¿Irresponsabilidad ciudadana?
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Editorial

¿Irresponsabilidad ciudadana?

 


En realidad, la situación de muchos oaxaqueños es grave. No es cosa simple, como ya hemos dicho, la disyuntiva entre quedarse en casa o salir a trabajar para llevar el gasto a casa, no es difícil de discernir. Miles y miles de oaxaqueños prefieren lo último pese a ser contagiados o contagiarse de coronavirus. Y es evidente, la discusión en familia va en el sentido de “morirse de Covid-19 o de hambre”. Lo mencionamos hace unos días en este mismo espacio. Los prestadores de servicios turísticos no pueden más, además artesanos, agentes de viajes, guías de turismo, comerciantes en zonas arqueológicas cerradas, servicios de comida en zonas que viven del turismo local, como aquellas personas que venden barbacoa en Mitla o Tlacolula; Etla o Zaachila, que tienen años viviendo de su trabajo, ya no pueden más. Hasta ahí se entiende, porque el fenómeno se extiende en todas las regiones del estado, particularmente en la capital, los Valles Centrales, la Costa, el Istmo o la Mixteca.

Sin embargo, hay factores que en nada contribuyen a paliar este mal nocivo y letal. Y es la ignorancia y la irresponsabilidad ciudadana. Por ejemplo, se vieron a nivel nacional a través de noticiarios nocturnos, los festejos fúnebres de una persona que falleció en Juchitán, con música, cervezas, bailes, como si fuera la despedida de algún ser querido en la normalidad anterior a la pandemia. Frente a ello, la declaración de un funcionario o concejal municipal admitiendo que en sólo una semana se habían registrado cerca de noventa fallecimientos, por lo que había que abrir nuevas cepas en otro panteón, lejos del tradicional “Domingo de Ramos”. La pregunta es: ¿es cerrazón o irresponsabilidad; apatía o torpeza?

Teniendo como telón de fondo la crisis del Hospital General “Macedonio Benítez Fuentes”, con un contagio masivo de médicos, enfermeras, camilleros, etc., aun así, centenas de juchitecos participaron en el sepelio con cartones de cerveza y bailes. Las cámaras de televisión grabaron escenas del mismo con algarabía y multitudes, lo cual representa una actitud terca e ignorante. De la misma manera en un paneo televisivo se grabaron escenas del mercado público con mujeres sin cubrebocas ni, mucho menos, tomar las medidas sanitarias para evitar la proliferación de contagios. Sin duda pues, la ignorancia y la cerrazón son factores indiscutibles para que no salgamos del bache en que estamos hoy en día.   

Pandemia: Un largo camino

El optimismo burdo de las autoridades federales respecto a que ya estamos saliendo de la crisis del coronavirus y la ilusión de que todo volverá a la normalidad en breve, cada vez parece estar más lejos. El presidente Andrés Manuel López Obrador, va una y otra vez sobre el trillado camino de que su gobierno ya mantiene un control sobre la enfermedad o lo que emana de las conferencias del vocero del tema, el epidemiólogo Hugo López-Gatell Ramírez, en torno a una supuesta normalidad, suenan ya ante el pueblo de México como un discurso trillado y soso, que poco o nada tiene que ver con la realidad lacerante que vivimos los mexicanos. Investigadores y analistas de universidades e instituciones reconocidas a nivel mundial como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o la Universidad George Washington, han advertido que, en tanto no se tenga la vacuna, el mundo y, sobre todo los países pobres, tienen que acostumbrarse a vivir con la pandemia de Covid-19, pendiendo sobre nuestras cabezas. El virus no se irá y la vacuna podrá tardar meses o años. La última ha advertido que hasta el mes de noviembre se tiene estimada la cifra de al menos, 103 mil muertes. 

En efecto, aseguran que la normalidad no volverá pronto y que la población en el mundo tiene que convivir con la enfermedad. Los rebrotes han puesto en alerta a países que, aparentemente habían superado el mal. La apertura de espacios libres como parques o cines han sido relativos. Se cierran al momento en que aparezcan nuevos contagios. Incluso países como Singapur o Corea, que habían sido un ejemplo de manejo exitoso, han tenido que dar marcha atrás. El exceso de confianza hizo apretar de nueva cuenta con restricciones, al relajarse la movilidad y desatarse un mayor número de contagios. Ello implica que, lo que dijo el presidente López Obrador hace unos días, de que el problema está pasando, no sólo no es alentador, sino totalmente incierto. 

Hay análisis y estudios en el sentido de que los niños deben estar preparados para el cierre temporal de escuelas, en tanto que la población en general, acostumbrarse a estar al menos dos veces en cuarentena, cada tres meses. La esperanza que existe hoy en día en la humanidad entera es que haya pronto una vacuna. Por fortuna, se sabe, hay ensayos en Rusia y en los Estados Unidos, respecto al éxito de algunas pruebas de vacuna para generar anticuerpos, que coadyuven a contener el Covid-19. Ya no vale afirmar si el mal salió de un laboratorio o de un mercado chino. Lo importante es evitar que siga ocasionando tanto dolor y muerte.


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