Lesiones por deportes
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Comentario Pediátrico

Lesiones por deportes

 


El regreso a clases considera que los niños y jóvenes vuelven a participar en actividades lúdicas durante los recreos o actividades deportivas específicas, en donde la emoción y competencia para ganar -como atracciones positivas-, los arriesgan a sufrir lesiones asociadas a esas prácticas.
Asociado al uso de la tecnología (con el sedentarismo incluído), la práctica de juegos y el hábito del deporte se encuentra limitado, por lo que la deficiencia de continuidad y los periodos cortos de su práctica, además de la falta de diversidad de jugar múltiples deportes, contribuye en estos tiempos a que la mayoría de población joven que lo realiza de forma esporádica, sufran alguna consecuencia asociada.
En otro extremo, se cuenta con la participación de los niños a una edad temprana por preferencias específicas de sus padres, a enfocarse a un solo deporte con intención supuesta de tener mejor desarrollo de habilidades, lo cual puede que no conduzca al éxito en el campo de los deportes a largo plazo; y en cambio, si puede aumentar el riesgo para las lesiones por sobreuso y agotamiento.
Se establece el beneficio de la diversidad de juegos y deportes, en edades tempranas, por favorecer al desarrollo de las estructuras esqueléticas, articulares y musculares de forma apropiada, que posteriormente le puede ayudar al cuerpo a soportar mejor el impacto del deporte principal del atleta en edades escolares y de adolescencia.
Las lesiones deportivas son alteraciones que se producen durante la práctica de algún juego, ejercicio o deporte que afectan a la función de la estructura involucrada. Básicamente existen dos tipos de lesiones por su forma de generarse: agudas y crónicas. Las agudas ocurren de forma súbita mientras se realiza la actividad física, logrando causar respuestas inflamatorias por tracciones súbitas, desgarros musculares, luxaciones articulares o incluso fracturas. Las lesiones crónicas ocurren generalmente en tiempo posterior a la práctica de la actividad física específica o como consecuencia de un ejercicio realizado en largo plazo.
Las razones por las que se puede causar una lesión deportiva incluyen: accidentes, predisposición por alguna enfermedad en especial, malas prácticas de entrenamiento, equipo deportivo inadecuado, condición física inadecuada y falta de ejercicios previos.
Las lesiones agudas con luxaciones y fracturas se distinguen en especial por la deformidad evidente que condicionan al momento de producirse, asociado con la limitación de la función y el dolor secundario. Son meritorias de atención inmediata como urgencia en su atención médica, a fin de establecer un manejo apropiado inmediato, además de una evaluación específica. Las otras alteraciones musculares y esqueléticas pueden tener atención en el sitio donde se originan, manejo especial en forma ambulatoria y evaluación médica dentro de las siguientes 24 a máximo 48 horas.
Entre las lesiones por sobreuso más comunes, están: las lesiones de los hombros causadas por movimientos repetitivos de los brazos sobre la cabeza, tales como los movimientos que desempeñan los peloteros y los nadadores. Otras partes del cuerpo que resultan lesionadas son las rodillas y tobillos de los futbolistas, las muñecas y las espaldas de los gimnastas, los pies de los bailarines y los codos de los peloteros.
Se considera en particular que, estos niños y adolescentes cuentan en sus estructuras óseas con una placa de crecimiento, que ante lesiones por movimientos repetitivos puede resultar con daño en consecuencias futuras a su desarrollo y rendimiento.
En este grupo de pacientes, los procesos de curación de la alteración aguda se dividen en tres fases especiales.
La inflamatoria inmediata, se establece dentro de las primeras 72 horas de haberse producido el daño. Se libera líquido a través de la circulación incrementada en la zona afectada, dando como resultado aumento de volumen, con formación de pequeñas bolsas de líquidos entre los diferentes tejidos. Cuando esta fase no se maneja en forma adecuada, pueden generarse cambios crónicos y secuelas asociadas que involucran acumulación de líquido inflamatorio, engrosamiento de tejidos, formación de adherencias y otros que en forma crónica causan dolor persistente, disminución de su función, limitación de movimientos, disminución de fuerza y exposición a nuevas lesiones recurrentes.
La fase de reparación, con reparación de los tejidos dañados se lleva a cabo luego de la fase anterior hasta tres semanas posteriores a la lesión. Se absorbe el líquido eliminado, se elimina la posibilidad de las adherencias y cicatrizan los tejidos.
En la fase de maduración, las nuevas fibras musculares y de la matriz ósea se organizan de forma adecuada en los tejidos incrementando su resistencia. Su periodo incluye después de las primeras tres semanas hasta dos años después de la lesión. En caso de no llevar a cabo una rehabilitación adecuada, la falta de fuerza aplicada a la zona afectada no permite una organización de tejidos de forma adecuada y dará deficiencia en cuanto el atleta regrese a la actividad deportiva; pero también si se aplica una fuerza excesiva en esta etapa de maduración se interrumpe la maduración del tejido inmaduro. De ahí la importancia de una adecuada evaluación y aplicación de rehabilitación.
A diferencia del criterio empleado en adultos en que sin dolor no hay beneficio, en los niños y adolescentes la presencia del dolor es indicativo de atender la lesión y no volver a reiniciar hasta que haya desaparecido su intensidad, para evitar daño en su desarrollo.
En forma general el tratamiento inmediato a la lesión en niños y adolescentes contempla el reposo de la región afectada, aplicación de hielo, compresión y elevación de la extremidad alterada.
El reposo involucra que el paciente no debe continuar con la actividad física que estaba desarrollando, ya que se expone a tener mayor lesión. La duración del reposo se establece luego de la valoración médica especializada y del rehabilitador establecido. De forma progresiva se inicia a fin de proteger aun ligamentos y tejidos blandos. La inmovilidad total es perjudicial por generar debilidad y reabsorción de tejido óseo.
La terapia de frío (hielo) se usa comúnmente durante la fase inflamatoria para disminuir la hinchazón y el dolor; La disminución de la hinchazón puede resultar en un mayor rango de movimiento y flexibilidad. También se usa durante las etapas posteriores de curación y rehabilitación si el dolor y la hinchazón reaparecen durante el ejercicio. Los efectos del hielo incluyen: sensación de frío en los primeros tres minutos, seguidos de ardor leve (2-7 minutos), disminución del dolor por sensación de anestesia.
La aplicación de hielo debe comenzar inmediatamente después de la lesión. Las compresas de hielo (hielo picado y agua en una bolsa de plástico) deben aplicarse durante 20 minutos (ya sea continuamente o en sesiones de 10 minutos con descansos de 10 minutos entre sesiones) directamente sobre la piel con controles frecuentes de la piel y evaluación de sensaciones para evitar daños por congelación. Se considera suficiente de tres a cuatro veces por día, pero la terapia de frío se puede realizar cada hora; cuanto más frecuente es la aplicación, mayores son las posibilidades de reducir eficazmente el proceso inflamatorio.
Con la comprensión (vendaje) y elevación (arriba del nivel del corazón) tienen finalidad de evitar la acumulación de líquido y favorecer el retorno de sangre, con lo que se tiene mejor flujo sanguíneo en el lugar afectado y reparación adecuada.
En la fase de reparación, participa la orientación específica de la rehabilitación para ir permitiendo rangos adecuados de movilidad y protección a estructuras afectadas.
La atención adecuada con el médico especialista y terapista físico será garantía a la recuperación adecuada y orientación específica de estas lesiones…

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