Inseguridad e impunidad
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Opinión

Editorial

Inseguridad e impunidad

 


El pasado fin de semana, Oaxaca mostró los síntomas propios de una entidad en la que el apoyo oficial hacia el tema de inseguridad, sigue sembrando de sangre y cadáveres el territorio. En menos de una semana se contabilizaron al menos seis mujeres asesinadas, en Valles Centrales, el Istmo, la Cuenca y la Costa. Homicidios múltiples, como es el caso de San Pedro Totolapan, en donde sicarios dispararon en contra de quienes se encontraban en un restaurante sobre la carretera 190, perdiendo la vida tres personas. El secuestro y desaparición de mujeres jóvenes ha sido una constante desde hace al menos tres años. Hoy mismo hay decenas de desaparecidos, cuyos familiares han tocado puertas e ido de la Seca a la Meca sin poder dar con su paradero. 

El pasado lunes 13 de septiembre, aún no amanecía cuando las redes sociales empezaron a dar cuenta de la ejecución del magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de Oaxaca, Enrique Pacheco Martínez. El escenario del homicidio fue el domicilio de la víctima: la esquina de Belisario Domínguez y Las Rosas, en la Colonia Reforma. Se trata, sin duda alguna, de un hecho inédito, dada la posición de quien fue asesinado, por lo que se interpreta como un serio desafío al sistema de justicia local. Es importante subrayar que más allá de especulaciones y rumores malintencionados que empezaron a circular en las redes sociales, será la Vice-fiscalía Especial de Delitos de Alto Impacto de la Fiscalía Estatal (FGEO), quienes deban investigar los móviles para dar con los criminales. En este caso en especial y en la serie de homicidios dolosos y feminicidios que se han dado en la entidad en las últimas semanas.

No hemos estado errados al afirmar que resulta imprudente de parte de dependencias y entidades del gobierno estatal, cacarear a cada rato las estadísticas –que quién sabe cuáles son los criterios de medición- del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que ubican a Oaxaca como un remanso de paz. Cada vez que los números nos muestran un incremento en los homicidios dolosos, vuelven los discursos oficiales para ubicar a Oaxaca como una de las entidades más seguras y menos violentas del país. Por lo hechos que describimos líneas arriba, el estado dista mucho de ser lo que de manera necia y obstinada se encargan de difundir, paradójicamente, organismos vinculados con el tema de seguridad. 

Aniversario 211

Los mexicanos celebramos hoy, los 211 años del inicio del movimiento de Independencia, encabezado por el cura de Dolores, Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado de un grupo de simpatizantes con la Independencia de México de la Corona Española, que acudieron al llamado del sacerdote, a levantarse en armas. Como mencionamos ayer, los gritos y vivas en el Grito de Independencia, pronunciados por Hidalgo, considerado el Padre de la Patria, se volcaron hacia la religión católica, a Fernando VII, quien era rey de España, pero quitado del trono por el ejército invasor de José Bonaparte y a la Virgen de Guadalupe. Hay que recordar que una imagen de la Virgen morena se convirtió en el primer estandarte de la lucha independentista. 

Según algunos historiadores, fue el general insurgente Ignacio López Rayón, quien encabezó en 1812, por primera ocasión, la conmemoración del grito independentista y el inicio de la revolución de Independencia en Huichapan, en el actual Estado de Hidalgo. La Junta Provisional Gubernativa se formó en 1821 después de la victoria del Ejército Trigarante de Agustín de Iturbide, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero. La Junta publicó en bandos de febrero del año siguiente que se celebrará el 16 de septiembre como fiesta nacional, aunque fue cuestión de debate y no se había contemplado en las fechas patrias originales. Para facilitar los festejos se consolidó tácitamente que la celebración del Día de la Independencia de México comenzara la noche del 15 y no la madrugada del 16 de septiembre, cuando se dio el primer grito de Hidalgo.

La celebración del Día de la Independencia de México se ha consolidado con el paso de los años como la principal fiesta nacional en el calendario cívico de México. Antaño, el presidente de México solía acudir en el quinto año de su mandato al pueblo de Dolores, donde ocurrió el primer grito, sobre todo durante la época del PRI como partido hegemónico. La sede del festejo se ha alternado recientemente con el Palacio Nacional, en la plaza del Zócalo de la Ciudad de México. Música típica, fuegos artificiales y el tradicional pozole, son elementos que no pueden faltar durante la fiesta. Sin embargo, es el desfile militar con el que esta fecha se conmemora lo que no ha faltado. En la capital del país y las de los estados de la República, se da este evento, en el que no pueden faltar también los charros de a caballo y otros grupos emblemáticos.