La Guardia Nacional
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Columna sin nombre

La Guardia Nacional

 


Se encuentra en debate la decisión del señor presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre la posible incorporación de la Guardia Nacional, como parte y bajo el mando del Ejército Nacional Mexicano, lo cual ha anunciado AMLO que se hará con un simple decreto presidencial. Como la Guardia Nacional fue creada bajo norma de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, en donde se declara que será un cuerpo CIVIL, desde luego militarizado bajo el mando de un Jefe Civil precisamente.

El acuerdo de incorporarlo al Ejército, en primer análisis sería inconstitucional, y seguramente las impugnaciones que sobrevendrían, serían resueltas por la Suprema Corte de la Nación, por sus siglas SCJN.

En otras palabras, la Guardia debería ser un cuerpo de civiles militarizados, para garantizar la seguridad interna del país, en mis propias palabras, un cuerpo policiaco. Este cuerpo es utilizado, por ejemplo, en Estados Unidos, para casos de disturbios internos, y el Ejército allá como aquí, sirve para garantizar tanto la Soberanía Nacional, como la Seguridad Nacional.

Entonces, el acuerdo del señor presidente es inconstitucional.

Bien, estimo que se decida en el Congreso Nacional y en la mayoría de las legislaturas locales dicha incorporación al Ejército o, en caso contrario, debe ser mantenido como Guardia Nacional de civiles y aún más, se debería nombrar un Jefe Civil. Así las cosas, si se quisiera incorporar dicha Guardia Nacional al Ejército sin seguir el procedimiento constitucional, se me ocurre libremente una opinión: quizá bastaría un decreto presidencial que le cambie el nombre, por ejemplo, “policía federal”.

¿Un absurdo? posiblemente, sobre todo porque entonces no existiría el cuerpo de acuerdo con el mandato constitucional y tendríamos lo de siempre: un simple nombre en la Constitución, sin que existiera de hecho, en la realidad tal guardia.

Yo también soy pueblo.

Por allí nos encontraremos.