Efectos colaterales
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Editorial

Efectos colaterales

 


La pandemia ha traído consigo efectos colaterales graves para la población. El país registra un número creciente de contagios y muertes, pues hay en un sector importante de la ciudadanía, una especie de hartazgo, sobre todo en aquellos segmentos sociales que van al día. Resulta necio minimizar tanto los efectos del mal hacia hombres y mujeres, niños y ancianos, como afirmar que la crisis económica que se advierte, no tendrá los efectos que los organismos y medios internacionales han previsto para México. Más de 110 mil muertos y cerca de un millón 200 mil contagios, no es algo para echar en saco roto. Atrás quedaron las frases necias de “la pandemia ya está domada”, “ya aplanamos la curva” o “hay que salir y abrazarse”. Aún hoy en día se escuchan necedades como “el cubrebocas no es necesario”, cuando el mismo director general de la Organización Mundial de la Salud, ha exigido al gobierno mexicano, seriedad en el manejo de la pandemia.

O la parafernalia de declaraciones en los meses de marzo-abril, en que era una especie de gripe, “un invento neoliberal”, o el mejor remedio para el coronavirus es “no mentir, no robar, no traicionar”, echando por tierra las medidas sanitarias que el propio gobierno federal había puesto en marcha para contener esta mortal enfermedad. La realidad ha superado a la ficción y hoy en día las muestras de la tragedia están a la vista. La semana pasada, un conocido diario de la capital del país se refirió una declaración de José Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico –la OCDE- quien reconoció –cito textualmente- “que la pandemia no terminará pronto -y estimó- que tomará la mayor parte de 2021 alcanzar los niveles de distribución y aplicación de la vacuna, que nos ponga en una situación de tranquilidad”. 

A lo que vamos es a lo siguiente, aunque el tema lo tratamos hace unos días. Es cuestión sólo de imaginar el impacto que tendrá en la economía de miles de familias oaxaqueñas, la suspensión de los festejos religiosos como los de la Virgen de Juquila, de Guadalupe y La Soledad. La cancelación de las clásicas romerías en poblaciones que festejan con devoción y derroche nuestros íconos religiosos, así como la suspensión de La Noche de Rábanos. Es evidente que será un duro golpe, luego de nueve meses en los que no vemos la luz al final del túnel, pero sin mayor alternativa que salvaguardar nuestra vida y las de los demás. Es verdad: no tenemos otra salida. O nos cuidamos hoy para disfrutar esas tradiciones mañana o dejamos que el mal siga haciendo estragos en nosotros y nuestros seres queridos.

Instigadores y falsos redentores

En Oaxaca abunda una especie nociva: aquellos que viven de administrar conflictos sociales y enconan a las comunidades para que el desenlace sea el enfrentamiento y la violencia. Hay decenas de organizaciones sociales encabezadas por sujetos sin escrúpulos que aprovechándose muchas veces de la ignorancia que permea en algunas comunidades, se asumen redentores de sus causas para sacar provecho económico o rentabilidad política. Si alguien pudiera documentar la cantidad de crímenes que se han cometido por esa injerencia nociva de agentes externos, podríamos cuantificar las vidas perdidas, ante la mirada complaciente y sin escrúpulos de los instigadores. En la Mixteca oaxaqueña, las venganzas entre comunidades como San Juan Mixtepec y Santo Domingo Yosoñama, han dejado centenas de muertos, gracias a dicho fenómeno. Pero hay un número preocupante de comunidades que están sometidas por esos falsos redentores, como son los pueblos huaves, comunidades de la Sierra Sur, la zona de Loxicha y otros.

Como mencionamos ayer, la semana pasada, luego de que el gobernador Alejandro Murat anunciara el fin del suplicio de la comunidad mixe de San Pedro y San Pablo Ayutla, al dar el banderazo para el suministro de agua potable para beneficiar a 3 mil familias, de inmediato se soltaron los demonios para difundir verdades a medias y desacreditar la labor del gobierno estatal. Y es que hay quienes han vivido de mantener en suspenso el viejo conflicto entre dicha población y su vecina, Tamazulapam del Espíritu Santo, por el control del manantial que surte de agua a esta comunidad, pero que no le comparte a la primera. Hay pues, quienes están interesados y perviven explotando el conflicto que, al menos en dos o tres ocasiones, ha tenido visos de enfrentamiento.

Desde hace años hemos escuchado la demanda de Ayutla por tener agua y la negativa de su vecina, Tamazulapan, por compartir el vital líquido del yacimiento que se encuentra entre ambas comunidades. Para terminar con esta añeja disputa, el gobierno estatal, a través de la Comisión Estatal del Agua (CEA), perforaron un pozo de 75 metros de profundidad y atender esta justa demanda. Ello, por supuesto, no satisface a aquellos que durante décadas han pervivido de dicho conflicto y buscan, a toda costa, obtener beneficios económicos o políticos. Es esto lo que constituye parte de la tragedia oaxaqueña y del desenlace violento de algunos conflictos.