Doble aniversario
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Editorial

Doble aniversario

 


Hoy se cumplen 35 años de aquel brutal sismo que devastó la ciudad de México, un día como hoy, pero de 1985 y tres años de un evento similar que volvió a fustigar a la capital de la República y a entidades como Oaxaca, Estado de México, Puebla y otros. Para los oaxaqueños fue un golpe más, pues fue a pocos días de aquel sismo brutal de 8.1 grados, uno de los más grandes de nuestra historia sísmica, que golpeó con dureza la región del Istmo de Tehuantepec, en donde siguen aún muchas huellas de la devastación, sin que los gobiernos federal y estatal hayan podido resarcir de tantas pérdidas. El sismo de 1985 dejó entre los mexicanos una huella indeleble, una herida profunda de destrucción y muerte, que a través de los años no hemos podido superar. Se perdieron miles y miles de vidas; otros tantos miles perdieron su patrimonio. Sin embargo, como un mal augurio, de aquel siniestro devastador de hace 35 años, el 19 de septiembre de 2017, hubo otro, aunque con menos magnitud, igualmente brutal para otros tantos miles que perdieron su patrimonio.

Oaxaca es conocido como un estado con una alta e indiscutible actividad sísmica. Así ha sido a lo largo de la historia. Nuestros ancestros recordaban dos sismos de gran intensidad: el de 1928 y el del 14 de febrero de 1931. Hay una memoria gráfica del primero, gracias a un documental del cineasta ruso Sergei Eisenstein, que filmó la devastación, las casas derruidas, los cadáveres recogidos de los escombros. Del segundo, hay aún personas longevas que pueden dar cuenta de los efectos demoledores del mismo, pero existe una memoria gráfica que da cuenta de que la capital oaxaqueña quedó materialmente destruida, al igual que algunas cabeceras municipales importantes de los Valles Centrales y otras regiones. En 1980, cientos de casas cedieron ante los efectos de un temblor mayor a los 7.0 grados, en Huajuapan de León. Las imágenes de la devastación quedaron en periódicos y fotografías.

A tres años de distancia de este movimiento de tierra, que vino a ser uno más del mes de septiembre, pues para los istmeños sólo fueron dos: el del 7 y el del 23 de dicho mes, contribuyó a la destrucción de muchos espacios que habían resistido durante siglos los embates de la naturaleza, como fueron los monumentos históricos. El sismo de ese 19 de septiembre de 2017 se volcó en su mayoría sobre templos y monumentos religiosos que, a la fecha, siguen en reconstrucción.

Turismo: Crisis irreversible

La suspensión de las ceremonias patrias, en virtud del obligado cumplimiento de las medidas de prevención, impactó de manera severa a la industria turística de la entidad, ya de por sí lastimada durante los casi seis meses que la contingencia por el Covid-19. El escaso tráfico aéreo y la suspensión generalizada de las actividades propias del sector han llevado al cierre de hoteles, restaurantes y el temor de los turistas potenciales para viajar, están forjando en dicho sector una crisis irreversible. A ello hay que agregar el cierre de las zonas arqueológicas que reciben cada semana miles de visitantes. La normalidad está aún lejana, según algunos expertos como el mismo asesor en seguridad sanitaria de la Casa Blanca. A ello hay que agregar la cada vez más incierta adquisición de las vacunas para aplicarse en el país, lo que ha forjado un rayo de esperanza para que las actividades esenciales retornen con un lastre ya de descapitalización y empobrecimiento.

Justo cuando inició la contingencia, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se lanzó sobre los famosos “puentes largos”. Los criticó, pues en su visión, son invenciones de los gobiernos neoliberales que van en detrimento del homenaje a los Símbolos y héroes nacionales. Y se mantuvo en su postura cerrada, pese a las protestas de dirigentes y cámaras empresariales. Lo único que ayudó a que cambiara de parecer fue la crisis económica que fustigó a la industria sin chimeneas, cuando llegó la temporada de Semana Santa con destinos de playa, ciudades coloniales, playas y otros, que tuvieron que mantenerse cerrados. A la fecha, sólo se han abierto algunos, con una afluencia mínima y a veces poco significativa.

Por fortuna, en este período se han abierto algunas ventanas que, bien aplicadas, pueden contribuir a mejorar, aunque sea de manera relativa las condiciones críticas por la que atraviesan sectores vinculados con el turismo. Por ejemplo, se sabe que las ventas en línea, a través de sitios y páginas de Internet han sido un aliciente. Sin embargo, los artesanos deben ser capacitados y tener el apoyo oficial para poder aprovechar de manera óptima dichos espacios. En efecto, esta crisis tiene que sortearse de manera corresponsable. Los apoyos económicos o de créditos deben dar paso a la imaginación y enjundia de los afectados: Si la alternativa para la educación es la Televisión y el Internet, está demostrado que desde casa y cuidando la sana distancia se pueden hacer muchas cosas.