Un territorio sin ley
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Un territorio sin ley

 


El viernes de la semana anterior circuló el video de un asalto en la zona de la Central de Abasto, sitio que se ha convertido en los últimos años, en uno de los lugares más inseguros y violentos de la capital oaxaqueña. Ante la mirada de la empleada de un negocio de venta de accesorios para teléfonos celulares, dos sujetos someten a un cliente para robarle el teléfono, además, una vez que lo han inmovilizado, le sacan de la bolsa la billetera y objetos de valor. El asalto de da a plena luz del día, ante la mirada de transeúntes, hombres y mujeres que ven con escepticismo dicha acción. Es más, se hacen a un lado. En realidad, así operan las bandas de viciosos y delincuentes que ahí operan, bajo la protección de los capos que venden droga o de los mismos dirigentes de los comerciantes, que se han convertido en tapaderas de los negocios ilegales. Por fortuna, la rápida acción policial permitió la detención de los ladrones.

Hace al menos un año, ocurrió un caso similar. Un joven estudiante fue sometido con la famosa “llave china” hasta dejarlo inconsciente en plena calle de esos rumbos y tierra de nadie. Le robaron justamente el teléfono celular. Y lo dejaron tirado en la banqueta. Sin embargo, gracias a la denuncia ciudadana, la Policía Municipal ubicó también a los delincuentes y les echó el guante. Algo raro en estos tiempos, cuando hay que esperar más de la misma gente, que luego quiere lincharlos. Por fortuna ambos eventos de que tratamos fueron video-grabados. Hay centenas que no lo son u ocurren en los solitarios pasillos del interior del mercado, o en la zona de bodegas. Ahí nadie se atreve a entrar cuando pardea la tarde/noche. Es territorio de la delincuencia y de los viciosos que pasean todavía con las agujas clavadas de la heroína o extraviados por el cristal.

La zona a que nos referimos transitó de ser el mercado popular más grande de la capital, a donde acudían miles de amas de casa a comprar las verduras y ahorrarse unos cuantos pesos, a territorio impune de la delincuencia común y aún de grupos criminales. El robo violento de bolsos de mano, de aretes, teléfonos o billeteras, se ha convertido en un asunto de vida o muerte. Se han dado decenas de casos en que, por dicho robo, las víctimas son baleadas o atacadas con arma blanca. La pregunta es: ¿y en dónde están los buenos propósito en materia de seguridad, no sólo del gobierno municipal sino del mismo gobierno estatal?

 

Investigar acción discriminatoria

 

Hace poco más de una semana, en redes sociales, circuló el video de alguien que entrevista a un joven oaxaqueño, quien denuncia haber sido objeto no sólo de presiones, discriminación sino de vejaciones en uno de los restaurantes de moda de la capital. Informó con lujo de detalles que llegó al lugar, enterado de que se trata de un negocio en donde los cobros son altos, sin embargo, había sido el restaurante que había concertado con un amigo para reunirse, tomarse una copa e incluso, comer. En principio subrayó que los meseros le negaron el acceso a la terraza, sin embargo, una vez que le fue permitido acceder, le dijeron que, en ese espacio, el consumo mínimo por persona, ascendía a los 4 mil o 4 mil 500 pesos. Acto seguido fue desalojado con lujo de fuerza por los mismos camareros que, paradójicamente, son oaxaqueños.

Si bien es cierto que dicho evento sólo trascendió en medios digitales, se trata de una acción que debe investigar la Secretaría de Turismo, la Defensoría de los Derechos Humanos e inclusive, la delegación Oaxaca de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac). No se trata de algo menor. Es un evento de discriminación que las leyes mexicanas sancionan y que, además, sienta un pésimo precedente de lo que ocurre en la entidad entre quienes, se presume, dan la buena cara que el turismo del país o el extranjero quiere ver cuando arriba a nuestra capital o nuestros destinos de playa. Hoy en día, pese a su falta de regulación, las redes sociales se han convertido en el escaparate de nuestra realidad social y eventos como el que mencionamos, corren por el ciberespacio en cuestión de segundos.

Haya habido denuncia formal o no, porque en todo caso a dónde recurren los turistas que son objeto de robo o cobros excesivos o malos servicios, las autoridades competentes están obligadas a investigar este hecho bochornoso y grave. Y es que al paso que vamos en los establecimientos de moda, a donde sólo se reciben huéspedes o comensales que paguen en euros o dólares, obviamente el acceso para quienes vivimos aquí será prohibitivo, nos impondrán pagos estratosféricos o nos sacarán en rastras. Las autoridades están obligadas a sentar un precedente con sanciones o apercibimientos y no dejar hacer y dejar pasar. Lo que apuntamos al principio, sencillamente no debe pasar. Quien lo haga debe recibir sanciones o, al menos, el escarnio público.