Daños a la economía
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Editorial

Daños a la economía

 


La nota difundida por este diario, en el sentido de que las reservaciones en hoteles de la capital oaxaqueña y los dos principales destinos turísticos, han caído hasta un 10% para el período vacacional de Semana Santa, en virtud de las cancelaciones por la emergencia sanitaria que vivimos, advierte para los oaxaqueños en general, una severa crisis económica, una vez que pase este período de gravísimo riesgo. Y no porque sea la industria turística en sí la afectada, sino por el efecto dominó que se dará en el resto de la economía. La realidad es que hay muchas familias oaxaqueñas que viven todo el año, de lo que obtienen en esta temporada. Un ejemplo son las poblaciones del Istmo de Tehuantepec, como Juchitán, Santiago Laollaga, Magdalena Tlacotepec y las playas cercanas a Salina Cruz, ubicadas en agencias y municipios como Santa Gertrudis Miramar, Santiago Astata y otras, algunas de las cuales se ven abarrotadas en la temporada, por turistas locales.

Ni pensar siquiera en otros sitios de esparcimiento como Puerto Ángel, lugares aledaños a Huatulco, en la Cuenca del Papaloapan, los límites con el estado de Chiapas, etc., en donde los pequeños restaurantes, hoteles, hostales, transportistas, lancheros y otros, viven de las temporadas vacacionales. Sus fuentes de empleo son, justamente, vender o rentar en dichas temporadas. En algunos de ellos, como San Juan Guichicovi, Astata, Lollaga y Tlacotepec, éstos dos últimos con balnearios naturales muy visitados, sus autoridades municipales decretaron el cierre total de los accesos ante la amenaza de contagio con la pandemia de todos conocida. Es más, hasta algunas comunidades identificadas como “Pueblos Mágicos”, como Calpulalpan de Méndez o balnearios naturales famosos a nivel nacional, como “Hierve el Agua”, estarán cerrados al turismo.

Con certeza, en los días siguientes se irán sumando más. Lo que está en tela de juicio es el impacto económico que la contingencia sanitaria traerá consigo. Ya en la capital, desde el pasado la semana anterior, inició el cierre de establecimientos que no son prioritarios y que, por su afluencia de personas, pueden ser un foco letal de contagio. Cines, gimnasios, bares, discotecas y otros, han dejado de funcionar, por lo menos hasta mediados de abril, si es que ya ha pasado la contingencia. Caso contrario, suponemos que habrá medidas más severas para todos. El objetivo es, como ya se ha dicho, salvar vidas.

 

La protesta perpetua

 

Es impresionante la forma tan superficial en la que grupos, organizaciones y otros han tomado las medidas impuestas por las autoridades en esta contingencia sanitaria. A trancas y barrancas la protesta sigue como si nada, desafiando a la suerte y a probables contagios. Ya los vivimos con los violentos y beligerantes del Comité para la Defensa de los Derechos del Pueblo (Codep), pero también con los vecinos de una colonia de Santa Lucía del Camino, en exigencia de atención a calles y otros servicios, asimismo, con propietarios y operadores de juegos mecánicos que, a sabiendas de lo que se está viviendo, estuvieron presionando al gobierno de la capital oaxaqueña, para que les permitiera instalar una feria. Dichas protestas se han acompañado de los abominables bloqueos a calles y cruceros, como si en verdad estos tiempos fueran los de siempre. Y ello es lo que ha molestado mucho a la ciudadanía tomada de nueva cuenta como víctima inerme.

Y es que Oaxaca es el sitio de la protesta perpetua. Aquí se marcha, se bloquean calles, se toman oficinas, por todo y por nada. Entre más radical sea la protesta y la presión, más fácil se consiguen los favores del gobierno. Éste se ha acostumbrado a este tipo de acciones, pues no hay otra forma en la que reaccione. Porque tampoco están en sus facultades llamar a la fuerza pública para que evitar que la ciudadanía pague los platos rotos, tanto del chantaje que ejercen unos, como de la apatía de otros. Como en ninguna parte del país, en nuestra entidad, a quien protesta se le cubre con el sacrosanto manto de la impunidad. Puede hacer lo que le plazca sin recibir al menos un amago de reprimenda. El Estado se ha doblegado a la acción de los violentos, así provengan de comunidades miserables y recónditas.

Consideramos que dada la crispación social que vivimos en virtud del confinamiento voluntario y las medidas que se han adoptado y que, seguramente se habrán de endurecer en las semanas siguientes, nada tan negativo como el oportunismo de dirigentes y manipuladores de este tipo de protestas a quienes habrá que llamar a cuentas. Es inconcebible que aprovechen estos tiempos para llevar agua a su molino, algunas veces sirviendo a intereses políticos y partidistas, como es el lamentable caso de los militantes de Codep, que durante dos semanas nos estuvieron fastidiando con presiones y chantaje en calles y avenidas.