Desalojo urgente y necesario
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Editorial

Desalojo urgente y necesario

 


Desde hace años, distintas voces han exigido al gobierno de Alejandro Murat devolver no sólo la buena imagen del Centro Histórico sino regresarles a los citadinos su espacio vital; sus calles; su parque principal. Todo ha sido inútil. No ha existido voluntad política para hacerlo. Uno de los principales argumentos es que al menos los triquis –que no pasan de veinte- que se posesionaron de los pasillos del Palacio de Gobierno desde 2010, cuentan con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Se ha omitido que dichas medidas son emergentes, no son perpetuas. Que existe además un elemento básico, que es la distinción de la Ciudad de Oaxaca como “Patrimonio de la Humanidad”, acreditada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). ¿Cómo preservar dicha distinción, con puestos, mercado, cocina y comedor en uno de los sitios más emblemáticos?

Esa falta de acción ha influido en diversos grupos que, como la delincuencia organizada, ya se dividieron el Centro Histórico, como es el caso de la Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en Lucha (UACOL), “Sol Rojo”, el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), además, claro, de un abultado directorio de operadores (as) priistas, como Yolanda Ortega y dirigentes que se han enriquecido lucrando con los espacios públicos, que venden y explotan a placer. Es evidente que ningún presidente municipal de la capital de ha aventado el boleto de desalojar. El anterior edil, Oswaldo García Jarquín amagó con un desalojo. Justo cuando la Policía Municipal retiraba puestos aparecieron grupos de choque del transporte y sicarios. El actual presidente municipal, Francisco Martínez Neri, tomó el tema como bandera de campaña. Pero ha fracasado.

Es evidente que la tarea no es del gobernador electo, Salomón Jara Cruz, proceder a un desalojo. Aún no tiene competencia. Compete pues a esta administración responder no sólo a una exigencia del sucesor sino a la demanda ciudadana. La capital oaxaqueña, centro del poder político, no debe ser rehén de grupos, organizaciones o dirigentes, del color o ideología que sea. Nuestro Centro Histórico necesita otro destino no ser la zahúrda que es hoy en día, plagado de mecates, plástico, puestos y malos olores. Desde luego que no es algo digno de aplaudir. Hemos perdido nuestros espacios públicos, por miedo o complicidad del mismo gobierno.

 

Corcholata pendenciera

 

Ya es parte del anecdotario político, lo cual refleja la descomposición de la función pública en el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, la posición del titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, desacreditando a ex presidentes de la República, gobernadores y hasta a los mismos mexicanos que viven en la zona norte del país. En su afán de atraer los reflectores, dados sus sueños de treparse a la candidatura a la presidencia de la República en el 2024, no ha dejado títere con cabeza haciendo acusaciones y señalamientos temerarios. Obviamente, olvida que su papel es salvaguardar la política interna y la gobernabilidad en el país; ser interlocutor con todas las fuerzas políticas, sin fijaciones partidistas ni sesgos ideológicos. Lo cierto es que le sigue abriendo frentes al presidente Andrés Manuel López Obrador, también perdido en su ensimismamiento y encono.

Una de sus agresiones verbales no tiene nombre. Decir que los tabasqueños son más inteligentes que los norteños, no sólo es un vano juicio de valor, sino que, alienta entre los descalificados sentimientos nocivos. Fungir como vocero del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, ante su negativa de asistir hace al menos un mes al Senado de la República, lo dejó ante la opinión pública como un funcionario que desconoce, así literal, en dónde está parado. Peor aún, acusar sin pruebas al ex presidente Felipe Calderón de tráfico de armas, del operativo “Rápido y Furioso”, ello en su reciente visita a Oaxaca, en donde el ex mandatario goza aún de simpatías, es no tener un poco de tacto político, mucho menos, cumplir con su papel, independientemente de sus ambiciones personales.

López Hernández se está equiparando con la gobernadora de Campeche, Layda Sansores Sanromán, en su excesivo protagonismo, socavado la cuestionada unidad de su partido: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Hace algunas semanas, exhibió hasta el cansancio a su antecesor, Alejandro Moreno Cárdenas, (a) Alito, actual diputado federal y presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI; ahora va en contra del presidente de la bancada de dicho partido en el Senado de la República. Sólo falta que la suban como aspirante a la presidencia del país. Entonces sí estaremos perdidos. Es lamentable que quien puede llamar a la cordura y la sensatez, el presidente López Obrador, parece que disfruta de los escándalos.