Donald, la amenaza rubia De comidas y sabores
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Donald, la amenaza rubia De comidas y sabores

 


Donald Trump es sin duda un hombre que trata de ser impredecible y sorprender al mundo, Ubicado en el epicentro del escenario mundial como presidente del país más poderoso de la tierra, después de China y Rusia, hace rounds de sombra con sus buenos vecinos. Decía Rius, ese maestro extraordinario que jugaba a caricaturista, que nosotros éramos los buenos y ellos los vecinos. Un fin de semana con ganas de ponernos a trabajar horas extras lanzó un twiter que hizo subir el precio del dólar y poner a sufrir a quienes manejan los mercados de valores. Nos amenazo, no con invadirnos, que hubiera sido lo mejor, sino con subir en forma escalonada los impuestos a los productos mexicanos por no cerrar nuestras fronteras a los migrantes que buscan llegar a los Estados Unidos atravesando nuestro país. Trump, invoca una Ley de 1977 que otorga Poderes Económicos de Emergencia Internacional a los presidentes americanos y que se intenta utilizar por primera vez en la historia de los E.U. En síntesis una arma secreta de la que nadie se acordaba.

Lo que quiere Trump en concreto es que le sirvamos de porteros. Su actitud prendió los focos rojos. En primer lugar nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador que se ha negado a ponerse los guantes y siempre ha dicho que no se va a pelear con Donald Trump, ante la amenaza que representaba esa declaración, tuvo que agarrar sus armas: la inteligencia y el conocimiento de la política para ubicar el problema en un contexto racional. Le envió a Trump una carta que es una muestra de un mandatario que conoce sus debilidades y fortalezas y exige dignidad y respeto. En ella afirma” Le propongo profundizar en el diálogo, buscar alternativas de fondo al problema migratorio y, por favor, recuerde que no me falta valor, que no soy cobarde ni timorato, sino que actuó por principios”

En primer lugar el problema de los migrantes es un problema ficticio, creado por un político oportunista que ve en explotar el tema una manera de ganar votos de los electores de bajos recursos en los Estados Unidos. Los Estados Unidos puede absorber varios millones de migrantes más sin que pase absolutamente nada, salvo que recibe mano de obra barata. Formado por diversas migraciones por gente que buscan la libertad, el trabajo, la posibilidad de educarse y crecer es donde radica la mayor fortaleza del imperio. Demógrafos, economistas, futurólogos, científicos y políticos han advertido que los Estados Unidos pueden absorber nuevos migrantes, gente de trabajo, con un valor inaudito, una fuerza singular, un deseo de logro particular y que está desesperada por la falta de desarrollo o libertad de los países en que nacieron. Son en síntesis personas de excepción. Son casi iguales a los ingleses, franceses e italianos que cruzaron el Océano Atlántico hace dos siglos para poblar el norte del continente. De manera que las migraciones benefician a los Estados Unidos que reciben gente preparada y con ganas de trabajar.

La tragedia de esta situación es que entre los Estados Unidos y México no puede haber una guerra, tenemos una relación asimétrica, y somos casi una colonia en lo económico y en lo cultural, como Puerto Rico. Los gobiernos neoliberales se olvidaron de fortalecer el nacionalismo y nos abalanzaron a los pies del imperio americano, sin una identidad, sin una estrategia cultural y comercial. Esto unido a más 3,000 kilómetros de frontera presenta una situación de desventaja para México. No hay duda que se van a solucionar estos problemas, son locuras de un prepotente; pero mientras tenemos que reconocer que la relación con los Estados Unidos, no es una tarea fácil, tiene enormes desventajas para los mexicanos y en muchos casos tenemos que aceptar las reglas que nos imponen.

De comidas y sabores.
Repentinamente me di cuenta de que ha pasado el tiempo. Tal vez demasiado 50, 60, 70 años. Una imagen detona nuestros recuerdos y nos lleva internamente a otros momentos seguramente más bellos por el paso del tiempo, se han olvidado lastimaduras, pequeñas lesiones, si es que las hubo. El recuerdo queda limpio, transparente, sin dolor, un poco amorfo en cuanto a los sentimientos, pero lleno de colores y matices como si los hechos estuvieran ocurriendo en ese momento. En ocasiones es como fotografías o una secuencia de escenas recortadas. Parece ser que se eliminan los detalles menos importantes en favor de una imagen más luminosa donde solo prevalece lo que hemos escogido como bueno o excelente.

Hay en el mercado Dos de Abril de la ciudad de México, que está atrás del teatro Blanquita y entre las calles de Francisco Javier Mina y Pensador Mexicano un puesto de tacos de Barbacoa que empezó sus actividades hace más de 115 años, cuando don Porfirio Díaz inauguró diversos mercados en la ciudad de México para embellecerla con motivo de las fiestas del centenario.

El dictador arreglo una serie de parques y mercados y entre sus “sabias” decisiones prohibió que los mexicanos que solo usaban calzón largo de manta no circularán en las calles principales de a ciudad. Las fiestas del centenario de la independencia fueron las fiestas de Don Porfirio, quien las disfruto de principio a fin. Las preparo con todo cuidado y esmero atendiendo a los más pequeños detalles. Empezó expulsando y encerrado a todos los revoltosos que protestaban por su seis reelecciones los Flores Magón, los Madero, los Serdán, los generales que querían sucederlo, construyó la Columna de la Independencia, quiso inaugurar un nuevo palacio legislativo para sus dóciles diputados y embelleció la ciudad de México. Los recuerdos vivos de esa etapa de México han desaparecido, ninguna persona de esa época está viva y las ciudades han cambiado en muchos aspectos, sin embargo todavía se conservan algunas tradiciones. Hoy el local de los tacos es atendido por un joven de 22 años, producto de la cuarta generación de fundadores. Había estudiado historia e informática y atiende tres días a la semana este negocio de sus bisabuelos, con el mismo cuidado y utilizando los ingredientes que se usaban hace más de un siglo, todos sus abuelos y tíos abuelos, tíos y su padre han muerto. Él mantiene con un sentido casi religioso la tradición de más de 115 años de hacer tacos, salsas, consomés que permiten saborear en su totalidad al borrego y forman todo un desayuno de miles de mexicanos.

Así como ocurre en este pequeño y enorme negocio con una tradición centenaria, así existen una serie de nuevas generaciones que están tomando los mandos del país, mantienen tradiciones y se adaptan a los requerimientos del siglo XXI. Este viernes próximo pasado, como lo he hecho desde hace sesenta años, volví una vez más al mercado del Dos de abril a comer esos tacos que satisficieron mis necesidades e ilusiones más primitivas y se convirtieron en una tradición de mis gustos y afinidades.

En la vida he probado casi todos los sabores del mundo, los característicos que ha producido la especie humana con la magia del fuego y la mezcla de frituras, especies, carnes, pastas, salsas. He adoptado y hecho propias algunas comidas que me eran desconocidas, rechazado otras, reinsisto en paladear las tersuras y descubrir nuevos sabores Algunos bocados los pego a mi paladar para absorber todo el sabor, otros los devoro con prisas inexplicable. Tengo menús establecidos y nunca me niego a probar algo nuevo. Uno de mis vicios en los viajes es que busco las comidas locales, en ocasiones con resultados de intoxicaciones leves, que una vez que se terminan, me permiten seguir saboreando esos manjares que se producen en el mundo y que hoy recuerdo, al devorar después de mucho tiempo unos deliciosos tacos de barbacoa. Fin

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