Los reyes magos y sus usos políticos
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Los reyes magos y sus usos políticos

 


Una de las primeras celebraciones del año es la relacionada al día de reyes. Esta festividad tiene dos facetas: por un lado, la entrega de juguetes a los niños y niñas; por otro, la “partida” de la rosca de reyes –mis estimados lectores deben saber muy bien de qué hablo, ya que en Oaxaca estas tradiciones se encuentran mucho más arraigadas que en otras partes del país y que otras tradiciones de carácter anglosajón, como la de Santa Claus–. Sin embargo, el día de reyes acarrea –como toda actividad social– diversos planos de lectura. El más evidente de todos es la enorme influencia de la iglesia católica (como institución) que nos otorga un medidor de la cultura social e idiosincrasia de la gente –al menos en nuestro estado–. Otro plano de lectura es el económico, ya que la venta de juguetes, así como de roscas, supone la primera activación económica del año (sin olvidar el tema turístico). Finalmente, el tema político –por su carácter transversal– es quizá uno de los más complejos, ya que la colocación de puestos ambulantes en diversos puntos de la ciudad, así como de tianguis dedicados casi exclusivamente a este tema, suponen el estiramiento de la relación entre las instituciones formales e informales; por su parte, el discurso político alrededor del uso de juguetes para la satisfacción de la niñez ha sido duramente criticado en muchas ocasiones –una de las críticas más grandes con respecto a este tema es que los niños no son “sujetos electorales”, es decir, no pueden votar, y muchas veces esto hace que las instituciones los olviden–.

La celebración del día de reyes se remonta a un pasaje bíblico que no es necesario retomar en esta columna –pues la mayoría de lectores lo deben conocer muy bien–, el tema necesario es poder diferenciar la concepción que se tiene del catolicismo como institución y como religión. La religión es el conjunto de creencias y conocimientos a través de los cuales se configura el mundo y otorga una dimensión espiritual a la persona que la profesa; por su parte, la institución católica, es el conjunto de estructuras, leyes y normas, la forma de administrarse y, por supuesto, las implicaciones ideológicas. No es el objetivo de esta columna entrar en un debate religioso, sino entender que la religión es una cosa y la institución religiosa es otra. Mientras que la religión profesa una serie de valores de carácter moral, la institución puede darse el lujo (mediante prácticas sistematizadas) de transgredir la integridad física y moral de las personas, justificadas en su carácter y discurso ideológico. 

Por otro lado, el olvido de la niñez es un tema recurrente que se puede leer de la siguiente manera: si bien, los niños y niñas no son sujetos electorales, forman parte fundamental del núcleo familiar, por lo que su apoyo –desde instituciones gubernamentales– cala hondo en la psique de la población, además que supone una forma de legitimación social. En otras palabras, las instituciones que se dedican al trabajo con niños (sean gubernamentales o no) tienen amplia aceptación en la población en su conjunto y en la opinión pública.

Por otro lado, la aparición de los diversos tianguis de juguetes (que tienen mayor envergadura que la celebración de navidad) es otro de los elementos de suma relevancia para los oaxaqueños. En Oaxaca existe el “Tianguis del juguete” –llamado así popularmente– que, en condiciones normales, se ha ubicado de manera ininterrumpida y masiva. También hay otros puestos ambulantes y fijos que se colocan en diferentes puntos de la ciudad con la intención de vender sus productos aprovechando las festividades. Sin embargo, el principal “pero” que le han puesto a este tipo de establecimientos es la gran red de pagos y contribuciones informales y meta-legales (más allá de la ley) que se hacen entre vendedores, líderes y autoridades, además que se trata de la incentivación del trabajo informal.

Finalmente, la venta de roscas y juguetes se encuentra profundamente dividida: por un lado, quienes optan por comprar en establecimientos locales y, por otro, quienes se acercan a empresas y cadenas grandes, incluso transnacionales. Si bien, la invitación siempre es a consumir local y apoyar a la gente de a pie, las motivaciones por las que se consumen juguetes y roscas en otros espacios puede ser multifactorial. No obstante, la sociedad mexicana (y oaxaqueña) es profundamente clasista y racista. Vale la pena asomarse al tipo de juguetes que se venden (y consumen) en diferentes sectores de la población y diferentes sectores del estado; lo mismo que dónde se adquieren las roscas. 

En suma, la celebración de reyes es un tema complejo.

 

*Politólogo UNAM

Twitter: @vidanyhbo