Aleluya, se abre la biblioteca 
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Aleluya, se abre la biblioteca 

 


Una agradable sorpresa me llevé el viernes en la tarde cuando enfrenté a una manifestación que hacían unas 20 personas por el “levantamiento” de la Biblioteca Pública José Vasconcelos, lo que entendí como la reapertura de la biblioteca. Hacía más de 60 años que no se daba este fenómeno en el mundo, una manifestación callejera por abrir un centro de estudios, esto ocurrió cuando se inauguró la biblioteca de Alejandría como un esfuerzo de la UNESCO para ubicar en ella todo el conocimiento humano que había en las últimas décadas del siglo XX y que estuviera impreso. Como soy un amante de los libros, cuando visité Alejandría, la mayor parte del tiempo la dediqué a visitar ese centro de cultura y de información que es único en el mundo. Se buscó con este esfuerzo retomar los trabajos que había realizado hace 25 siglos de crear una biblioteca que contuviera todo el conocimiento que existía impreso hace 2 500 años.

La UNESCO realizó un esfuerzo titánico para levantar la biblioteca que había sido incendiada por un loco que quería que lo recordaran de alguna forma y que nos hemos puesto de acuerdo para olvidar su nombre y sus características y poder ofrecer al mundo todo el conocimiento que estuviera impreso a mediados del siglo XX. Llevar a cabo esta tarea fue un esfuerzo titánico y, afortunadamente, todos los países respondieron mandando sus ediciones para que hubiera una muestra de la tarea editorial de cada país. Cuando fui revisé el área de México y me encontré que el Fondo de Cultura Económica era la única editorial que había mandado sus publicaciones. Era la época en que dirigía los esfuerzos de esa editorial y el Fondo era uno de los orgullos nacionales en la edición de libros. Desde entonces no había yo tenido una sorpresa tan agradable como la de este viernes cuando un grupo de manifestantes celebraban la apertura de un centro de estudio de investigación. Pues sí, tuve alguna una agradable sorpresa que se haga una manifestación porque vuelva a funcionar una biblioteca, un lugar esencial en la vida de una sociedad como es la biblioteca pública.

No hay gusto cumplido, al mismo tiempo pude constatar que tenía dos años y varios meses la biblioteca de Oaxaca cerrada y nadie había dicho nada, a nadie le importó que es un centro vital del conocimiento y de la comunicación humana estuviera cerrado. Después me entero que los empleados afiliados al sindicato del gobierno del estado no han asistido a trabajar en más de 24 meses, sea que el Estado ha estado como entidad administrativa paralizado desde hace más de dos años. De esa forma nos damos cuenta de que realmente no se necesita una burocracia para que las cosas funcionen, o aunque asistan estas personas, como están sindicalizados, no hacen absolutamente nada. Verdaderamente, trágica esta situación. El Estado invierte la mayor parte de sus ingresos en mantener a una serie de personas que teóricamente hacen funcionar al Estado como un mecanismo administrativo, pero no es necesario ese mecanismo administrativo. Seguramente, se puede alegar el problema de la pandemia que paró a todo el mundo, pero el problema de la burocracia en Oaxaca es antiguo y parece que no tiene solución. Las personas que laboran únicamente quieren tener una plaza sindicalizada para iniciar un proceso de hibernación en el cual no hacen absolutamente nada, más que cobrar sus quincenas.

Cada cambio de administración es una esperanza de que las cosas mejoren para el estado, para la sociedad y para todas las personas que habitan en un espacio político, dentro de unos meses tendremos una nueva administración que llega de un nuevo partido y qué ha sorprendido al país gobernándolo desde hace cuatro años. Ahora pienso que tenemos la posibilidad de cambiar verdaderamente porque en teoría llega otro estilo de gobierno y —creo— grupo de funcionarios y militantes políticos comprometidos con la honestidad y el trabajo en beneficio de los pobres. Vamos a ver cuáles son las negociaciones que están llevando a cabo y que finalmente conoceremos en los próximos meses cuando tome posición. Por lo pronto mantenemos la esperanza de un cambio que sea para bien de todos. Hacen falta obras fundamentales para que este estado se incorpore al desarrollo nacional sin las secuelas del subdesarrollo, que se incorpore como una región en pleno crecimiento que aporte beneficios para sus habitantes. Esperemos que así sea

Cuarto año de Gobierno

Mi amigo José Luis Porras está muy contento porque solamente faltan dos años de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador. El día primero de septiembre, dentro de una gran austeridad republicana y en el marco esplendoroso de las escaleras de Palacio Nacional teniendo como fondo la historia de nuestro país pintada por Diego Rivera, el presidente de México dio un informe de lo que se ha realizado tanto en las grandes obras del sureste como en los otros estados de la república, donde han surgido problemas de infraestructura. Tres son los grandes trabajos que se están realizando: la refinería de Dos Bocas, que ha quedado terminada en sus instalaciones y sólo espera que se le adapten algunos de los mecanismos técnicos de Red de refinación para que empiece a funcionar; lo mismo ocurre con el Aeropuerto Internacional injustamente boicoteado por las aerolíneas, pero que en los próximos meses estará funcionando a toda su capacidad. 

Muchos analistas políticos se sorprenden de la aceptación que tiene el presidente de México en su cuarto año de gobierno, la aceptación de la gente a sus programas y a su persona anda entre el 60 y 70% de la población; es obvio que son los más pobres y necesitados del país los que apoyan, reciben apoyos económicos, obras públicas y una atención permanente. El actual mandatario trabaja los siete días de la semana más de 16 horas al día, hacía mucho tiempo que no se veía una administración que estuviera pendiente de los asuntos del Estado y del desarrollo y que estos llegaran a quienes estaban destinados. Normalmente, había programas sociales y apoyos a los más pobres, pero casi todos estaban pensados como negocios para una clase política que estuviera ligada al gobierno. No se pensó en trabajar en una serie de programas que beneficiaran a los pobres, que le dieran un beneficio concreto y que ellos pudieran invertirlo en lo que quisieran. Casi siempre había intermediarios y mecanismos para quitar 10,15, 20% de los apoyos e impedir que estos llegaran a la población completos. Se veía el Estado como un negocio.

Antes los millones de pesos del presupuesto federal se repartían en las primeras 100 gentes que gobernaban, en los 10,000 empresarios fabricantes o comerciantes que tenían relaciones con el sector público y entre los empleados administrativos que tenían alguna relación con las inversiones. Ahora los millones del presupuesto federal se han destinado a obras públicas que beneficien realmente a la población, a los apoyos a los adultos mayores y a las personas con problemas, a la construcción del Tren Maya que no sólo será un tren turístico como sea publicitado, sino que se convertirá en un mecanismo de desarrollo que lleve a toda esa región los insumos necesarios para crecer el sureste tan olvidado donde no se han realizado obras que aceleren el despegue de esas poblaciones. El Tren Maya, sin duda alguna, se constituirá en un mecanismo de desarrollo fundamental para el país y en muy poco tiempo veremos a todos aquellos que atacaron esta obra, utilizarla para su beneficio. Fin.