UABJO: Sindicatos facciosos
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Editorial

UABJO: Sindicatos facciosos

 


No obstante el constante llamado y el ir y venir del rector Eduardo Bautista Martínez, para lograr que se incremente el raquítico presupuesto destinado a la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), algunos gremios, como el Sindicato de Trabajadores y Empleados de dicha institución (STEUABJO), insisten en recurrir a los absurdos métodos del chantaje para obligar a la institución a cubrir demandas que, lo saben los dirigentes, no existen los recursos para hacerlo. Durante toda la semana el golpe ha sido en contra de la ciudadanía: bloqueos en Avenida Universidad, en el Periférico y en el Crucero de “Cinco Señores”. La UABJO, siempre lo hemos dicho, debe reinventarse. No puede seguir acotada por al menos seis sindicatos facciosos, amafiados y convenencieros, que viven como lastres de la institución. Poco le ha interesado al Secretario General de dicho gremio, Fernando David López Cruz, dejar sin clases a más de 20 mil estudiantes en su empecinada idea de mantener cerradas las instalaciones. Lo que más sorprende es que existan en nuestra Alma Mater especímenes que llevan más de 40 años lucrando de la institución y creando obstáculos a la vida académica.

Ésta es una de las razones por las cuales ya no se le autoriza más presupuesto a nuestra universidad pública más populosa. Al gobierno federal no le interesa mantener una nómina de parientes y familiares; de porros y trabajadores que no son tal, sino miembros de los sindicatos que pululan y medran del magro presupuesto. Una de las peticiones del STEUABJO es que se aprueben decenas de jubilaciones y que se siga sangrando más el erario que, en otras circunstancias, estaría destinado a la investigación o la docencia. Para estos burócratas es lo que menos importa. El interés está en seguir conservando sus privilegios, como será en la época decembrina, cuando el presupuesto destinado a regalos navideños es manejado por los dirigentes, que con ello se embolsan una buena cantidad. Son parte de los vicios que arrastran estas facciones de trabajadores, que se van perpetuando, porque así lo indica el Contrato Colectivo de Trabajo, de generación en generación, como si las plazas fuera atributo personal y no parte de un engranaje institucional. Lo dicho pues, la UABJO jamás podrá salir del marasmo en tanto siga acorralada y maniatada por tantos parásitos que medran de su presupuesto.

¿Delincuentes o normalistas?

Haciendo alarde de su carácter de intocables, normalistas de Ayotzinapa, Guerrero; Mactumactzá, Chiapas y Tamazulapan, Oaxaca, todos ellos del sistema de Normales Rurales, siguen en su labor de asalto y robo. Las redes sociales dieron cuenta el pasado lunes de la toma de la caseta de cobro de Huitzo, en la súper carretera Oaxaca-Cuacnopalan, en donde pretendieron vaciar la caja de dinero y destruir las cámaras de seguridad y otros instrumentos. Hay fotografías y videos que una vez más incriminan a estos delincuentes en prácticas que nada tienen que ver con la llamada protesta social. Los que llegaron de fuera a la entidad, saben que aquí no les pasará nada ni tampoco los llamarán a cuentas, porque existe un temor cerval a aplicar la ley. Desde hace semanas hemos insistido en que dichas acciones, que no son más que actos en contra de la ley, deben ser castigados, al menos que en los acuerdos que en lo oscurito se han suscrito entre el gobierno de Alejandro Murat y la Sección 22, se haya pactado la impunidad de los normalistas. Se ha convertido en un disco rayado la insistencia en que nadie está por encima de la ley y quien robe, asalte, tome casetas de cobro u otra acción fuera de la ley, debe ser castigado conforme a derecho.

El mismo lunes fueron detenidos por la Policía Federal en coordinación con la Estatal, al menos veinte personas que se habían apropiado de una caseta y cobraban 50 pesos por automóvil. Por la noche llegaron los normalistas y ya no hubo ninguna acción coordinada ni mucho menos, que se detuviera esta rapiña. A lo que le apuestan estos provocadores es a victimizarse, para que mañana o pasado sus padres y madres, vayan por todo el país –o el extranjero, financiados por quién sabe quién- buscando a sus hijos, pues cuando pudieron evitar que cometieran hechos contra la ley –como los 6 asesinados y 43 desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero- nunca lo hicieron. De estas acciones ilícitas deben tomar nota las comisiones, organismos gubernamentales o no gubernamentales de derechos humanos, prestos siempre a defender delincuentes y no evitar los abusos y atropellos en contra de los derechos civiles. Se trata de viles delincuentes que se escudan en su papel de normalistas y que desde aquel lamentable suceso del 26 de septiembre de 2014, forjaron un estigma que los hace sencillamente intocables.