Aberrante discriminación
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Opinión

Editorial

Aberrante discriminación

 


Aunque resulte una ofensa al sentido común, en pleno Siglo XXI, en México se siguen dando casos de discriminación por el color de la piel, por la apariencia física, credo religioso, sexualidad y otros. Hace al menos un mes trascendió el caso de segregación a personas de color moreno en una famosa cadena de restaurantes de lujo de la Ciudad de México, propiedad –dicen algunas fuentes- de un exitoso empresario oaxaqueño. Los mismos empleados denunciaron al gerente de un establecimiento ubicado en Polanco, quien les habría dado la consigna de no ceder espacios en la terraza del negocio a personas con perfil indígena, morenos o “nacos”. Según se sabe, el gobierno de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX dispuso una investigación a fondo del tema y, presuntamente, habrá medidas punitivas o disciplinarias para corregir esta aberrante práctica.

Hace unos tres meses, en un conocido restaurante de comida-fusión de moda en la capital oaxaqueña, llamado “Pitiona”, se habría dado un caso igualmente bochornoso. Un joven denunció en redes sociales, a través de un video con una entrevista, que subió a la terraza de dicho negocio para esperar a un amigo, comer algo ligero y echarse unos tragos, cuando fue abordado por un mesero, quien le dijo que el consumo mínimo en ese lugar era de más de 4 mil pesos por persona. Un exceso para la economía de cualquier oaxaqueño. Cuando se negó a consumir dicha cantidad fue echado a la calle por los mismos camareros. De este caso, ninguna autoridad ni cámara o asociación de restaurantes dijo ni esta boca es mía, cuando fue evento que de ninguna manera debe permitirse, así sea el mejor lugar de la ciudad, convertido en tal por el esnobismo y la publicidad.

La semana antepasada sonó mucho en las redes sociales que una mujer de evidentes raíces indígenas fue bajada de un vuelo México-Oaxaca de conocida línea aérea comercial. Junto con la mujer habrían bajado sus familiares. Sin embargo, aunque la empresa respondió que no se trató en ningún momento de una acción discriminatoria sino que la aludida se negó a usar el cubre-bocas que exigen los protocolos sanitarios para abordar y viajar por vía aérea, videos y testimonios de pasajeros demuestran que sí se trató de un acto discriminatorio. La Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), dio vista a la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (CENAPRED) y exigió a la empresa de transportación aérea una explicación al respecto.

 

¿Una luz para la paz?

 

Hace un par de semanas, un grupo de líderes naturales y principales del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), organización fundada en los años setenta por el desaparecido Heriberto Pazos Ortiz, desconocieron a quien fuera su dirigente: Rogelio Pensamiento Mesinas. Uno de los motivos fue que -se dice- desvió el objetivo de dicho organismo hacia intereses personales. No se trata de un artificio sino de una realidad. Lo mencionamos en este mismo espacio editorial: la paz en la zona triqui pasaba necesariamente por un cambio en la dirigencia. Desde que el aludido tomó las riendas del MULT la violencia se ha recrudecido, no sólo con sus adversarios del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI) sino en una abierta oposición a sentarse en la mesa de diálogo y cumplir los acuerdos. Ha trascendido que en todas las instancias gubernamentales, como la Secretaría de Gobernación o General de Gobierno, el referido ex dirigente se cerró las puertas.

Sin embargo, es demasiado prematuro para echar las campanas al vuelo. Para quienes conocen los entresijos de la situación triqui, saben a ciencia cierta de la beligerancia y victimización que caracteriza a dicha etnia. Conocen, asimismo, la histórica confrontación que existe entre los grupos y organizaciones que, de manera violenta se disputan la supremacía y la interlocución con las autoridades. Ríos de sangre han corrido en una lucha inter-étnica inútil durante las últimas tres décadas al menos. Secuestros, emboscadas, asesinatos de mujeres, ancianos y niños, han regado con sangre los eriales de la zona de Putla de Guerrero, en donde viven. No existe en el país un grupo que se extermine a sí mismo que esta raza trashumante y beligerante, pero también vividora de la dádiva gubernamental.

Ya afuera Pensamiento Mesinas y de seguir la dirección colectiva con los mismos moldes, no hay duda que, una vez más, la paz será remota. Los dos órdenes de gobierno, federal y estatal, deben darle a la brevedad una salida inmediata al trillado tema de los desplazados de Tierra Blanca y asegurar la paz, aplicando la ley. Ningún ciudadano medianamente informado está convencido que su situación étnica sea sinónimo de impunidad. Quien transgreda la norma debe ser castigado conforme lo disponen los códigos vigentes. Nada, absolutamente nada justifica que el baño de sangre se justifique con estos argumentos tan banales.