Duro racionamiento
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Opinión

Editorial

Duro racionamiento

 


Estamos ya en plena época de estiaje, es decir, la etapa del suplicio ciudadano no sólo de agencias y colonias marginales de Oaxaca de Juárez, sino padecimiento de todos. Hay colonias, inclusive de alta plusvalía que no han recibido el vital líquido durante dos semanas al menos. Hay otras, suponemos, que deben tener más tiempo sin gota de agua. Como cada año, el hoy llamado Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado (SOAPA), tiene que apretar las válvulas racionando el suministro. Y es que gobiernos van y vienen sin asegurar el abastecimiento de agua potable para la capital y la zona conurbada. Todos los proyectos han pasado de largo. No se considera una prioridad. Los generosos manantiales de antaño, como los de San Felipe del Agua o de San Agustín, Etla, ya no son tales. Se han agotado. Éste último tiene una historia singular en los últimos años. La inversión estatal para aumentar el flujo ha sido un fiasco, dado el crecimiento de fraccionamientos y asentamientos humanos en el área de Etla y Pueblo Nuevo.

En el trayecto de los ductos, éstos son materialmente ordeñados por quienes construyeron dichos asentamientos sin haber reparado en la perforación de pozos profundos u otros, para abastecer de agua potable a los residentes. Y optaron por la ruta fácil: conectarse a la red que busca abastecer a la capital oaxaqueña y materialmente huachicolear el vital líquido. Es evidente que la cantidad que el gobierno estatal, responsable del organismo operador, paga a la comunidad de San Agustín, no corresponde a la cantidad de metros cúbicos que llegan a la capital. Para paliar la situación y ante la falta de un gran proyecto hidráulico, se ha optado por la perforación de pozos por diversos rumbos de los Valles Centrales que, obviamente, no son suficientes para satisfacer una demanda cada vez mayor de consumo.

Por ahora, todo lo que se puede argumentar es que en el pasado no se puso atención al tema o que los recursos que se generaban fueron motivo de prácticas de corrupción, como ya se ha dicho. No dudamos que ello haya ocurrido. Más importante sería saber cómo le hará el organismo operador del agua potable y la red de alcantarillado para paliar los efectos nocivos de la temporada de estiaje, pues con lo que hemos visto hasta el momento, se avecinan tiempos difíciles en este rubro. Pero algo tiene que hacerse a la brevedad posible.

 

De mal en peor

 

Todo apunta a que el gobierno de Oaxaca de Juárez que preside Francisco Martínez Neri sigue dando tumbos. En el trasfondo de todo siguen estando las consabidas corruptelas. Hace poco más de un mes, luego de haber orquestado presuntas licitaciones amañadas para favorecer a supuestos familiares en la adquisición de uniformes, renunció quien fuera titular de la Secretaría de Administración y Recursos Humanos, Heliodoro Caballero Valencia. Tendrá a lo sumo tres semanas, luego de descubrirse el saqueo al corralón “Primavera”, con al menos 800 vehículos entre automóviles, motocicletas y bicicletas, tuvieron que dejar al cargo al menos seis personas, funcionarios al servicio del poder local, por su presunta participación en lo que se ha conocido como un mega-fraude, dado que los litigios en contra del gobierno local apenas inician.

La semana anterior, luego de difundirse en redes sociales una captura de pantalla de una conversación en WhatsApp, en donde una jefa de departamento de la Secretaría de Medio Ambiente y Cambio Climático, exigía “moche”, por dictaminar el derribo de árboles en un domicilio particular, en boletín oficial el ayuntamiento de la capital oaxaqueña informó del retiro del cargo. A todo ello hay que añadir la renuncia por motivos personales de la ex titular de la Secretaría de Fomento Turístico, Adriana Aguilar, quien habría emprendido importantes proyectos para la ciudad, su trabajo fue torpedeado a placer, hasta que tuvo que poner sobre la mesa su renuncia. Con todo este panorama, hay quienes opinan que el equipo del edil capitalino ha estado haciendo agua desde hace meses y que, a todos los problemas que enfrenta, existe un factor que es el móvil de algunas de sus renuncias: la corrupción campante.

Nadie duda que Martínez Neri llegó al cargo con un abultado bono democrático. Para el ciudadano común y corriente, había esperanzas de que las cosas mejoraran después de un trienio anterior caracterizado por el desorden, la apatía y la irresponsabilidad. Pero todos se equivocaron. No ha podido mantener firme el timón de mando y son justamente sus vacilaciones las que están llevando al gobierno de la ciudad a caer en el descrédito y la pérdida de confianza. No hay obras; el tema de la basura ha tenido aristas que hacen presumir que no se atisba en el horizonte una solución definitiva; existen temas como el ambulantaje que lejos de resolverse se ha ido incrementando y, particularmente, el boquete al interior del ayuntamiento por prácticas de corrupción.