Basura: Dimes y diretes
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Editorial

Basura: Dimes y diretes

 


En los últimos días trascendió que autoridades federales y estatales que protegen el medio ambiente, habrían sancionado al municipio de Oaxaca de Juárez, justamente por no intervenir de manera decidida en el grave asunto de la basura. Hasta el día de hoy, los playones del Río Atoyac, en donde camionetas particulares que recolectan residuos sólidos, aglutinadas en la llamada Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), han depositado su carga, sin respetar el entorno ecológico y los amparos que ha recibido el afluente para su protección y salvaguarda. A ello hay que agregar el irresuelto tema de la basura que sigue fustigando a la ciudadanía de la capital, pues a más de dos meses del cierre del relleno sanitario ubicado en jurisdicción de la Villa de Zaachila, aún es incierta la ubicación del nuevo predio que será el destino final de los desechos que se generan en la capital.

Lo grave de todo ello es que se han dado de manera oficial, mentiras y verdades a medias para evitar la crítica. Por ejemplo, hace un par de semanas un colega periodista radicado en Salina Cruz, publicó en su cuenta de Twitter fotografías de góndolas cargadas de basura circulando en carreteras del Istmo de Tehuantepec. Había corrido el rumor de que, en la población limítrofe con Chiapas, San Pedro Tapanatepec, llegaban camiones cargados de desechos y, sin más, se arrojaban en el basurero municipal. De inmediato, el coordinador de Comunicación Social del ayuntamiento que preside Francisco Martínez Neri, emplazó al colega periodista istmeño, a constatar sus fuentes, dado que la basura capitalina “se depositaba en un lugar certificado”, según él.

Ante la insistencia de algunos ciudadanos respecto a la recepción de los citados desechos, el edil de San Pedro Tapanatepec, Humberto López Parrazales, negó la especie, con el argumento de que jamás tomaría una determinación de esa naturaleza de espaldas al pueblo. Sin embargo, a los pocos días admitió que, gracias a la relación personal que tiene con el presidente de Oaxaca de Juárez y en un acto de solidaridad sí había recibido las cargas de basura de la capital. Dicha acción fue tomada tanto por los capitalinos como por los habitantes de la citada comunidad istmeña, como un vil engaño y tomada de pelo, es decir, una afrenta a la cacareada consigna de López Obrador de “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”.

 

Seguridad a cuenta gotas

 

Siempre habremos de recordar los datos estadísticos que publicamos en las páginas de EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, hace al menos un par de meses, en donde se mencionaba que ocho de cada diez ciudadanos de la capital oaxaqueña, se sentían inseguros. En efecto, robos, asaltos, homicidios o balaceras en lugares públicos, parecen haberse convertido en algo cotidiano y común. En torno al área conurbada ni se diga. El martes de la semana pasada, 13 de diciembre, en el populoso Fraccionamiento El Rosario, una mujer fue ejecutada. El fin de semana pasado, la ejecución de una familia en San Pedro Atoyac, Jamiltepec, da cuenta del clima criminal que vivimos. Ejecuciones a plena luz del día o balaceras en centros comerciales, sin que las autoridades tanto estatales como municipales digan algo al respecto. Es obvio, que el estado arrastra un peligroso lastre llamado inseguridad.

Pareciera sólo cuento, pero no lo es, que ahora los delincuentes del orden común han puesto en práctica una nueva modalidad para robar: acuden a los supermercados y en el interior cometen sus fechorías. La pregunta es: ¿y qué hacen los gerentes o directivos al respecto, habida cuenta de que todos esos sitios tienen cámaras de video instaladas en toda la tienda? Cualquier ciudadano de a pie entra a realizar sus compras bajo la premisa de que está en un lugar seguro y vigilado, no a un mercado popular o de colonia en donde se cometen una y mil fechorías. La cuestión es que al interior se cometen robos, sin que nadie ponga remedio a este asunto. Por supuesto que no nos referimos al Mercado de Abasto, un lugar considerado tierra de nadie o más bien de los grupos delictivos que se disputan el trasiego de droga, prostitución y trata de personas.

Todo apunta a que el gobierno municipal ha soslayado mucho el tema de la inseguridad. Ya hablamos hace tiempo sobre la limitada capacidad de fuerza policial con que cuenta, además de la situación tan lamentable por la que atraviesa la corporación que el mismo Secretario de Seguridad Pública Municipal ha reiterado en declaraciones, al afirmar que hay “policías viejos”. Aunque suene de forma severa, pero es cierto. No hay capacidad de respuesta ni siquiera para someter a raterillos o delincuentes comunes, menos para hacer frente a sujetos armados o criminales fogueados en hechos delictivos. En la medida en que no tengamos la certeza de una autoridad responsable y consciente de que la seguridad es un serio desafío, seguiremos en la indefensión.