Abulia e ignorancia
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Editorial

Abulia e ignorancia

 


La pandemia de Covid-19 no ha dado tregua a Oaxaca, no obstante que, desde el 28 de septiembre hayamos entrado en el semáforo epidemiológico amarillo. Los casos positivos de contagio siguen al alza. No han cedido. Desde el lunes pasado se registraron 17 mil 500 y cerca de 1 mil 475 decesos. Para una entidad como la nuestra, es una cifra preocupante. Estamos pues muy lejos de acercarnos siquiera el semáforo verde, por el contrario, hay indicios de que podíamos regresar de nueva cuenta al naranja. Cada inicio de semana el gobernador Alejandro Murat insiste en su llamado de aplicarse las medidas sanitarias, como el uso del cubre-bocas y guardar la sana distancia. Pero la ciudadanía toma dichos llamados con total relajamiento. Es más, se sabe que algunos bares de la capital y el área conurbada tienen autorización para operar y lo hacen hasta la madrugada del día siguiente, haciendo caso omiso de que estamos en la zona de mayor contagio. 

Como lo hemos publicado en nuestras páginas, algunos nosocomios están al tope, como es el Hospital Regional de Alta Especialidad de Oaxaca (HRAEO) y desde la semana anterior el Hospital “presidente Juárez” del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), cuyo director informó que ya no cabía un paciente más, sobre todo de aquellos que requieren asistencia respiratoria, es decir, que son candidatos a ser intubados. Sin embargo, la movilidad ha seguido como si nada. Las protestas, movilizaciones y bloqueos a tambos batiente. La ciudadanía que acude a este tipo de acciones lo hace sin atender la sana distancia. En franco reto a las autoridades, el transporte público sigue en las mismas, sobre todo los taxis foráneos. Cada unidad debe llevar solamente dos pasajeros y los aludidos ya están acostumbrados a llevar cinco o seis, es decir, totalmente fuera de norma y generando más contagios y accidentes mortales. 

Es evidente pues, que aun justificando que todos tengamos que trabajar y muchos salgan de casa para ganarse el pan de todos los días, hay también vicios que de ninguna manera se pueden seguir manteniendo en esta contingencia, en donde los contagios por no conservar “la sana distancia”, se convierten en cuestiones de vida o muerte. Las acciones de violencia de parte de quienes no han entendido las circunstancias de estos tiempos, han sido cotidianas. Los filtros sanitarios que se impusieron al principio de la pandemia son ya inexistentes. 

Sigue mala racha

Como están las cosas y ya lo han anunciado las autoridades, la fiesta del “Día de Muertos” no será como antes. La crisis que ha traído consigo la pandemia no es menor. Sólo hay que recordar que muchos oaxaqueños viven de esta temporada. Sólo en los Valles Centrales cientos de familias acuden a las plazas para vender los productos que sólo se comercializan en días previos al festejo de los difuntos. Se trata de aquellos que cultivan jícamas, caña de azúcar, flor de muerto y otras especies, nuez, cacahuate, etc., con los que las familias oaxaqueñas suelen adornar los altares y ofrendas. Durante el mes de octubre, tanto en el Mercado de Abasto y otros en la capital, como en los días de plaza en Ocotlán de Morelos, las Villas de Zaachila y Etla; los mercados de Tlacolula de Matamoros y Zimatlán de Álvarez, entre otros, lucen nutridos de vendedores y compradores de productos que servirán para el festejo tradicional citado.

En lo que se refiere a otros rubros como son los ligados al turismo, los efectos serán, asimismo, demoledores. Esos festejos atraen a los visitantes del país y el extranjero de tal suerte que, en años anteriores, se registra una gran afluencia que visita panteones y sitios de interés. Existe el propósito de conocer a fondo las tradiciones ancestrales que hemos ido conservando con el paso de los siglos. Sin embargo, este año –insistimos- no será lo mismo. Como decimos en el segmento anterior, las condiciones no son las propicias ni para la apertura de panteones ni para visitar a los familiares. Se advierte pues que habrá mucha sobriedad para festejar a quienes ya no están con nosotros. Es más, los sitios de reunión como ocurre en nuestra entidad, ya no podrán estar concurridos.

En poblaciones del distrito de Etla, se han vuelto un gran atractivo las famosas “Muerteadas”, que habrán de suspenderse. Ha trascendido que algunas comunidades como Soledad, Guadalupe, San Sebastián, San Pablo y otras, han decidido cancelar dicha celebración, la cual se remonta a varias décadas y constituyen verdaderos festejos de luz, música y colorido. Las bandas de música tocan hasta amanecer. Y toda la comunidad participa de la fiesta, con máscaras alusivas. No hay pues un indicio que nos permita afirmar que las cosas mejorarán en el corto plazo. No se ve la luz al final del túnel. En materia económica, la mala racha continúa. Y también en la sanitaria.


aa

 

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