Turismo, una bocanada de aire
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Editorial

Turismo, una bocanada de aire

 


El mes de julio, como ya lo hemos comentado en este espacio editorial es, tradicionalmente, de gran afluencia de turismo nacional y extranjero. Una parte importante acude a disfrutar de nuestra fiesta folklórica más conocida: La Guelaguetza, pero no todos vienen sólo a eso. Hay en la capital y en los Valles Centrales todo un directorio de eventos culturales o, más bien, un abanico de posibilidades para disfrutar. En otros años, para estas alturas, los hoteles estaban ya con un porcentaje considerable de ocupación. Las plazas, el Centro Histórico –con todo el estercolero que tiene en su derredor-, los mercados y, sobre todo, algunas comunidades cercanas como Santa María Atzompa, San Bartolo Coyotepec, Santo Tomás Jalietza o San Martín Tilcajete, recibían visitantes para mostrarles sus artesanías. Hay que reconocer que si bien no en la proporción de años anteriores, el turismo ha seguido llegando.

Insistimos: no todo es Guelaguetza. Los visitantes del país y el extranjero vienen asimismo a visitar museos, tiendas de artesanías, a disfrutar de la comida de los mercados. No son pocos los que acudirán el día 16 a las festividades de la Virgen del Carmen, cumpliendo, obviamente, con los protocolos sanitarios a que nos ha obligado la pandemia de Covid-19. Nuestro estado tiene un gran imán para atraer lo mismo al llamado turismo de morral que al que llega a hoteles de cinco estrellas o “Gran Turismo”. Aquí tienen cabida todos. Algunos de manera modesta dejan una pequeña derrama económica; otros, la dejan a las grandes cadenas hoteleras. Ambos son importantes. Lo mismo el que lo hace por carretera al que llega por vía aérea. Lo importante es que una industria tan castigada como es la turística, tenga un respiro en esta temporada. Hay que recordar que cientos y cientos de negocios han cerrado, ante la imposibilidad de sus propietarios de seguir operando.

Hay que festejar pues que, aunque en menor escala, seguimos como un sitio de belleza excepcional, que continúa atrayendo al turismo nacional y extranjero, pese a las restricciones sanitarias y el dramático repunte que vienen padeciendo algunos países, entre ellos México. En realidad, otro año sin visitantes sería un golpe demoledor para los prestadores de servicios. Aunque poco turismo, ahí está para contribuir de manera modesta a la recuperación lenta de la industria sin chimeneas.

Otro circo mediático 

Dos de los principales promotores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Oaxaca, el senador Salomón Jara y el diputado federal por el Partido del Trabajo (PT), Ángel Benjamín Robles Montoya, han tomado la famosa consulta para llevar a juicio a los ex presidentes de México, que promueve el gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación, para llevar agua a su molino político. Los dos pretenden ser tomados en cuenta para la sucesión en el gobierno estatal, que se llevará a cabo el año próximo. Pero en ese afán de convocar, llevar y traer gente, al menos el primero ya lleva en sus espaldas la responsabilidad de una tragedia reciente: cuatro personas fallecieron el domingo 4 de julio, en un accidente carretero, en el tramo Huatulco-Salina Cruz, entre ellas una regidora del ayuntamiento electo de San Pedro Huamelula y el hermano del edil. 

Desde el día del accidente trascendió que las víctimas se dirigían a Juchitán de Zaragoza a una cita con el senador Jara Cruz, para afinar detalles sobre la cuestionada consulta a que ya hicimos referencia. Ensoberbecidos con el triunfo que obtuvo su partido en la pasada contienda del 6 de junio, los personeros de dicha farsa o más bien circo mediático, siguen en su labor de encono social y de echarle la culpa al de atrás de todos los males del país. Sólo hay que escuchar al presidente Andrés Manuel López Obrador en sus soliloquios mañaneros, para darse cuenta que si bien el país va dando tumbos, a él y a sus corifeos sólo les interesa su afán de venganza y ocultar la realidad de un país que, por la inseguridad, sigue sangrando cada día. 

Si lo que afirmó el periodista de Univisión y Reforma, Jorge Ramos, de que a diario al menos mueren cien mexicanos, resulta un insulto al sentido común, a la responsabilidad de quien tiene por desgracia las riendas del país, seguir con el viejo argumento de que la culpa la tienen los medios de comunicación, los gobiernos neoliberales, conservadores y corruptos del pasado y no éste que, a casi tres años de distancia, sólo ha ido dando palos de ciego. Lo que ha ocurrido en Aguililla, Michoacán, en donde la población vive bajo acoso de los grupos criminales y el Ejército Mexicano simplemente se ha encogido de hombros, puede ser el hilo de donde se desenrede la madeja. El hartazgo del pueblo mexicano, en algunos estados como Tamaulipas, Michoacán, Guanajuato y Guerrero, está llegando al límite.