2022: Letal para el periodismo
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Editorial

2022: Letal para el periodismo

 


Ante el desparpajo y la indolencia con la que se ha visto la inseguridad en el país, por parte de los personeros de la llamada Cuarta Transformación, lo único que ha quedado para muchos ha sido la denuncia. En este mapa criminal y el fracaso de la política de “abrazos no balazos”, el periodismo ha estado en la mira, ratificando en el mundo global el papel de México como el país que, sin librar un conflicto armado, es el más letal para el ejercicio del periodismo. El lunes pasado, en la ciudad de Cosoleacaque, Veracruz, a la salida de una tienda de conveniencia fueron ejecutadas en el interior de su automóvil, las periodistas del diario digital “Veraz”, Yesenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García. Con este doble crimen suman ya once compañeros (as) que han sido asesinados sólo en lo que va de este año. Apenas la semana pasada lamentamos el crimen de Luis Enrique Ramírez Ramos, columnista del diario “El Debate” en Culiacán, Sinaloa.

En realidad, de poco han servido las protestas, las marchas, la denuncia en diversos medios de comunicación, así como la solidaridad de organizaciones no gubernamentales como “Reporteros sin Fronteras”, “Artículo 19” o la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), ante un régimen que ha reiterado en sus discursos y sofocantes mañaneras, que no le interesa fortalecer el clima de libertades, particularmente la libre expresión. Estamos ante un gobierno que se ha caracterizado desde su arribo al poder, por una total displicencia en torno al papel de los medios de comunicación y periodistas, como un componente esencial en la vida democrática. Y las pruebas están a la vista. Se han asesinado más compañeros en poco más de cuatro meses en este año, que aquellos que sucumbieron en regímenes anteriores en dos o tres años.

El Parlamento Europeo lo dijo en su momento: México es el país más peligroso para el ejercicio periodístico, a cambio recibió una andanada de diatribas y denuestos desde la plataforma de incondicionales del gobierno de la República. El tema de los periodistas asesinados en lo que va del año, sigue lacerando duramente al pueblo mexicano, salvo a aquellos sectores que festinan hasta las peores bajezas y estupideces de quien, para muchos desafortunadamente, tiene el mando en este país que sobrevive en medio de ajustes de cuentas, vendettas y crímenes atroces.

 

Urgen prohibiciones

 

En la entidad existen sitios de recreo que no son precisamente turísticos para visitantes foráneos, sino sitio de trabajo y esparcimiento para los habitantes de las comunidades locales y aledañas. Es el caso de algunas presas, balnearios naturales o yacimientos de aguas. Durante las temporadas de sequía, algunas de las referidas presas vacían total o parcialmente sus vasos acuíferos ante la falta de lluvia y lo que queda en la base es una gruesa capa de lodo, lo que se convierte en un serio peligro para quienes se aventuran a meterse a nadar. Las muertes por inmersión han sido algo común en ciertos lugares, como es el caso de la Presa de Yosocuta, en la Mixteca oaxaqueña, como el fin de semana pasado, en la “Benito Juárez” de Jalapa del Marqués, en donde murieron ahogados cuatro miembros de una familia. Las cercanas presas de “El Estudiante”, en los Valles Centrales, también tuvieron en el pasado su escena de muerte. O yacimiento como Tolistoque, en el Istmo de Tehuantepec, en donde murieron ahogados dos menores de edad antes de la Semana Santa.

Los casos abundan en este tipo de accidentes, que se han dado en pequeñas represas, a donde niños o jóvenes se meten a nadar sin que haya letreros o avisos de prohibición. Y es ahí en donde las autoridades municipales deben imponer restricciones para evitar muertes que pueden ser evitadas. En las temporadas vacacionales eventos como el que nos ocupa son comunes. Turistas del país o el extranjero que desconocen que la playa de Zipolite es sumamente peligrosa, dadas las corrientes internas. Sin embargo, comerciantes y autoridades locales lo permiten, con aquello de conservar su prestigio como destino turístico, en donde también se consume cannabis y otros estupefacientes. El resultado es la muerte de algunos que se aventuran en dichas aguas.

Hay lagunas como Chacahua, en las que han ocurrido accidentes mortales, pues no se les informa a los visitantes la existencia de cocodrilos en la zona de reserva o el peligro que implica el desfogue de la laguna en la boca-barra que llega el mar, en donde las corrientes arrastran con mayor fuerza. Muchos accidentes se pueden evitar, como el lamentable caso de Jalapa del Marqués, si las autoridades de los tres órdenes de gobierno imponen restricciones o, al menos, avisos del riesgo que implica ingresar a dichos sitios y tomarlos como si fueran albercas o balnearios naturales. No está por demás prevenir antes que lamentar. Lo más triste es que también pierden la vida niños (as), que aún tendrían mucho que vivir.