Paseos como antaño
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Opinión

Editorial

Paseos como antaño

 


Hay que agradecerle al gobierno de Salomón Jara, haber recuperado de ese espacio que, durante mucho tiempo fue rehén de grupos y organizaciones: el Zócalo de la capital oaxaqueña. Puede haber críticas a este gobierno, pero es innegable que era una acción esperada desde hace mucho tiempo. Durante los años que organizaciones que manejan el comercio en la vía pública, como “Sol Rojo”, el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT) o la Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en Lucha (UACOL), así como grupos ligados al Partido Revolucionario Institucional (PRI), como los que maneja Carmen Luján y Yolanda Ortega, entre otras, se adueñaron del primer cuadro de la ciudad, incluyendo el Centro Histórico, tenían una especie de patente de corso o propiedad sobre calles y banquetas. Algo parecido ocurrió con los indígenas triquis, con medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Durante el gobierno de Gabino Cué (2010-2016), en este mismo espacio editorial, insistimos una y otra vez que, siendo la capital oaxaqueña reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), dicho organismo de derechos humanos, habría de considerar como un abuso la casi apropiación de sus cautelados de un espacio público, además, el centro del poder político oaxaqueño. Jamás se movió un dedo. Con Alejandro Murat (2016-2022), hubo una especie de pavor para tocar el tema. Los triquis que se habían apropiado de los pasillos del Palacio de Gobierno eran una especie intocable. Tanto éste como el anterior gobernador, preferían entrar a sus oficinas por la puerta de servicio a darle a su investidura un poco de respeto. El sitio se prolongó doce años.

Hoy en día da gusto ver que familias oaxaqueñas con sus hijos menores de edad, vuelven a llegar al Zócalo –aunque los triquis insisten en regresar- para disfrutar de ese corazón citadino que, por la impunidad de unos y el miedo de las autoridades, se había convertido no sólo en un sitio inexpugnable sino además en un estercolero, en una zahúrda. Tomar en café o la cerveza en los portales que rodean a nuestro jardín principal, dejó de ser una alternativa viable para los citadinos. Para el turismo era un espectáculo triste y doloroso. Igual para miles de paisanos que viven fuera de la capital o estado. Por fortuna, la pesadilla ha pasado y ahora el reto del gobierno es mantener este espacio digno y decoroso.

 

La capital y sus atractivos

 

Desde hace una semana o poco menos inició el período vacacional decembrino, lo que queda plasmado en una cantidad impresionante de visitantes del país y el extranjero que se observan en cafés, bares, restaurantes, además, en parques y jardines. La capital oaxaqueña, considerada por revistas y publicaciones dedicadas al turismo, como una de las ciudades más bellas de México y de Latinoamérica. Es, además, una verdadera Meca del arte pictórico, sin soslayar su efervescencia cultural que se manifiesta en esta temporada en una serie de eventos que son el disfrute de propios y visitantes. A ello hay que agregar la gastronomía. Si bien es cierto que varios de los restaurantes de moda, manejados por chefs que tienen un prestigio nacional, son inaccesibles a la mayor parte de bolsillos locales, forman también parte del atractivo al turismo nacional y extranjero. Capítulo aparte son las galerías de arte y las tiendas de artesanías, que se enriquecen con algunos mercados artesanales de San Bartolo Coyotepec o Santa María Atzompa, por citar solamente algunos.

Oaxaca capital pues es un universo de atractivos, en los que nadie puede ignorar un paseo por los mercados y disfrutar la comida, o los cafés y bares que hoy abundan en algunos sitios emblemáticos de la ciudad como Santo Tomás Xochimilco o San Matías Jalatlaco, con sus calles empedradas, además, por supuesto, de Los Arquitos y el ya famoso Andador Turístico en Macedonio Alcalá, que es algo así como el sitio de reunión en el que se concentran los visitantes que llegan a la capital, luego de conocer y disfrutar de la plazuela de Santo Domingo y su entorno histórico, museo, ex convento e iglesia. Ello sin soslayar nuestra rica belleza arquitectónica, plasmada en decenas de templos coloniales, edificados en los Siglos XVI y hasta el XIX.

Hay pues mucho dónde el visitante del país y el extranjero puede acudir. Por donde quiera se respira un aire de cultural, de tradición, de historia. Es cierto, hay también resabios de descuido y abandono, que aquí mismo hemos criticado, pero sin duda alguna, es mucho mayor la grandeza de nuestra arquitectura novohispana, la actividad cultural y artística, esa mezcla de tradición y modernidad, que se conjuga en perfecta armonía con nuestra fortaleza multiétnica y multicultural. Nuestra capital, es el crisol en donde se amalgama todo ello, que nos hace únicos en el país y en el mundo.