Sin rumbo fijo

Los grandes y continuados errores de la Cuarta Transformación (4T), sello de un mal gobierno y mal augurio de un fracaso rotundo en la conducción del país; el mal manejo de las políticas sanitarias, económicas y sociales; preámbulo de una dictadura que primero copta y destruye las instituciones democráticas para convertirlas en el vaivén de sus caprichos, de sus ocurrencias y bajos instintos, animado por el odio, el resentimiento y la sed de venganza, donde la voluntad popular no existe, solo el mesiánico deseo de imponer su voluntad que es apuntalada por una lealtad ciega que se antepone ante todo, a un adormilado pueblo que solo sigue al cencerro de su “pastor”, aunque sean empinados al desfiladero, que siempre termina en el suicidio colectivo de las masas.

El presidente López Obrador en estos dos años perdidos, no por la pandemia, sino por la incapacidad de un gabinete improvisado, sin inteligencia para asumir sus responsabilidades, sumisos, incapaces de opinar y mucho menos de ser oídos e inmersos en una galopante corrupción. López Obrador no solo ha coaptado a las instituciones que constituyen la base elemental en una democracia —como son los poderes Legislativo y Judicial— amén de otras instituciones que garantizaban la gobernabilidad en un país que hoy deambula sin rumbo fijo. Sus indefiniciones y contradicciones nos convierte en el hazme reír a nivel mundial a través de un gobierno Kafkiano empeñado en abrir frentes, peleándose con todo el mundo. Y así vemos como otrora aliados se han enfriado con España, con nuestros vecinos del Norte, Austria, y no se diga con los adversarios internos, la mayoría de ellos exmiembros del gabinete presidencial que han desertado ante un gobierno locuaz y rapaz que encabeza un presidente sofista que no se sabe si es por ignorancia, demencia senil o resentimiento. Y los pocos que quedan dentro de su gabinete o son chairos o están preparándole el tapete para sucederlo.