Urge castigo ejemplar
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Editorial

Urge castigo ejemplar

 


Pese a las disposiciones legales que se han emitido para acotar o sancionar la toma de casetas de cobro en todo el país, en Oaxaca dicho ilícito sigue impune. Como se ha publicado en EL IMPARCIAL. El mejor diario de Oaxaca, normalistas, comuneros y vivales, siguen operando bajo la mirada complaciente de efectivos de la Guardia Nacional (GN), que no han querido intervenir. Se trata, desde luego, de un ilícito que se ha cometido con absoluta impunidad sin que autoridad alguna intervenga. Es más, ya es el modus vivendi de aquellos que, con la bandera de que el gobierno estatal no les cumple con sus demandas, secuestran camiones de pasaje o los rentan en sus comunidades, para llegar a la caseta de peaje de Huitzo y atracar a automovilistas, transportistas, etc., y sacar para la semana.

Por organizaciones y membretes no paramos. Ya se acerca el período vacacional y, con certeza, los vándalos que forman parte de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO), seguramente perfilan su plan, para que cada uno lleve el bolsillo lleno cuando llegue el fin de año. Algo similar ocurre con algunas comunidades de la región Mixteca u organizaciones ya cebadas en el atraco, como el Movimiento Agrarista Indígena Zapatista (MAIZ) u otras más, que merodean por la zona. Es decir, el asalto que se da en las casetas de cobro, sobre todo la de Huitzo, que es la más socorrida, se ha vuelto parte de las acciones de muchos que pretenden encubrir el robo con libertad de expresión. Pero, insistimos, dicho ilícito se comete sin que autoridad alguna intervenga o que la Federación le eche la bolita al gobierno estatal o viceversa.

Según ha trascendido, las pérdidas que han registrado las empresas de caminos y autopistas por la falta del cobro de peaje, son multimillonarias. Se dice que en menos de un año sumaron más de 3 mil millones. Sin embargo, hay algo más preocupante y es que detrás de los grupos que protestan y se han dedicado al atraco, están grupos criminales. Éstos manejan a jóvenes y adultos para cometer dicho ilícito, a quienes éstos rinden cuentas. Lo dicho pues, no es para nada un mecanismo de protesta en contra de las autoridades ni, mucho menos, porque éstas no les resuelvan sus peticiones o exigencias. Son acciones fuera de la ley que son orquestadas por la delincuencia organizada. Lo que sorprende es que las propias fuerzas federales dejen operar impunemente a ésta.

Una dura lección 

La tragedia que han vivido decenas de comunidades en el estado de Tabasco, ha mostrado con claridad la superficialidad con la que el llamado Gobierno de la Cuarta Transformación ha visto los desastres naturales. Lo vimos en Oaxaca con los golpes que recibieron algunas comunidades de la Sierra Sur, específicamente de la zona de Ozolotepec, el pasado 23 de junio, cuando un sismo de 7.4 grados la fustigó. Ni una mención, ni presencia de funcionarios del gobierno federal, ni el de Protección Civil, menos la figura presidencial. Sin embargo, dicho siniestro fue mucho menor en sus efectos, a lo que han vivido los tabasqueños. Las escenas apocalípticas de las inundaciones, las pérdidas de cosechas, animales, viviendas, negocios, etc., han sido a los ojos del mundo, que no del gobierno federal, una verdadera tragedia. De muchos países ha llegado ayuda, la misma que el presidente Andrés Manuel López Obrador les ha regateado a sus paisanos.

Reconocer que tuvo que autorizar la apertura de las compuertas de la Presa “Peñitas”, pero que inundara la zona más pobre de dicha entidad para evitar que la capital estuviera bajo el agua, no sorprendió a muchos, que reconocen que la política de “primero los pobres” se ha aplicado con meridiana claridad. En el fondo de todo, afirman algunas fuentes, lo que trató de evitarse fue que los trabajos en la cuestionada refinería de “Dos Bocas”, sufrieran daños. A todo ello hay que agregar que la falta de coordinación, el nulo apoyo a los damnificados por parte del gobierno de la 4T y la forma pueril con la que el presidente ha visto el desastre, dejan una dura lección a los oaxaqueños: ya sabemos que en caso de sismo u otro desastre natural, les tendremos que hacer frente con nuestros propios medios. La ayuda de la Federación nunca llegará.

Por fortuna, el pueblo mexicano es solidario por naturaleza. Ya lo hemos vivido en algunos momentos de nuestra historia reciente, como es el caso de los sismos de septiembre de 2017. Asimismo, el apoyo de países amigos de México, que siempre han extendido su mano generosa ante nuestras tragedias recurrentes. No tarda en que el régimen de López Obrador se solace en el apoyo a los países centroamericanos afectados por el huracán “Iota”, lo que hace cierto aquello de “candil de la calle, oscuridad de su casa”. Al menos en Tabasco, son pocos los que quieren saber del Mesías que en mala hora apoyaron con su voto para llevarlo a la silla presidencial.