Violencia VS desarrollo
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Violencia VS desarrollo

 


*Condenados al subdesarrollo

Jamás había yo visto un presidente de la República preocupado por el desarrollo de Oaxaca y de todo el sureste mexicano como Andrés Manuel López Obrador. Desde la época del presidente Don Benito Juárez, quien puso de su bolsa dinero para que se introdujera el ferrocarril a la ciudad de Oaxaca y don Porfirio que desarrolló parte del Istmo por aquello de sus leyendas con Juana Cata, Oaxaca, ha estado en el cajón de los olvidos de los ejecutivos federales. Tuvieron que pasar 80 años para que se hiciera una súper carretera, no llegamos a autopista. Por “angas o por mangas” Oaxaca está en los últimos escalones del desarrollo nacional. Se culpa a la geografía del atraso, creo que hay otras razones.
Donald Trump y su grupo están convencidos de la propuesta de López Obrador, de que la única forma de terminar y controlar la violencia, el narcotráfico y las migraciones es desarrollar el sureste mexicano y la región centroamericana.
El desarrollo será el muro más grande de contención a esas migraciones que cada día toman nuevas modalidades y expresiones. En el mediano plazo los migrantes no tendrán que salir de sus poblaciones a buscar trabajo, lo tendrán a unas cuadras de su casa, ese proceso detendrá las migraciones por hambre.

En este nuevo impulso al desarrollo de la región los oaxaqueños corremos el peligro de quedar al margen de las inversiones y el crecimiento como fue en todo el siglo XX. Como los oaxaqueños son rijosos, peleoneros, alegadores y amenazantes por su violencia, en los análisis de costo beneficio de las inversiones en los fríos análisis de los despachos donde se hacen los proyectos, al llegar al factor humano sale un individuo violento, agresivo, que se oculta en el anonimato de la comunidad y el grupo para descargar un odio ancestral. Intimidantes, alegan derechos inexistentes para que les den además de sueldo y el reparto de utilidades una parte de las ganancias. Como gánster cobran derecho de piso, hacen paros locos, toman carreteras, destruyen inmuebles y muebles y se enorgullecen de su violencia y de imponer una voluntad que trae como consecuencia pérdidas económicas, destruyen el tejido social y generan desconfianza.
Corremos el gravísimo problema de que las inversiones y las empresas nos salten y se desarrolle Chiapas, Tabasco, Yucatán, Guatemala, Honduras, Nicaragua y nos quedemos como una isla subdesarrollada, como nos pasó en el siglo XX. Los dueños del capital no tienen querencias, tienen intereses, buscan zonas seguras y rentables para sus inversiones. Necesitan gente trabajadora, disciplinada y productiva. Con estos requisitos no piensan en Oaxaca. Y, que me perdonen los oaxaqueños, piensan en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León. En Yucatán en Chiapas, en Honduras, donde la inversión y la tranquilidad laboral está asegurada.
Algunos gobernadores oaxaqueños hicieron esfuerzos de poner pequeños parques industriales en sus municipios para que se capacitara la mano de obra y se iniciará un proceso de industrialización o de maquilas. De esos proyectos no queda nada. El oaxaqueño violento y politizado, puso su parte en el escenario para desaparecer estos proyectos: exigencias imposibles de cumplir, paros y plantones, cierre de carreteras y accesos. Suspensión de actividades en las escuelas, se llegó a suspender la fiesta regional más importante del estado: la Guelaguetza.
Así fue todo el segundo tercio del siglo XX y lo que va del XXI. Por eso es difícil encontrar empresarios que quieran invertir en Oaxaca, por el carácter de los oaxaqueños que, según algunos políticos, están muy politizados y de todo hacen un problema.
Mientras nosotros demostramos la fuerza bruta y la violencia, otras comunidades en otros estados empezaron a disfrutar de las fuentes de trabajo, los salarios permanentes, la seguridad social, aguinaldos y estabilidad en los empleos.
Ningún gobierno puede dar una solución. En el equilibrio de fuerzas, la Sección 22 del magisterio tiene 80 mil maestros, llenos de intereses de gremio, odio e ignorancia que están dispuestos a tomar las ciudades; las fuerzas policiacas y del orden en todo el estado suman dos mil quinientas. La sociedad civil que podría presentar un frente de apoyo al orden y la legalidad se ha vuelto insensible de los problemas políticos y busca sortear los incidentes inmediatos, que buscar y participar soluciones de largo plazo. Nos enfrentamos a un Estado débil, frente a grupos fuertes y hostiles, a grupos que han optado por obtener todo lo que quieren principalmente dinero con base en la violencia. Con estas características de conducta social que encabezan los maestros de la sección 22, estamos condenados a cien años de subdesarrollo y sin segundas oportunidades. Ni Andrés Manuel, ni el que viene, traigan las intenciones que sean, puede con los oaxaqueños. Oaxaca es una granada sin seguro
Lo más grave es que la violencia ya se convirtió en una constante y el subdesarrollo se muestra en todas sus expresiones de salud, educación, vivienda. La cultura de la violencia nos está condenando a ser pobres por generaciones.
Ni modo, que le vamos a hacer, aquí nos tocó nacer, en la región más politizada y conflictiva de México.