Juzgador mexicano
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Opinión

Editorial

Juzgador mexicano

 


México necesita jueces dotados con independencia en sus fallos, autonomía en su deliberación, y soberanía en su devenir. Permitir el desequilibrio en el balance de los poderes públicos es permitir el colapso de la República. En estos momentos están llamados a dar lo mejor para demostrar, reiteradamente, que el Poder Judicial es imprescindible para propiciar una equilibrada y satisfactoria vida social. Un elemento insustituible de un Estado liberal y progresista que aspire al bienestar de sus ciudadanos y en el marco del Día del Juzgador Mexicano su misión de nuestro tiempo, junto con la de los tres poderes de la Unión, es demostrar nuestra capacidad para servir al mundo del futuro, conscientes que la dimensión de nuestras aspiraciones es proporcional a la dimensión de nuestros retos.

La implementación de la oralidad y las tecnologías de la información enriquecen su labor y demandan de todos ellos más preparación y más especialización. Esta responsabilidad sólo puede estar en manos de lo mejor de la nación mexicana, con vocación de servicio y preparación constante.

En los últimos años la figura del juez enfrenta grandes retos: lidiar con una ley que ha de interpretar, debe legitimarse debido a que su sistema de designación no es de origen popular, y además, debe adaptarse con celeridad a las nuevas formas del derecho que impone el cambio tecnológico, son los retos actuales y los desafíos futuros para los jueces federales, que son señalados por las sentencias que emiten, y a la par, cobra relevancia la solución de problemáticas sociales debido a su interpretación de la ley.

La relevancia de los jueces en el ámbito social se debe a las sentencias que dictan, es un proceso complicado para el juez, y se debe en buena parte al diseño de la ley, que puede ser ambigua en la definición de las reglas por cumplir a manos de los actores para garantizar el debido proceso. Sin embargo, cuando las reglas no son claras, el juez debe resolver con lo que tiene de evidencia o de prueba, con el argumento que le presentaron, aun cuando sea insuficiente, y no puede ir más allá.

 

Elecciones en paz

 

Si bien Oaxaca no se ve como una entidad con focos rojos encendidos que pongan en tela de duda la celebración de las elecciones de junio próximo, sino como un estado vibrante que sabrá encausar sus expresiones, es necesario redoblar los esfuerzos para un proceso electoral en orden y estabilidad, pues no solo el gobierno estatal sino federal y municipal están llamados a colaborar para que el proceso se desarrolle dentro de un clima de paz social.

Al llamado de las urnas, todos los oaxaqueños deben salir a emitir su voto con orden y no dejarse llevar por los ánimos y mucho menos caer en provocaciones, de modo que el proceso electoral concluya de la mejor manera posible y salgan ganando los ciudadanos, en orden y en paz como siempre nos hemos caracterizado.

A pesar de la amenaza de la violencia que existe en todo el país y a las lamentables condiciones de inseguridad, es necesario que las autoridades competentes generen las condiciones de paz y tranquilidad para que los ciudadanos acudan a las urnas el próximo domingo. Tanto los órganos electorales como los diferentes sectores de la sociedad han condenado cada ataque que ha recibido algún candidato y ha convocado a prevenir todo acto que pueda empañar el proceso electoral.

Existe confianza de que el proceso electoral se lleve a cabo en un clima de orden y tranquilidad, donde los dirigentes de los partidos políticos tienen la encomienda de llamar a participar a la ciudadanía en un ambiente de estabilidad y paz social. Sobre todo cuando los oaxaqueños no desean repetir los hechos de violencia registrados en anteriores elecciones federales.

El gran reto de todos los oaxaqueños es participar alejados de cualquier insinuación de violencia, pues se ha demostrado por parte de todos los sectores productivos y sociales que Oaxaca debe mantener su estabilidad y paz social ante el clima de violencia en otras partes del país.

Es fundamental para la construcción de la democracia no coartar el derecho de los oaxaqueños, sobre todo cuando Oaxaca tiene una sociedad activa, informada, preocupada y ocupada en que sólo en un ambiente de orden y paz se pueden alcanzar los objetivos de progreso y desarrollo.