2021: Un serio desafío
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Editorial

2021: Un serio desafío

 


Cada Año Nuevo es un desafío, un reto, un derroche de buenos propósitos. Ya es común en tiempos de normalidad, hacerse propuestas, promesas, todo encaminado a eliminar los errores del pasado y enmendarlos. Más aún, mejorar las cosas. Así, quien tiene sobrepeso, promete bajar a los niveles normales; quien se ha excedido en el consumo de alcohol, promete a la familia no hacerlo desde que inicia el año. Hay otros que prometen mejorar en sus entornos laborales; comprar casa o cambiar de modelo de vehículo. En fin. Por el bien de todos esperamos que esos nobles propósitos de mejoría continúen. Sin embargo, hay en el espectro mundial temor, zozobra y expectativas no siempre optimistas por lo que padecimos durante casi todo el año que terminó.

Nos referimos a los efectos de la pandemia de Covid-19 que ha dejado en México y el mundo un lastre de dolor y muerte. Uno de los mejores deseos de este inicio de año es que pronto la humanidad pueda volver a la normalidad; que la vacuna pueda extenderse a toda la población y que cada ciudadano, sea adulto mayor o menor de edad, puede realizar su trabajo sin temor a los contagios y decesos. Tenemos claro que el mundo a partir de este año será otro. Las medidas preventivas se habrán de quedar tal vez para siempre y que las precauciones que cada quien tome, serán parte de una cultura para salvaguardar la vida. En torno a la economía, se advierte en el horizonte un panorama oscuro. Sólo los torpes e ignorantes en el gobierno piensan que esta crisis se puede superar con un decreto o con discursos sosos y demagógicos. Es obvio que no es tan simple. Es cuestión sólo de estimar los millones de mexicanos que han quedado cesantes ante el cierre de empresas de las cuales fueron echados a la calle, sin más.

Lo único que nos sacará adelante es nuestra fortaleza, la firme idea de no derrotarnos y emprender el año con ánimos renovados, convencidos de que no hay mal que dure cien años ni enfermo que lo aguante. Quienes hemos sobrevivido hasta hoy al Covid-19, tendremos que seguir aplicándonos las medidas de prevención; seguir a pie juntillas los llamados a quedarse en casa cuando no haya motivos para salir de ella; para evitar multitudes. El mal sigue vigente y con mayor fuerza. No hay cura ni la vacuna puede aún masificarse. Aún nos queda camino que recorrer con este mal que ha diezmado al mundo.

La agenda pendiente

Este año será, asimismo, de esperanzas para aquellos oaxaqueños que seguimos con la idea de que en la administración de Alejandro Murat no se han concretado obras públicas de relevancia, que dejen impresa la huella de este gobierno. En diversos foros el ejecutivo estatal ha dejado en claro que las carreteras a la Costa y al Istmo serán una realidad. Al menos de la primera hay evidencias que avanza sin obstáculos; de la segunda, tal parece que seguirá durmiendo el sueño de los justos. Hay que recordar que hay en cada una de ellas un compás de espera de al menos 10 y 20 años respectivamente. Es decir, son casos únicos en el país en donde una obra de la magnitud de las citadas tenga que esperar tanto tiempo para poder llevarse a cabo, cuando es público y notorio que, en otras entidades del país, hay carreteras de primer mundo, puentes, vías férreas y otros, que se inician y terminan en un tiempo breve, para ser inauguradas.  

Se trata de obras que han sido un anhelo del pueblo oaxaqueño. Sin embargo, el gobierno ha anunciado otras que, si bien no tienen la relevancia de las carreteras, no dejan de tener importancia, como es la construcción del llamado Libramiento Sur, que evitaría los congestionamientos viales en el caso urbano, dando una alternativa rápida a los vehículos que provienen del Centro o Norte del país. Se trata, asimismo, de un proyecto que quedó sólo en eso en la administración pasada, al igual que el Sistema de Transporte Urbano, que recién se ofreció reactivar. Más aún, esperamos que se concrete la construcción del nuevo Centro Cultural, que también se ha mantenido como una expectativa en esta administración. Al menos se observa que los trabajos de demolición ya se llevan a cabo. 

Existen ciertas obras que posiblemente no tengan la dimensión de lo que esperamos, no obstante, vale la pena reconocer el esfuerzo institucional en llevarlos a cabo como es el Centro del Gusano de Seda en la región de Los Cajonos o el Centro Gastronómico en la capital oaxaqueña. No hay que olvidar que al menos desde hace cinco sexenios, cada gobierno ha dejado para la posteridad una obra emblemática. Así, por ejemplo, el régimen de Diódoro Carrasco, concluyó la construcción de la súper carretera Oaxaca-Cuacnopalan; a José Murat se atribuyen los accesos de cuatro carriles a la capital oaxaqueña; al de Ulises Ruiz, la terminación del adoquinado del Centro Histórico y los cuatro carriles en el Cerro de El Fortín, en tanto que al de Gabino Cué se atribuye el puente de “Cinco Señores”.