Una seria advertencia
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Opinión

Editorial

Una seria advertencia

 


La semana anterior circuló en redes sociales un video en donde un joven es sometido hasta perder la consciencia, por parte de una banda de sujetos que operan en la zona del Mercado de Abasto. Los pillos fueron identificados. Uno de ellos entra y sale de la cárcel, acusado de robo con violencia, llamado Delfino, conocido como “El Mojarra”. Otro, Jonathan, quien es experto en aplicar la llave china y uno más cuyo nombre se desconoce. El primero fue detenido horas después por la Policía Municipal, pero no motu proprio, sino por la presión que la ciudadanía ejerció en redes sociales, ante un hecho que indignó a la sociedad. El fin de semana fue detenido el otro. No es el primer atraco que es video-grabado en flagrancia. Hace menos de un mes una asaltante, de igual manera, jaloneó a una mujer para robarle el teléfono celular, frente a comerciantes y transeúntes que, acostumbrados a este tipo de acciones o previendo alguna respuesta violenta de los cómplices, simplemente fingen no ver el atraco. Personas heridas o muertas, luego de ser motivo de un robo, han llenado las páginas de la nota roja de El Mejor diario de Oaxaca.

En este espacio editorial hemos criticado con dureza las acciones de justicia por mano propia. Delincuentes que son atados con cables y mecates a rejas metálicas u otros que son golpeados hasta quedar moribundos. Es común, asimismo, ver escenas de golpes multitudinarios. Hace poco más de un año un presunto ladrón, que no lo era, fue golpeado hasta ocasionarle la muerte por enardecidos vecinos de la Agencia de San Martín Mexicapan. Muchas veces estos excesos rayan en el absurdo cuando pagan los platos rotos personas inocentes. Oaxaca, como todo mundo sabe, tiene una larga historia de linchamientos. Hace al menos dos décadas, un par de delincuentes que habían asesinado a conocido médico en San Blas Atempa, fueron sacados de la cárcel municipal de Tehuantepec, para prenderles fuego. Otro ladrón fue linchado después en Matatlán y otros dos más, recientemente en Macuilxóchitl.

Por ello, no deben echarse en saco roto los letreros y advertencias que pusieron comerciantes y mercaderes de la zona del Mercado de Abasto, para evitar que los constantes asaltos y robos, vayan en detrimento de sus ganancias. Los ladrones, si bien presuntamente protegidos por quienes mantienen ahí el control de la droga y la delincuencia, están ya advertidos, al igual que las autoridades, cuya omisión ha generado este clima de inseguridad e impunidad.

Extorsión y derecho de piso

Se trata de dos de los ilícitos más comunes en nuestra capital y, en general, en las principales ciudades oaxaqueñas. Aunque con golpes ocasionales, las autoridades no han podido acotarlos, al convertirse éstos en uno de los ejes de ganancia de la delincuencia organizada. Los locatarios del Mercado de Abasto, del “20 de noviembre”, “La Merced”, “Sánchez Pascuas” y todos los demás, están bajo el acoso de grupos delictivos que se dedican a cobrarles derecho de piso, incluso delincuentes provenientes de Colombia. Las denuncias sobre estos casos han ido creciendo, sin que las autoridades de Seguridad Pública hayan puesto un freno. Es notorio por ejemplo que algunos crímenes que se han cometido tienen que ver con la negativa de algunos comerciantes en seguir pagándole a los delincuentes.

En los mercados también operan bandas muy bien organizadas que otorgan préstamos a los locatarios, amén de los clásicos agiotistas que cobran intereses diarios y que son ampliamente conocidos por su voracidad. Grupos de colombianos que operan también en la Ciudad de México, inventaron una forma para sangrar la precaria economía de quienes van al día con lo que venden: un sistema denominado “Gota por gota”, con la que otorgan préstamos a intereses elevados. Quien no paga a tiempo puede perder su puesto de venta o hasta la vida. Las autoridades ministeriales han documentado ya crímenes cometidos por estas bandas que, no obstante, las denuncias constantes y las investigaciones policiales realizadas, siguen operando impunemente. Esta situación hace presumir ciertas complicidades entre los delincuentes y los mandos policiales, pues los sujetos que operan el sistema lo hacen abiertamente.

Nuestra crítica encaminada a poner en tela de juicio el argumento de que Oaxaca es una de las entidades más seguras del país no es ociosa. Hay un sinnúmero de ilícitos que no sólo no se investigan, sino que tampoco se castigan. Los secuestros siguen al alza, como el caso reciente que motivó un enfrentamiento entre elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) y la Guardia Nacional. Los feminicidios no se han detenido, como tampoco los homicidios dolosos han bajado de intensidad. El asunto es simple: con el argumento del Oaxaca seguro, los jefes policiales simplemente se regodean en la comodidad de las estadísticas para no disponer de los necesarios operativos que brinden seguridad a la ciudadanía.