¿Vender cuentas de vidrio?
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Opinión

Editorial

¿Vender cuentas de vidrio?

 


No es la primera vez que un equipo de gobierno que se apunta ya para el relevo oficial traiga tras de sí una cauda de aduladores, lame-botas y oportunistas. En ciertas ocasiones son encabezados por personajes sin arraigo, sin conocer la historia de Oaxaca ni, mucho menos identificarse con la idiosincrasia de su gente. Es más, por quienes nada tienen que ver con nosotros. Fuereños o avecindados que vienen a vender cuentas de vidrio a los oaxaqueños hartos de simulación y de demagogos. Por desgracia, a veces llegan investidos de poder y no pocas veces se quedan a lucrar de la ignorancia o la torpeza de nuestros propios paisanos. En EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, que en breve cumplirá sus primeros 71 años de vida, hemos visto esta película desde hace mucho.

Lo grave es cuando esos advenedizos que tanto critican a sus similares, vienen a dar clases de moral o a vernos la cara con descalificaciones a todo aquello que no comulga ni con su ideología ni con sus particulares intereses políticos. Y nos referimos a algunos medios impresos y electrónicos de coyuntura política –o más bien de oportunismo- que arriban con la soberbia de saber todo y tirando de patadas a los que no comparten sus opiniones sectarias, sesgadas y tendenciosas. A lo largo de nuestra historia, que no es poca cosa, habida cuenta de que somos de los periódicos más antiguos del país, hemos visto proyectos que llegan abriendo plaza y con los codos abiertos para que nadie los rebase, para terminar al poco tiempo, destripados.

Hay algunos que han arribado con la modestia de quien no conoce el terreno e ir pisando firme para cuajar en el ánimo de una sociedad tradicional, que son los pocos, pero los últimos, cual fundamentalistas creen que el “lópezobradorismo” es una doctrina a la que todos tengan que someterse. Ello no sólo es una perversión de la propia libertad de pensamiento, sino de la libre expresión. Y sus ideólogos hablan como loros, de los medios “chayoteros”, de que son incongruentes y mercenarios porque critican a quien en los últimos días ha estado más exhibido que ningún gobernante en este país. La solidez de principios y nuestro Código de Ética nos dan los elementos suficientes para dar la bienvenida al medio que sea; con la línea editorial que mejor le parezca, con una salvedad: que no nos vengan a vender a los indios cuentas de vidrio ni a darnos clases de moral, mucho menos a decirnos qué es y cómo se hace el buen periodismo. Aún no tienen espolones para gallos.

 

Revelaciones peligrosas

 

En cualquier país del mundo democrático, en el gobierno federal, como depositario del Estado Mexicano, habría serias tormentas e, incluso, amenazas de renuncias ante el escándalo que has propiciado las revelaciones del grupo de hackers denominado “Guacamaya”. Millones de archivos, notas, correos electrónicos y demás, han puesto no sólo al Ejército Mexicano y su dependencia, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sino al mismo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en una situación comprometedora. Día a día aparecen nuevas ligas de corrupción, autoritarismo, simulación y vetas que se mantenían en secreto. Algunos de los rubros más preocupantes son, sin duda alguna, la participación de nuestro instituto armado en el caso Ayotzinapa, que los jefes castrenses han querido ocultar o las ligas de algunos gobernadores del Sur-Sureste de México, con los grupos criminales. Más aún, de oficiales que vendían armas a los mismos.

Páginas de internet y portales de noticias han develado uno por uno hechos que se mantenían en secreto y que, gracias a la mejor fuente de transparencia que hemos tenido hasta el momento: “Guacamaya”, han salido a flote. El pueblo mexicano se ha enterado de trapacerías, negocios, contradicciones, doble discurso, etc., que ha forjado un hito en la historia de México. Contrario a los constantes señalamientos a los gobiernos neoliberales, a los conservadores y adversarios, se percibe que el ataque cibernético ha puesto como lazo de cochino al gobierno llamado de la Cuarta Transformación, sostenido por los mandos castrenses, en medio de una nube de complicidades, nexos ilícitos, tráfico de influencias y manejo de dinero de manera discrecional.

Mucho se habla de la simpatía que tiene el presidente de México y sus acciones en favor de los pobres, pero poco se dice de lo que hay detrás, que lo comparan con los políticos más corruptos que haya tenido el país. Según ha trascendido faltan más revelaciones, incluso ya se ha dado la publicación de libros que desnudan por completo a quien, con el apoyo de más de 30 millones de mexicanos logró la presidencia del país, con un triunfo contundente y legítimo. Además de ello, hoy se entienden las razones de algunas políticas disparatadas y el autoritarismo a flor de piel de aquel que, teniendo el timón de los destinos del país no sabe escuchar razones. Lo más triste es que, lejos de enmendar el camino se siguen tomando actitudes y políticas inviables que asumen, los que se sienten nuevos dueños del país.