Sucesión presidencial
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De Frente y de Perfil

Sucesión presidencial

 


México es un país en el que el juego de la sucesión presidencial gusta y entretiene por años, desde el inicio de un nuevo sexenio, hasta el momento mismo de la postulación de los candidatos. 

Atrae, especialmente, todo lo referente a medir las posibilidades de los aspirantes del partido en el poder, en un intento de respaldar al favorito de cada uno. 

Este juego ha tenido una variante en los años recientes, donde las cartas de los prospectos se han abierto con anticipación, cosa que no sucedió durante los años de dominación priista. 

Sin embargo y aunque se ventilan públicamente todas las cartas de los posibles contendientes, se guarda celosamente, desde las esferas del poder el nombre que con antelación se viene preparando para competir con los colores del partido gobernante. 

En los tiempos del priismo recalcitrante estaba totalmente vedado que los aspirantes revelaran sus intenciones de competir por la candidatura presidencial, ya que corrían el riesgo de ser eliminado de la lista de aspirantes. 

Una frase muy repetida de aquel entonces fue la expresada por Fidel Velázquez, eterno dirigente de los obreros afiliados al PRI: “el que se mueve no sale en la foto”, indicación que los militantes de ese partido seguían sin protesta alguna. 

Todos los partidos eran muy celosos del manejo de nombres de sus candidatos, aunque durante 70 años se sabía que tenían escasas posibilidades de competir con éxito, con todo y los rompimientos habidos en esas décadas de dominación tricolor que dieron a sus opositores candidatos como Ezequiel Padilla, Miguel Henríquez Guzmán y Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros. 

Fue hasta la aparición de Vicente Fox Quesada que un candidato anunció con tres años de anticipación que competiría por la candidatura presidencial de su partido. Lo hizo desde la comodidad del gobierno de Guanajuato que encabezaba. 

No le fue sencillo conseguir la nominación, ya que tuvo que doblar la voluntad de la dirigencia del partido blanquiazul que no estaba de acuerdo con sus métodos y tácticas. 

Con todo y ello, Fox Quesada se convirtió en candidato y cumplió su palabra de sacar al PRI del gobierno federal. El complemento de la historia lo conocemos, fue un gobierno fallido, que tampoco cumplió con lo ofrecido. 

Con Felipe Calderón pasó algo similar, cuando consideró habían llegado los tiempos de abrir su cartas en pos de la Presidencia de la República, lo que realizó en una comida, donde el entonces gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, realizó el mítico destape. 

El otro personaje que rompió con las reglas no escritas fue Enrique Peña Nieto, quien lo hizo de manera timorata, alegando a los tiempos de su partido, para manifestar su intención de competir por la Presidencia de la República, lo que confesó hasta que tenía amarrada la candidatura. 

Se sabía con mucha antelación que Peña Nieto sería el candidato priista, ya que la estrategia venía desde el momento mismo en que asumió el gobierno del Estado de México, desde el que se dedicó a construir su candidatura, basado en el amplio presupuesto de la entidad mexiquense y en una red de operadores que dedicaron su tiempo a tejer la intricada telaraña de relaciones del mexiquense. 

Cuando llegó el momento del apoyo, docena y media de gobernadores tenían compromiso con el ya para entonces ex gobernador del Estado de México, quien no había financiado parte de sus campañas electorales y jamás faltó a los informes de gobierno, como una deferencia hacia los que llamaba sus amigos. 

De ahí en fuera, la mayoría de los candidatos presidenciales se han esperado a los tiempos que su partido les dicte, en donde además tuvieron que apechugar, sin reclamos (la mayor parte de ellos) con la decisión del gran tótem de su partido. 

Ahora que el Presidente López Obrador anunció que se dará un relevo generacional al término de su mandato, ya que no pretende reelegirse (condición que no existe en la Constitución política), habremos de ver cuál será el método que seguirán el partido, el propio Ejecutivo y cada uno de los aspirantes, aunque para eso falten casi tres años. 

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Una baja sensible para la alianza PRD.PAN-PRI representa la muerte de Leonel Luna, candidato a diputado federal, en uno de los distritos de la alcaldía Álvaro Obregón, donde fue jefe delegacional en dos trienios, Leonel era una de las cartas fuertes de esa alianza para ganar un distrito de mayoría. 

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