Migración y trasiego
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Editorial

Migración y trasiego

 


Cuando aún no se extingue en la conciencia colectiva la indignación, el coraje y la impotencia por la muerte de 56 migrantes, entre ellos al menos 27 mexicanos, tomando en cuenta 3 oaxaqueños en un tracto-camión, abandonado en las cercanías de San Antonio, Texas, en Oaxaca ha quedado claro que, aunque las autoridades no lo quieran ver así, los traficantes de indocumentados están recurriendo a formas innovadoras para “mover su carga”. Desde hace años, en este espacio editorial insistimos en que, la resistencia de las comunidades huaves, concretamente San Dionisio del Mar, para la instalación en su territorio de un parque eólico, tenía que ver con el tráfico de indocumentados que se hace por vía marítima. En efecto, la vigilancia policial que ello traería consigo, echaría por tierra el boyante negocio de los delincuentes.

No es un secreto que, en los últimos días, se han tenido evidencias que, desde Paredón, Chiapas, siguiendo en línea recta hacia la zona istmeña, el tráfico de migrantes de Centroamérica, Cuba o de otros países, se ha incrementado por parte de grupos delictivos. Hace poco más de una semana fueron descubiertos los restos de tres personas que flotaban en un estero, cercano a la playa frente a San Francisco Ixhuatán. Días antes, una patrulla de la Armada de México trató de interceptar una lancha rápida cargada de personas con estancia ilegal en el país. Es decir, nos espantamos de la tragedia de San Antonio, cuando nuestro territorio continental o marítimo ha sido tumba de seres humanos que buscan en la migración mejorar su condición de vida, luego de ser abandonados a su suerte por delincuentes.

Pequeñas comunidades oaxaqueñas, ubicadas en jurisdicción de San Pedro Tapanatepec o Chahuites, como Bernal Díaz del Castillo, Trejo, Rincón Juárez, Las Anonas o la isla de Cachimbo, entre otras, son sitios de tráfico humano, con el que las bandas criminales mueven también otro tipo de mercancías ilegales. Las rutas, así lo creemos, están bien identificadas por las autoridades y corporaciones policiales. Por ejemplo, la que va de Ciudad Ixtepec, sube por la zona mixe zapoteca y llega hasta comunidades mixes, desde donde se mueven las cargas humanas en taxis foráneos hacia Mitla o por la Cañada, la Cuenca del Papaloapan y Veracruz. Y si esto ha crecido es, justamente, por la protección que les otorgan las citadas corporaciones e instituciones que se presume, abdican de su responsabilidad por la corrupción y el dinero.

 

Indefensión ante quinta ola

 

De diversas formas, en editoriales o notas informativas; en entrevistas o columnas, EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, ha insistido del peligro que representa el crecimiento exponencial de casos de Covid-19, tanto en el país como en Oaxaca. Como a tiempo lo informamos, sólo del 3 al 6 de julio, nuestro estado registró 1 mil 175 nuevos casos. Ya hemos informado, asimismo, que en muchas escuelas de nivel básico se han presentado casos, lo que refuerza la exigencia de que las autoridades sanitarias informen e instruyan la aplicación de los protocolos de protección y prevención del mal. Es sencillamente irresponsable que, a estas alturas, cuando en el país se han detectado hasta 30 mil casos en un solo día, se siga viendo a gente caminar por la calle, abordar un autobús urbano o tomar un taxi, sin usar el cubre-bocas, mucho menos cumplir con la sana distancia.

Bajo esa premisa y sin pecar de fatalismo podemos afirmar que la sociedad en su conjunto, estamos en total indefensión ante los contagios del letal virus. Es cierto, la saturación en hospitales aún no se presenta como en las primeras olas, tampoco se han presentado situaciones tan dramáticas como la falta de oxígeno u otras, como vimos en televisión y otros medios. Ello no debe ser motivo de exceso de confianza. Tampoco hay que ignorar que estamos en días previos al período vacacional de verano; que tenemos encima los festejos de La Guelaguetza y que ya se empieza a vislumbrar el arribo de miles de visitantes del país y el extranjero a la capital, los Valles Centrales y nuestros destinos de playa. ¿No es momento de anunciar restricciones y aplicación de medidas sanitarias? No basta con afirmar que en el auditorio donde se disfruta “La Guelaguetza” o “Donají, la leyenda”, el cubre-bocas será obligatorio. Hacen falta mayores restricciones.

En la medida en que no se tomen en cuenta aplicar los protocolos, existe la certeza de que lamentaremos casos de contagio. Ya se han presentado espectáculos masivos en las últimas semanas, en las que la gente ha ingresado a auditorios y escenarios sin protección, arriesgando con ello no sólo la salud propia sino la de los demás. Insistimos, son las autoridades las que han permitido ese relajamiento, pues han dejado hacer y dejado pasar sin tomar en cuenta el grave riesgo que ya representa esta quinta ola de contagios de Covid-19.