Buenas expectativas
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Editorial

Buenas expectativas

 


Fue un aliciente para los oaxaqueños que en el discurso de toma de posesión como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador se haya referido en especial al Proyecto Transístmico, y o delineara como la construcción de una vía férrea moderna, que permita al traslado de mercancías de Salina Cruz y Coatzacoalcos, Veracruz.

Dijo que el movimiento de contenedores de un lado a otro, permitiría aprovechar la posición estratégica del Istmo de Tehuantepec, para acercar al Océano Pacífico con el Atlántico y tener la posibilidad comercial con Asia por un lado y el Este de Estados Unidos, por el otro.

Hay que recordar que hace poco más de una semana se llevó a cabo la consulta popular para validar este proyecto y nueve más, entre ellos la construcción del Tren Maya, con lo que se espera mover a millones de turistas. Dicha consulta anula de entrada la posibilidad de que grupos pseudo ecologistas u opositores a todo, se monten en dichos proyectos para torpedearlos, pues es la sociedad, así sea una mínima parte la que participó, quien da su aval para llevar a cabo los citados proyectos.

Ojalá pues el nuevo gobierno abra a los oaxaqueños y a los istmeños la posibilidad de crecer y generar empleos. Es increíble que teniendo una zona estratégica y reconocida a lo largo de la historia como única y excepcional, sigamos a la zaga del desarrollo nacional. Lo que queremos es que dicho proyecto se haga realidad, pues todos sabemos que si bien es cierta su viabilidad, también es cierto que gobiernos anteriores sólo nos han dado atole con el dedo. El citado proyecto ha sido parte del discurso sexenal. Por ello ha llevado diversos nombres: Puente Multimodal Transístmico, Corredor Interoceánico, Plan Alfa-Omega, etc.

Sin embargo, jamás se ha hecho realidad. Por una parte, por la oposición de grupos que se han enquistado en el Istmo, como la COCEI, la UCIZONI y otros, que anulan con sus vicios cualquier posibilidad de desarrollo y, por la otra, porque no ha existido de parte de los gobiernos estatales, la enjundia necesaria para hacerse corresponsable de un proyecto de tal envergadura. Ojalá que el régimen de Alejandro Murat, que ha puesto empeño en el referido proyecto, sea capaz de llevarlo a cabo, obviamente, con el apoyo del gobierno de López Obrador que ya perfiló su viabilidad.

Agenda pendiente

Con la desaparición de las delegaciones federales del mapa político nacional, queda la duda respecto a lo que estuvo en las manos de cada una de dichas áreas, que seguramente no podrá resolver la nueva responsable de la Delegación que designó el presidente López Obrador.

¿Qué pasará con los apoyos que están en curso dentro de los programas de apoyo al campo; a los más necesitados a través de “Prospera” o las sanciones que instrumentó en los últimos días la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT)? ¿Qué pasará con los miles de empleados de base, que realizaron el servicio civil de carrera y que están asignados a dichas delegaciones, cuyas fuentes de trabajo parecen estar en suspenso, pese a la reiterada promesa de que no se les habrá de afectar? ¿Hasta cuándo se dará la verdadera transición, para que todas aquellas áreas que hoy quedan sueltas, tengan un eje administrativo, un timón y mando?

No es pues tarea fácil lo que nos espera en materia de gobierno y administración, pues no obstante la existencia real de los delegados a que nos hemos referido, éstos no serán capaces de absorber todo aquello que en su momento estuvo dividido en diversas áreas.

Si bien es cierto que las políticas de austeridad serán las que rijan a la nueva administración federal, también es cierto que ello no debe obstaculizar la buena marcha de la administración pública. No se trata de ahorrar solamente en lo que se presumen cuestiones suntuarias, dejando al arbitrio de las circunstancias las cuestiones fundamentales de gobierno. En su discurso de la tarde del pasado primero de diciembre, el presidente perfiló las líneas que serán el eje de su gobierno, destacando temas como el fin de la impunidad y el restablecimiento del Estado de Derecho, entre otros. Se trata de un intento de cambiar el estado de cosas en el país, para que no queden cabos sueltos.

Por ello se habrán de acabar los privilegios y las canonjías; los fueros y las acciones que no tienen castigo. De cara a la Nación, asumió la responsabilidad de acabar de una vez por todas con la violencia y los ilícitos, que han hecho de este país una ínsula del crimen y la muerte. He ahí el por qué el gobierno de la República se lanzará contra delitos como corrupción, el fraude electoral, el robo de gasolina, la evasión fiscal y otros. Apenas pues se inicia la ruta y hay que ver si México cambia y es otro.