Crematorio

Mi palabra es la ley

 


Y “mi palabra es la Ley” parece una canción vernácula de José Alfredo Jiménez pero no, es la triste realidad del ueblo de México que está siendo gobernada por un solo hombre senil y enfermo de poder que encabeza a una caterva de inútiles que no devengan el salario que les fue asignado pues todavía no se aprenden la tonada, más ahora que su máximo líder se encuentra contagiado de COVID-19 y recluido en su palacio, víctima de un virus en el que no creía o que se pensaba inmune pero finalmente “le cayó como anillo al dedo” para justificar su gran fracaso como presidente de México al que se dedicó toda su vida para llegar, pero nunca se preparó para gobernar y para muestra un botón. Hoy lo vemos sentado en su trono de palacio inhabilitado, víctima de una pandemia que afecta primeramente a sus pulmones y el cerebro que pone al pueblo mexicano en una incertidumbre en el timón y guía en el destino de más de 127 millones de habitantes de los cuales, casi dos millones hoy padecen los mismos síntomas que el solitario habitante de palacio, quien por fin pensamos tendrá tiempo para meditar y rectificar su actuación al frente del destino del país, que ya se dio cuenta del peligro que encierra dejarse gobernar por un solo hombre que ha paralizado no solo la lengua y el cerebro de sus colaboradores, sino que ha afectado la economía y el bienestar de México.

Dentro de las reflexiones y certidumbres López Obrador, es cierto que el 90% de la lealtad de sus colaboradores que están paralizados e inmóviles por el terrible temor que le tienen a su líder, pero no por lealtad es por temor de perder el hueso y ser exiliado de palacio y obvio de los grandes negocios y canonjías que da el poder, del resto 10% de capacidad e inteligencia, ni de qué preocuparse bien sabemos que carecen de ella. México por consecuencia está condenado no solo al fracaso si no a la mediocridad en la que nos ha sumido el delirio de la Cuarta Transformación (4T) que según la mente calenturienta de un germanófilo, es el tercer Reich que nunca lo vio Hitler y nosotros tampoco.