Patrimonio extraviado
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Editorial

Patrimonio extraviado

 


La semana pasada fue un escándalo en redes sociales, el tema de la primera pasada de pintura que se les aplicó a los leones que resguardan las entradas a uno de nuestros parques más emblemáticos: El Paseo Juárez, El Llano. En entrevista con algunos medios de comunicación, el responsable de dicha obra aclaró que, de momento, sólo se trataba de una mano de pintura dorada. Ya vendría después el color original. Sin embargo, es un tema menor. Hay cosas de fondo que deberían preocuparnos más. Por ejemplo, muchos oaxaqueños recuerdan que dichos leones no eran de yeso si no hay quien dice que, de mármol, otros afirman que eran de cemento o bronce. Al igual que muchas cosas más que identificamos como patrimonio cultural perdido. En efecto, para el oaxaqueño que rebasa los 60 años de edad, deben estar vivas en su memoria, las rejas que rodeaban a la Catedral Metropolitana o el portón histórico que fue retirado hace al menos tres décadas. 

Algunos oaxaqueños mayores de edad que pasean por el Centro Histórico se preguntan: ¿Y dónde está la reja que rodeaba al ex Convento de Santo Domingo de Guzmán y los angelitos que la resguardaban? Dicen que en la iglesia de Santa María Coyotepec. ¿Y dónde las lámparas estilo francés que se ubicaban en un pequeño paseo frente a la Catedral, exactamente en donde hacían base los taxis del Sitio Alameda? Se trata de una parte del patrimonio cultural que se ha extraviado y que, seguramente, se encuentra en algún lugar. ¿Alguien podría darnos cuenta de la ubicación exacta de las esculturas de bronce de las fuentes del zócalo, una de ellas que simula al famoso “Maneken pis” de Bruselas, es decir, un niño desnudo con una concha en la mano? ¿U otro niño, cargando cubetas de agua? Es posible que no todo sea ilegal, sino que, efectivamente, sólo las hayan cambiado de lugar. 

Y esto nos lleva a una realidad cruda e irrefutable: hace falta mucho para que el patrimonio cultural de los oaxaqueños haya sido debidamente catalogado. Hay centenas de templos católicos edificados en la época de la Colonia, diseminados en las diversas regiones del estado, con retablos bellísimos y únicos en su género. O con pinturas de artistas de los Siglos XVI y XVII, que hoy decoran salas de residencias o forman parte de colecciones particulares, pero que son parte de nuestra identidad histórica. Lo dejamos de tarea para aquellos que son reconocidos defensores de nuestro patrimonio histórico. 

Corregir errores

El domingo pasado concluyó, con resultados más lamentables que exitosos, la jornada de vacunación para adultos mayores de 60 años, en la capital oaxaqueña y municipios conurbados. En dicho evento prevaleció la incapacidad, la desorganización, la falta de coordinación y, sobre todo, la ignorancia supina de los responsables sobre este tipo de acciones. La pregunta de muchos fue: ¿en dónde están los Servicios de Salud, que son quienes por ley tienen a su cargo las campañas de vacunación? Hubo escenas denigrantes, humillantes y de bajeza inédita, que fueron nota para los representantes de los medios de comunicación. Personas mayores en silla de ruedas durmiendo a la intemperie, asistidos por sus familiares; ancianos discapacitados o con enfermedades graves, con un andar pausado y con el sol a plomo sobre sus cuerpos, esperando recibir una ficha para la vacuna. No obstante, la espera de 12 o 15 horas en la fila, al final recibir como bofetada el anunció de que las vacunas se habían agotado. 

Un repudio ciudadano generalizado se elevó en contra de los responsables. El mismo ejecutivo estatal calificó dicha jornada como un desastre. Y hay razón. No saben. No tienen ni remota idea de lo que una campaña de vida o muerte como ésta y lo que significa para un sector numeroso de la población. Es simple: no es lo suyo. Lo grave es que afectan la dignidad de las personas. La desorganización fue nota nacional, empezando por los excesos de dos funcionarias federales. Lo que constituye un agravio a la sociedad es que la vacuna contra la Covid-19 se quiera manejar como la tabla de salvación que el gobierno federal le lanza al pueblo mexicano. Sorprender la buena fe del ciudadano de a pie y revertir la responsabilidad del gobierno, en lo que se refiere a la salud. No se vale que ello sea a costa de los grupos vulnerables, como vimos la semana pasada.

Ya vendrá la segunda etapa de vacunación. Esperemos que el Sector Salud retome su papel y que, quienes han acaparado hoy los reflectores de la incompetencia e incapacidad, asimilen que no es lo suyo. Es de humanos reconocer errores, aunque el mal venga de arriba. El buen gobierno tiene que ir de la mano con una Ley Orgánica que le asigne a cada dependencia sus responsabilidades. Sin embargo, se entiende: no es lo mismo ganar elecciones que gobernar. Zapatero a tus zapatos dice el dicho. Una cosa son los programas sociales y otra, muy diferente, salvaguardar y proteger la vida de los mexicanos.