Parálisis facial
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Opinión

Comentario Pediátrico

Parálisis facial

 


Es la disminución o ausencia completa de movilidad en alguno o todos los músculos de un lado de la cara, que puede afectar la producción de saliva, lágrimas y detección de sabores, por alteración en la conducción de estímulos del nervio facial afectado (mismo lado), que en casos bilaterales (muy raros), incluye a todos los músculos de la cara. 

La mayoría de los nervios salen de la columna vertebral para recibir y enviar señales al cerebro, pero existe un grupo (12) que salen de los agujeros del cráneo a cada lado (pares craneales). Por su secuencia de salida se numeran y corresponde en séptimo lugar al nervio facial salir para distribuir sus raíces a los diferentes músculos de la cara y ramas sensitivas adicionales. Su trayectoria incluye distribución relacionada con el oído medio y hueso temporal (de cada lado). Algunas alteraciones que afectan esa trayectoria pueden influir a producir la deficiencia en función (parálisis periférica), pero en otras ocasiones, la alteración se debe a condiciones especiales y/o desconocidos de los centros de origen del nervio facial (dentro del cerebro -parálisis central-) que se nota como diferente al mantener las funciones adecuadas de contracción muscular en región superior de la cara y solo tener afectado el movimiento en la mitad inferior. 

Esta parálisis ocurre de 2 a 4 veces menos frecuentemente en niños que en adultos. La incidencia en niños menores de 10 años es aproximada de 2.5 por cien mil cada año y en niños mayores de 10 años es de 10 por cien mil por año. Por su causa en la mayoría de los casos (tanto en niños como en adultos), no se logra establecer una condición específica que la genere (las personas la relacionan con exposición al frío, -parálisis de Bell-) ocupando hasta 70-75% de todas las parálisis. El resto son debidas a diferentes causas primarias, que en niños pueden ser: de tipo congénito, infecciosas o traumáticas. 

Entre las causas infecciosas, la infección del oído medio (otitis) sigue siendo la más frecuente en la población infantil, pero debido al uso generalizado de antibióticos se han disminuido las complicaciones de la otitis que incluía la parálisis del nervio facial. Otras causas de infección lo establecen la infección (Lyme) transmitida por mordedura de garrapata especial, que se caracteriza por afectar zonas geográficas definidas. El virus de herpes también puede producir esta alteración notando en estos casos, la aparición de pequeñas vesículas muy dolorosas (zóster) en el conducto auditivo externo que aparte de la parálisis de músculos faciales, afecta el equilibrio y la función auditiva. En forma adicional otra gran variedad de virus, pueden llegar a afectar este nervio. 

Por traumatismos por lesión en el hueso que lo contiene, puede presentarse con mayor frecuencia en dos momentos especiales: entre los dos a cuatro años y entre los seis a los ocho. Se puede presentar daño al nervio también con la realización de cirugía del oído. 

En forma menos frecuente, esta alteración puede ser secundaria a tumores benignos o malignos y algunas enfermedades de autoinmunidad.  

Esta parálisis facial se manifiesta al notar que la mitad de boca no tiene movimientos, no hay control del alimento ingerido del lado enfermo por donde se escurre, hay dificultad para poder cerrar el ojo del lado afectado, notando que, al intentarlo, el globo ocular gira hacia arriba y ligeramente hacia el centro de la cara, el párpado inferior cae y está evertido, dejando un espacio amplio entre ambos párpados, además de no poder levantar la ceja del lado afectado o no poder arrugar la frente. 

La parálisis del nervio facial puede tener un efecto significativo en el niño y causar una gran angustia a los padres. Los efectos a largo plazo sobre la visión, la alimentación, la bebida, generan problemas psicológicos en la autoestima y su calidad de vida.

La forma de aparición desde el nacimiento (congénita), se podrá distinguir por la contracción diferente (asimétrica) de los músculos de la cara del bebé al momento del llanto, sin la presencia de pliegues o contracción muscular del lado afectado, dificultad en la succión por escurrimiento de leche (del lado afectado que no cierra bien al contacto con el pezón) y la apertura ocular diferente entre ojos al dormir. Estos datos no se deben menospreciar y justificarán que sean valorados de forma inmediata por especialista (neonatólogo, genetista, neurólogo pediatra y/o pediatra) para establecer su causa, estudios a realizar y/o tratamiento a emplear. 

Las alteraciones de tipo central (región frontal sin parálisis) están más relacionadas con la condición presente desde el nacimiento y/o tener una evolución prolongada, con quizás otras alteraciones asociadas al defecto congénito en otros órganos. 

Texto completo en https//alevascommx.blogspot.com