A Ciro Gómez Leyva y a la veintena de periodistas asesinados.

A los medios atacados con el discurso del odio

1).- Rebatiña por la entelequia

El PRI oaxaqueño, al igual que su matriz nacional, viven los peores momentos de su historia. Derrotas, escándalos, defecciones y trapecismo. Cuando el rey ha dejado el trono, los súbditos se dan con todo para repartirse los despojos. En 2010, luego de la derrota ante la coalición PRD-PAN-PT-MC, que llevó a la gubernatura a Gabino Cué, el ex gobernador Ulises Ruiz entregó la entelequia tricolor a quien fuera candidato, Eviel Pérez Magaña. Y los demonios se soltaron. Hubo una rebatiña por los restos del fiambre destazado. La fractura prevaleció: muratistas orgánicos contra ulisistas doctrinarios, en guerra de baja intensidad. Ni el arribo a la gubernatura de Alejandro Murat, con los colores del PRI, pudo paliar la disputa.

2).- Ni para el acarreo

La pasada elección de candidato a la gubernatura dejó serios agravios. Al menos dos aspirantes trabajaron: Germán Espinosa y Francisco Ángel Villlarreal. De los palomeados para caminarle ninguno cuajó la candidatura. En el CEN del PRI, fast track ungieron a Alejandro Avilés. Era el único que podía concitar la unidad. Sin embargo, no fue tal. La burbuja de cercanos desató un brutal torpedeo y descalificación a la dirigencia estatal, presidida por Javier Villacaña. Al Comité Directivo Estatal (CDE) lo apretaron económicamente desde la gubernatura. La campaña contra el candidato de coalición “Juntos hacemos historia en Oaxaca”, Salomón Jara, estuvo permeada por la indigencia. Los recursos disponibles para ese propósito se diluyeron en bolsillos o cuentas personales. La rapiña a todo vapor.

3).- Amarres y pagos de favores

En la definición de las candidaturas locales para la LXV Legislatura, una militancia despanzurrada y cada vez más desencantada, se sorprendió con el otorgamiento de los espacios plurinominales. El trabajo político, los años de escoleta y entrega al partido valieron gorro una vez más. De las 6 curules obtenidas sin hacer campaña, la más cuestionada fue la de Samuel Gurrión. Aún mantenía la regiduría por el PAN en el ayuntamiento de la capital, luego de su derrota por la presidencia municipal llevando los colores albiazules. Menos cuestionada fue la de Elvia Gabriela Pérez López. Se asumía pago a Eviel, su padre. Argumentando una supuesta disputa con Avilés, por la coordinación de la bancada, Gurrión, cual artista del trapecio, mutó al Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Y pataleó para hacer bancada.

4).- Defecciones y tránsfugas 

De Samuel, que siempre ha obrado con premeditación hacia donde va la jugada, era de esperarse. Pero no de una joven como Elvia Gabriela que, con una militancia de apenas un año logró un espacio que miles de priistas anhelaban. Desde luego que no es el único caso. Ese favoritismo es uno de los pivotes que hoy mantiene al PRI boca abajo; derrotado y exhibido. La ronda generacional; el patrimonialismo político. En el fondo de todo son los clásicos ajustes de cuentas por el control del tricolor en Oaxaca, con miras a lo que se perfila en 2024. Y, sobre todo, ponerlo a los pies del gobierno de Salomón Jara. La supervivencia es prioridad. ¿Y los principios? ¿Cuáles?

5).- Y la disputa arrecia

Se advierte en el horizonte una mayor pulverización en las filas priistas. Quienes disfrutaron del régimen de Alejandro Murat, son quienes se perfilaron como sus peores enemigos, cuando el poder apuntaba a su fin. Ahí está el sempiterno Cándido Coheto. Pero hay otros Judas. No son pocos los que tratarán de buscar acomodo en el gobierno actual. Y habrán de abjurar de su militancia tricolor. Otros más, buscarán hacer votos en el PVEM. Esa cortesana barata del sistema político mexicano, que con el Plan “B” se mantendría ad perpetuam. Pero le bajaron los humos. Van por donde suenan los chelines. Y en las definiciones del tricolor en 2024 se darán con todo. Ya veremos las mismas caras, nada más que más viejas… pero agarrándose del chongo.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— El gabinete legal, pero sobre todo el ampliado del gobernador Salomón Jara, bien puede calificarse como un verdadero “retrato de familia”, pero de medio pelo. Varios matrimonios metidos en la nómina, parientes, consanguíneos y hasta quelites, por igual. Se premió el activismo político no la experiencia y el perfil. Ganar elecciones no es sinónimo de gobernar. Nepotismo, aquí y en China es corrupción. En México es violación flagrante a la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos. Ni más ni menos.

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