“Quédate en casa”, la única opción
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Editorial

“Quédate en casa”, la única opción

 


Está probado ya por las autoridades sanitarias no sólo del país, sino en el mundo, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Panamericana de Salud (OPS), que la única alternativa para hacer frente a la pandemia que hoy azota a la humanidad, es el confinamiento voluntario en casa. Las lecciones de algunos países, Italia, por ejemplo, que luego de la advertencia de la llegada del COVID-19, siguieron su vida social con normalidad, con estadios de fútbol a reventar, en parques, jardines y playas, pero que posteriormente se tradujo en miles de muertes, ha sido una experiencia que nadie quiere repetir. Sin embargo, con preocupación se ha visto que hay aún miles de personas que circulan en las calles libremente que, pese al cierre de comercios, restaurantes, hoteles, cafeterías, playas, balnearios, etc., siguen transitando y descansando en los parques, como El Llano o la Alameda de León, continúan, no obstante ser conminados por la Policía Municipal para retirarse a sus casas.

En realidad, no es tarea fácil. Hay inclusive personas de la tercera edad, comerciantes o productores, como los que ya hemos mencionado aquí, que traen a la capital o van a los días de plaza a vender. No tienen otra alternativa para llevar el pan a casa. Y las autoridades, pese a los programas de apoyo económico, fiscal o solidario, no pueden sustraerse a dicha realidad. Cientos o miles viven al día. Hay en los mercados ancianas que desde muy temprano vienen de sus comunidades para vender lo que producen en sus parcelas, para ganarse no más que unos cuantos pesos, para llevar el maíz, el frijol, el arroz o el azúcar. Es triste, pero esto les pega más a los más pobres. ¿Y aquellos que no tienen casa a dónde ir? ¿Quienes sobreviven de la mendicidad o simplemente están en situación de calle?

Insistimos: no es tarea fácil vista desde la perspectiva de las esferas del poder. Sin embargo, es evidente que –como decimos al principio- quedarse en casa es la única forma de capotear la pandemia. Es obvio lo que viene es, por lo que ha trascendido, es aún más grave. Ya estamos en la Fase 3. Se trata de la generalización de los contagios, más allá de la fase comunitaria. Con certeza se tomarán medidas más drásticas para el confinamiento domiciliario. Ello debe ir acompañado, seguramente, por parte de las autoridades de programas emergentes de apoyo, ahora sí, para aquellos que viven al día y dicen con firmeza que prefieren que los mate el coronavirus, que el hambre. 

Llamados a la solidaridad

En días pasados dimos a conocer de algunas acciones emprendidas por personas altruistas, en favor de aquellos (as) oaxaqueños (as) que se han quedado sin trabajo. En el Mercado Zonal Santa Rosa, los comerciantes y vendedores de verduras y frutas sacaron una mesa para ofrecer bolsas para aquellas personas que se quedaron sin empleo o de la tercera edad, que carecen de los medios para mantenerse. Arriba de la mesa pusieron un letrero: “Si puedes, dona; si necesitas lleva”. Un gesto humano y solidario, pero sobre todo espontáneo y sin ningún fin más que ayudar a quien lo necesita. En días recientes, aunque de hecho se trata de un fenómeno ya tradicional, decenas de personas han acudido a las inmediaciones del Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, para donar comida y bebidas, a médicos, enfermeras y personal administrativo de dicho nosocomio, además de personas necesitadas que requieren un bocado.

En efecto, la pandemia, cuya Fase 3 está en marcha, ha traído consigo un lastre de problemas, además, por supuesto, en la salud. Se estima que a la fecha en Oaxaca se han perdido más de dos mil empleos directos. Es más, la semana anterior, incluso los voceadores, un gremio que vive de las comisiones que obtienen por la venta de periódicos, hicieron un llamado a las autoridades ante su precaria situación económica y porque la mayoría tiene sesenta o más años. Son pues más vulnerables a los efectos de los contagios. Así como ellos, los hay también en la zona del Mercado de Abasto, que se han quedado materialmente sin un peso para mantener a la familia, al menos con la canasta básica alimenticia. 

Lo anterior debe llamar la atención de aquellos oaxaqueños de noble corazón, para coadyuvar con aquello que consideren prudente, para aliviar en parte la difícil situación por la que atraviesan miles de empleados, meseros, cocineras, vigilantes, etc., que perdieron su trabajo. Hay a la fecha gestos notables. De ello no hay duda. Pero creemos que hace falta que haya más hechos solidarios, pues según las autoridades civiles y sanitarias, lo peor está por venir. Con certeza habrá confinamiento obligatorio como en otras entidades del país y más dificultades para los afectados que ha traído consigo este mal del siglo XXI, que hoy mantiene al mundo en suspenso y a los mexicanos en espera de una crisis de alcances aún no imaginados.


aa

 

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