Historias del Congreso
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De Frente y de Perfil

Historias del Congreso

 


El Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos se puede distinguir de otros muchos del mundo, por sus historias, sus debates (algunos encendidos), por dar vida a dos Constituciones consideradas, en su momento, como avanzadas, muchos de sus artículos enmendados después y las formas ventajosas en que han actuado sus respectivas mayorías, para la aprobación de leyes.

Constantemente las dos Cámaras que lo integran, la de senadores y la de diputados, provocan escándalos que con el paso del tiempo se van desdibujando y empequeñecen cuando surgen otros.

Es una vitrina con vidrios muy delgados que se fragmentan con cierta facilidad, pero con una piel delgada y sensible de los legisladores del momento que se lastiman y ofende con algunas precisiones que les hacen, pero que ni se inmutan con sus formas de proceder.

Los congresistas mexicanos han sido testigos en el paso del tiempo de suicidios al interior del recinto, incursiones a caballo de personajes ajenos, la quema del recinto legislativo, peleas a golpes, amenazas, interrupciones de informes presidenciales e impedirle el paso al Ejecutivo. La creación de las figuras de juanitos y juanitas, el cierre de sus instalaciones con personal dentro y muchas atrocidades, incluyendo la presencia del Ejército para resguardar los paquetes electorales de 1988, sin ir demasiado atrás en el tiempo.

 

Una de las constantes es el cambio de piel de sus legisladores, los más de ellos que usan al Congreso como plataforma de lanzamiento, para saciar sus ambiciones, sin importar no dar cumplimiento a sus labores y menos todavía responder a sus electores.

Los diputados y senadores mexicanos cambian de ideologías (¿la tienen?) y sin empacho alguno optan por derecha, izquierda, centro, al lado inverso, después de alcanzar su meta de llegar al Congreso de la Unión.

Casos hay muchos, algunos lo hacen por despecho, otros por no sentirse cómodos con la camiseta elegida en primera instancia y otros llegan a ser convencidos por una monedas (miles o millones, dependiendo). Ninguna legislatura se queda al margen de estos saltimbanquis de la política.

La reflexión no se les da y prefieren seguir los mandamientos de su pastor en turno. Existen infinidad de casos en que los diputados aprueban reformas, enmiendas y hasta nuevas leyes, sin siquiera conocer el contenido de ellas. En este rubro compiten lo mismo izquierda, derecha que centro.

Cuidan perfectamente que sus salarios cuenten con otros emolumentos adicionales, aunque siempre dicen que mantienen un ritmo austero. Se quejan de las decisiones de la mayoría, sin importar quienes la integren y olvidan que en su momento sus partidos fueron similares o, incluso peores en la adopción de medidas. Canjean, en algunos casos, la aprobación de presupuestos por dinero.

Apenas hace un par de días se definió la desaparición de dos bancadas (PRD  y PES) que seguían constituidas en forma irregular, pues no reunían el mínimo de cinco senadores para actuar como tales y que irregularmente se les permitió por año y medio continuar como tales. El PRD se quedó con cuatro desde septiembre de 2018 y el PES en septiembre de 2019.

Durante ese lapso hasta el pasado miércoles, dichos grupos gozaron de los extras a que tiene derecho una bancada y dispusieron de oficinas como tales. Los abusos en el Congreso hacen recordar como en 1988 la mayoría priista compuesta por 260 legisladores contra 240 de la oposición evitó que los partidos minoritarios integraran la Gran Comisión y tampoco pudieran presidir la mesa directiva que entonces era mensual en períodos de sesiones. Tampoco permitieron a MORENA formara su grupo en el Senado con todo y que rebasaban en número a otras fracciones.

Cada trienio o sexenio, el Congreso de la Unión nos proporciona nuevas aventuras, las que no satisfacen a quienes no se encuentran del lado de esa mayoría abusiva y posesiva.

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