Restricciones ante quinta ola
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Opinión

Editorial

Restricciones ante quinta ola

 


Desde hace al menos un par de semanas, las autoridades sanitarias del país han alertado de un incremento inesperado de contagios de Covid-19, lo que presume que la quinta ola ya está presente. Sin embargo, tanto en la Ciudad de México como en el resto del país, las medidas de prevención se han relajado, incluso por mandato de los mismos gobiernos que, con el argumento de que la emergencia sanitaria ha pasado, han dejado al libre arbitrio el uso o no del cubre-bocas o la entrada a eventos masivos. Por ejemplo, el sábado 11 de junio, en el Auditorio “Guelaguetza” se llevó a cabo un concierto de conocida intérprete y actriz que llenó casi al tope dicho lugar. Por lo que se pudo observar, no hubo llamado para aplicarse los protocolos de protección. Quienes quisieron llevaron el cubrebocas. El resto pasó como si nada.

Hace un par de semanas, el edil de Oaxaca de Juárez, Francisco Martínez Neri informó a la ciudadanía haber dado positivo a Covid-19, por lo que estaría en aislamiento para evitar la dispersión del virus. La semana pasada, fue la titular de los Servicios de Salud en la entidad (SSO), Virginia Sánchez Ríos, quien informó haber contraído el mal. Se trata sólo de dos casos. Pero existen muchos más. Se supo hace al menos diez días que una escuela de Salina Cruz había dado positivo por lo cual la institución tuvo que cerrar, al igual que otras ocho escuelas más en la región del Istmo, como lo informamos el pasado jueves 16 de junio, justamente por haberse detectado alumnos contagiados. Esta región ha sido clave para el repunte de contagios.

Llama la atención que los mismos SSO advierten en sus boletines que no hay que relajar las medidas de prevención, no obstante que son las mismas autoridades quienes han propiciado este relajamiento. Bares y antros están a reventar los fines de semana, los mercados, el transporte público y todos aquellos sitios en donde era obligada la sana distancia siguen igual. La misma Comisión Permanente del Congreso del Estado ha advertido de un peligroso repunte con motivo de las fiestas de julio, de no obligar la Secretaría de Turismo y otras dependencias, imponer medidas de prevención y la aplicación de protocolos para evitar la propagación de este nocivo mal. La situación obliga a tomar acciones enérgicas y no lamentar después emergencias o decesos que pueden ser evitados. Sin embargo, son las propias autoridades las que tienen la última palabra.

 

Delitos impunes

 

La capital oaxaqueña y el área conurbada se han convertido en teatro cotidiano de operaciones de bandas de raterillos de poca monta que se dedican al robo de tapas de alcantarillas y, otros, al hurto de medidores de agua y la tubería de cobre en donde están conectados. Ya son comunes los accidentes de quienes a bordo de sus vehículos no perciben los hoyancos que dejan al despojar las atarjeas de sus tapas. Incluso, hace algunos años se dio el accidente mortal de un motociclista. En nuestras páginas hemos publicado fotografías y notas sobre este ilícito sin que las autoridades de procuración de justicia hayan realizado las indagatorias correspondientes para evitarlo. Ante esta situación, ciudadanos solidarios con quienes transitan en vehículos o a pie donde se ubican esas trampas, ponen llantas, palos u otros objetos como una señal de alerta.

En el sitio de enfrente están los que roban medidores de agua y cobre. ¿O serán los mismos? Tal vez. Ya es común en la zona norte de la capital y en avenidas transitadas y concurridas, ver aparatosas fugas de agua afuera de edificios, casas-habitación u oficinas. Para cualquier observador en dichos sitios le hace falta la rejilla que proteger dichos elementos de los robos. Pues bien. A plena luz del día, las ratas que se dedican a este ilícito y con una rapidez digna de Flash Gordon, despojan a las tomas del vital líquido de los medidores y del cobre de la tubería exterior. Ello ocurre desde hace años y no hay hasta el momento autoridad alguna que argumente que se ha detenido a los responsables de este daño patrimonial, dado que provoca fuga de agua limpia y gastos que no tiene contemplados el propietario o inquilino del domicilio objeto del robo.

Hace al menos un mes, un indigente o vicioso fue sorprendido en una colonia del norte de la capital cargando sobre sus espaldas con una tapa de alcantarilla. Ingresó a un negocio de compra de fierro y desechos industriales. No se la compraron. Pero, así como hubo negativa en ello, existen negocios que compran lo robado. Es decir, la pista puede ser no sólo detectar el hurto hecho la mayoría de veces por raterillos, sino los negocios que adquieren el cobre de las tomas de aguas o el fierro de las alcantarillas. Pese a las constantes denuncias en redes sociales y en otros medios de comunicación, se advierte que dichos ilícitos son vistos con demasiada indulgencia por las autoridades que no mueven un dedo para evitarlo.