Contra energías limpias
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Contra energías limpias

 


Los ataques a los medios de comunicación ya no es novedad en el gobierno de la Cuarta Transformación, menos de su principal personero: el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los grupos empresariales también están en la mira. Cualquier medida que propongan para hacer frente al desastre o debacle económica que se está viviendo, será rechazada por sistema. Todas las propuestas que ha presentado el Consejo Mexicano de Negocios han ido para atrás. Nos preguntamos a veces: ¿cuáles son los motivos de esta aversión, enemistad y juicio sumario en contra de quienes, si bien es cierto que en el pasado fueron beneficiarios por los gobiernos en turno, no por ello deben ser estigmatizados, sino aglutinarlos para la generación de empleos y riqueza? El caso de la posible contratación de deuda por parte de dicha cúpula empresarial con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), vista como un acuerdo entre particulares, no con la participación del gobierno, sentó un pésimo precedente de México y su gobierno.

Sin embargo, nada tan burdo como la aprobación la semana pasada, por parte de la Comisión Nacional de Control de Energía (Cenace), de ir en contra de aquellas empresas que generen energía limpia, lo cual pega de lleno a los consorcios nacionales o extranjeros establecidos en el Istmo de Tehuantepec. Desde el criticado mensaje de AMLO en La Rumorosa, en el norte del país, de considerar a la energía eólica como una alternativa poco viable y continuar con la generación de energía tradicional, a propuesta del octogenario titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el cuestionado Manuel Bartlett Díaz, las cosas para aquellas empresas que contribuyen a la generación de energía limpia, se han complicado.

Seguir anclados en las formas y fuentes convencionales y anacrónicas de energía a través de los combustóleos, carbón o agua, no sólo es estar en contra del progreso sino de la misma transformación que tanto se pregona en el actual gobierno. Se advierte que ni el presidente ni, mucho menos los funcionarios torpes e ignorantes que le rodean, como es el caso de la titular de Energía, Rocío Nahle, saben a ciencia cierta el monto de las inversiones y el infierno de amparos, protestas y chantaje que han padecido las empresas que se han asentado desde hace más de una década en la zona istmeña. Se trata, por supuesto, de una contradicción con el cacareado proyecto presidencial del Corredor Interoceánico.

¿Volver a la normalidad?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y su similar en Latinoamérica (OPS), tienen a México en la mira, más aún con el mensaje difundido por el presidente de la República, en el sentido de que una vez “aplanada la curva” de la pandemia de Covid-19, ciertas regiones, estados y zonas del país, podrían volver a la normalidad. Esta medida dada con celeridad y sin reparar en la verdad del coronavirus, ha sido motivo no sólo de críticas sino de temor. México no está en tales condiciones, además, vale la pena recordar que el gobierno mexicano se ha desentendido de los llamados de dichos organismos internacionales, para realizar las pruebas de la enfermedad y, sin maquillar cifras, darle a conocer la verdadera esencia del impacto de la misma. No hay que soslayar que, desde el inicio de la emergencia sanitaria, tanto el gobierno de los Estados Unidos como algunos diarios del vecino país insistieron en que las mediciones del mal no estaban apegadas a la realidad.

Fue motivo de escándalo nacional, cuestión que se destacó en los diversos medios de la capital del país y, por supuesto en EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, las notas que publicaron el mismo día, dos prestigiados diarios de la Unión Americana: The New York Times y The Washington Post, y recientemente The Angeles Times, así como el diario español “El País”, respecto a un posible maquillaje de cifras por parte del gobierno de la Ciudad de México, en donde estimaban el número de decesos al menos tres veces mayor al que reportaban las autoridades. Lo anterior puso en serio predicamento al Subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell Ramírez, quien acusó una especie de complot de la prensa internacional. Poco a poco han ido reconociendo que las cifras no corresponden a la realidad, habida cuenta de que el índice de mortalidad es mayor que el de España o Francia.

En nuestro ambiente local es preocupante asimismo el nivel de mortalidad que se ha alcanzado que, como lo publicamos el pasado domingo 10 de mayo, ha ubicado a nuestra entidad entre los cinco primeros lugares a nivel nacional. Es decir, de cada diez pacientes contagiados mueren dos. En efecto, cerca del 47% de los fallecidos han tenido complicaciones por otros males crónico-degenerativos que han padecido. Reconocer esta situación no ayuda en nada, más que las autoridades sigan insistiendo en la urgencia de que la mayor cantidad de personas se queden en casa. Ya hemos dicho que hay quienes de manera obligada tienen que salir a ganarse el pan, no obstante, el tránsito vehicular que se observa a diario, hace presumir que no se siguen respetando los protocolos de prevención.