Sin programas relevantes
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Editorial

Sin programas relevantes

 


Estamos ya en el cuarto año de la administración de Alejandro Murat e, insistimos, no existe una obra relevante digna de mencionarse. No queda mucho tiempo para demostrarle a los oaxaqueños que se pueden hacer las cosas, no solamente administrar la pobreza, porque tampoco se sabe, salvo las llamadas Caravanas que ha llevado a cabo la Presidenta Honoraria del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, Ivette Morán, que exista un programa articulado para atender la pobreza y a la población desfavorecida. Y ello, no obstante la existencia de una dependencia, la Secretaría de Desarrollo Social y Humano (Sedesoh), ocupada en atender otras cosas y no la prioridad que podrían representar los programas encaminados a atender a los más pobres.
En efecto, todos han sido planes y proyectos. Pero nada se ha aterrizado, ni concretado. El mejor ejemplo son las carreteras al Istmo y a la Costa que, como mucho lo hemos dicho, ni con el ex presidente Enrique Peña Nieto ni con Andrés Manuel López Obrador, se han perfilado como una prioridad. Han sido sólo sueños guajiros para los oaxaqueños. En la misma dinámica tenemos ahora el Proyecto Transístmico, del que tanto se ha hablado sin que a la fecha se sepa de inversiones millonarias tanto públicas como privadas. Oaxaca sigue estando fuera de las prioridades, no obstante la reiterada mención de que con AMLO estaremos algo así como en la cima de sus afectos, pero en tanto no se traduzcan en obras y acciones de gobierno, de poco o nada sirven.
No hay que omitir que desde el mes de noviembre en que se aprobó la solicitud de crédito por 3 mil 500 millones de pesos, entre la ciudadanía se abrieron expectativas respecto a la realización de dos o tres obras importantes. Una de ellas, la terminación del Libramiento Sur, tan importante para desfogar el caos vial de la capital oaxaqueña y la agilización del tránsito terrestre. Al final del desayuno con los medios de comunicación el pasado 6 de diciembre, Murat Hinojosa reconoció que el famoso proyecto del Sitibus, habría de concluirse y que su gobierno destinaría una suma millonaria para tal fin. Se ha mencionado con insistencia asimismo, una obra en el terreno en donde está instalada la XXVIII Zona Militar, ubicado en Santa María Ixcotel. Pero no se ha sabido de movimientos o mudanzas de los militares hacia otros espacios. Por hoy, no deja de ser más que un proyecto como muchos.

Año Nuevo; nuevos precios

Desde el pasado primero de enero inició la espiral inflacionaria al anunciarse nuevos precios, algunos de ellos en realidad exagerados, que rebasan el 10 y hasta el 20%. Pese a la negativa tácita del gobierno federal en el sentido de que no habrá incrementos en impuestos, manejo de tarjetas de crédito, etc., en la realidad es el pueblo “sabio” el que paga los platos rotos, sobre todo los más desprotegidos y pobres. Empresas mexicanas y trasnacionales anunciaron, para ponerse en operación, aumentos en sus productos. A ello hay que añadir las cargas impositivas digamos a las bebidas gasificadas, cigarros y otros, que trascendieron desde la aprobación del Paquete Fiscal 2020, por la Cámara federal de diputados. Lo que sorprende es ese doble discurso. La doble moral de quienes anuncian con bombo y platillo que la prioridad de este gobierno son los pobres.
Aunque no de manera explícita, también los impuestos a la gasolina traerán consigo una cadena de incrementos en los productos básicos y los servicios. No es la primera vez que ello ocurre en los inicios de un año, pero al menos a la ciudadanía se le prepara sin demagogia. Mucho se dijo de los gasolinazos y de que bajaría el precio del combustóleo. A 13 meses de haber entrado en funciones el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, dicho elemento básico para el movimiento de la economía no ha cedido en el precio. No tarda en que se incremente el precio de los pasajes y que ello, asimismo, traiga aparejados nuevos aumentos en la canasta básica. Nada le cuesta a los artífices de este cambio tan singular, admitir que se trata de hacer crecer la economía sacrificando a las clases populares. Pero ya dejar de mentir o de abusar de la ignorancia de aquellos que de forma esporádica apostaron su voto.
El temor de una espiral inflacionaria está pues, bien sustentado. El pueblo mexicano sigue creyendo a pie juntillas que las cosas habrán de mejorar. Pero se sigue insistiendo en que falta al menos un año más para que el cambio anunciado se haga realidad. Ya veremos qué tanto hay de cierto en esta promesa fatua con la que se engaña de manera recurrente a los mexicanos. Es evidente pues, que en este régimen van primero los pobres, es decir, metafóricamente, los que van hacia el abismo. Es una pena que las cosas no se vean en la dimensión que son en realidad y que cualquier cuestionamiento a la conducción del gobierno federal, traiga consigo una serie de infundios y fanatismo.