No reelección
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Opinión

Carpe Diem

No reelección

 


El principal pilar de la estabilidad política de nuestro país está por romperse. Pueden llamarle extensión de mandato, pero simple y sencillamente se trata de la reelección del titular de uno de los tres poderes, supuestamente independiente, del Estado mexicano.
El siguiente paso será la extensión de mandato del presidente de la república, una reelección disfrazada que, es necesario afirmarlo, no debemos permitir.
La inestabilidad política fue el signo distintivo del siglo XIX mexicano y su causa principal fueron los golpes de Estado y las reelecciones de los presidentes. Golpes famosos como el de Vicente Guerrero y reelecciones repudiables como las de Santa Anna.
El mismo Benito Juárez se reeligió con la férrea oposición de otros liberales que lucharon a su lado. La muerte súbita del prócer fue lo que lo salvó de pasar a la historia como un dictador. El mismo Porfirio Díaz tomó la bandera de la no reelección para justificar su rebelión, que finalmente triunfó y le permitió llegar a la presidencia, que no soltó hasta 1910.
Muchas cosas tenemos en común los latinoamericanos, además de la lengua nos gustan los caudillos mesiánicos, no los estadistas. La historia de nuestro continente está llena de ellos, los redentores como los califica Enrique Krauze. Y eso tenemos hoy en la presidencia del país, un redentor mitad político mitad predicador evangélico.
La historia del siglo XX mexicano, contrario al siglo anterior, fue de estabilidad política, un oasis en medio de la barbarie de cuartelazos y dictaduras de América latina. Primero los sonorenses y luego Lázaro Cárdenas crearon un régimen que, sin serla, era una dictadura elitista aliada con empresarios. Ese fue el precio que tuvimos que pagar. Mario Vargas Llosa fue ofrecido en sacrificio a los dioses mexicas al llamar a nuestro régimen “la dictadura perfecta”.
Varios presidentes tuvieron la tentación reeleccionista o, por lo menos, la del “Maximato” para ser el poder detrás del trono y mantener el control más allá de su sexenio. Hasta hoy nadie lo ha conseguido y, esperamos, que así siga porque ya lo dijo el propio AMLO, él se irá en 2024, pero solo si el pueblo se lo pide. Y ya sabemos quién es el pueblo, quien decide por el pueblo y quien habla por el pueblo.
Montado en sus 30 millones de electores se siente tan legitimado como para jugar con algo tan delicado. La extensión de mandato de Arturo Zaldívar, presidente de la SCJN, está expresamente prohibida por la Constitución, no hay duda en la interpretación del artículo constitucional que así lo sanciona. La megalomanía de un candidato a dictador no vale el futuro de 127 millones de mexicanos. Y parece ser que tirano es el término correcto porque, en la ciencia política, quien llega al poder por medios democráticos para después apropiarse de él se le llama tirano.
Muy graves estos meses en que vivimos en la estanflación, es decir, estancamiento económico con inflación; no hay logros de gobierno por ningún lado y si señales de alerta ante la construcción del totalitarismo ante nuestros propios ojos.
Prometió regresar al ejército a sus cuarteles y hoy lo tenemos hasta en la sopa. El respeto que se tenía por el ejército se está perdiendo. Tener a la cúpula militar de su lado es indispensable y compra su lealtad con las obras faraónicas que le ha entregado al alto mando.
El nuevo padrón de la telefonía celular nos iguala a dictaduras como la de China, la de Bielorrusia o Venezuela. La ley recientemente aprobada nos obliga a entregar nuestros privados y precia dos datos biométricos a un gobierno que no sabrá protegerla. Muy pronto esos datos estarán en poder de la delincuencia y, como en Venezuela, a través de ella formar milicias armadas para controlar a la población.
Su batalla contra el INE y otras instituciones del Estados son a la vista de todos y, sorpresivamente, a mucha, muchísima gente, no le importa porque no tiene conciencia de lo que está por perder. La gente está enfocada en obtener el sustento y está siendo adormilada por el discurso mañanero, un discurso muy bien trabajado en el que nada se deja al azar. Sabe cómo hablarle a la gente, qué temas tocar y a quien atacar para mantenerlos sedados.
Pero al menos en las redes sociales las voces ya se multiplican y le están ganando la batalla, ayudando a la gente a despertar y detener este 6 de junio lo que podría ser la última elección en que nuestro voto cuente.
Debe quedar en claro para el presidente y del grupo de halcones ideológicos que lo rodean, que no estamos de acuerdo con la reelección disfrazada del ministro Arturo Zaldívar y, mucho menos, de la del presidente de la república.
Twitter @nestoryuri