La cruz de piedra
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Carpe Diem

La cruz de piedra

 


Apenas el 15 de noviembre pasado abordamos en este espacio los problemas provocados por la gentrificación, entre ellos un desequilibrio social con sus consecuentes problemas. Básicamente gentrificar es el desplazamiento de los habitantes de barrio por personas con dinero que transforman un sitio popular en uno exclusivo y caro.

Y ya tenemos uno visible y público. Vecinos de la plazuela de La Cruz de Piedra, no todos hay que aclararlo, colocaron avisos prohibiendo la realización de sesiones de fotografía. Y lo han cumplido, han molestado a algunas personas que toman fotos en el lugar.

La gentrificación, como cualquier cosa llevada al extremo, es mala. Y en Oaxaca y algunas otras ciudades turísticas está llevándose al extremo y, una de sus consecuencias es que nuestra ciudad está entre las más caras del país en cuanto al costo de los inmuebles, en venta y renta. Contradictorio en una ciudad pobre de un estado pobre.

No hace tantos años el barrio de Xochimilco era eso, un barrio popular con arraigadas tradiciones y festividades religiosas. La calle de los arquitos estaba empedrada y había varias misceláneas y alguna cantinita por el lugar. Los que ahí vivían no sentían que habitaban una zona especialmente atractiva.

Apenas hace unos siete años se cerró la circulación de automóviles en la plaza, se quitó el viejo pedestal con la cruz rota que tenía y, con la remodelación del lugar, se construyó una nueva, al centro del lugar, formada con piedras de molino. No se ve mal y es un lugar muy solicitado para tomarse fotografías.

¿Qué provoca la gentrificación? En primer lugar, las políticas públicas en el manejo y promoción del turismo, en segundo lugar, el poder económico de empresarios que compran propiedades populares, vecindades, y las convierten en lujosos hoteles boutique, costosos restaurantes o inalcanzables locales comerciales, lo que en sí mismo no es malo.

La zona de los arquitos, hoy día, quedó en medio de una zona de hoteles boutiques y casas residenciales de alto valor. Y el propio gobierno del estado remodeló ahí las instalaciones de ARIPO con un estilo moderno y lujoso que acrecienta la percepción de ser ahora una zona exclusiva para turistas de gran capacidad económica y ajena a sus habitantes originales porque, los que quedan, se sienten extraños en su propia colonia.

Es cierto que Oaxaca, la ciudad, vive del turismo. Para cualquier crítica y diseño de políticas públicas es indispensable pensar que el turismo es un gran fuerte generador de riqueza y empleo, por lo que el asunto no es sencillo en cuanto a decretar alguna solución mágica, como las que le gustan a López Obrador.

La política pública que se ha manejado desde los años 60 del siglo pasado es la masificación del turismo. Es común ver por la ciudad grupos de turistas que vienen en excursiones previamente pagadas. Este tipo de turismo es el más nocivo, viene con todo pagado y, el principal ganador es el operador turístico.

La masificación está empezando a quedar atrás, por lo que supongo que los especialistas ya lo saben y están trabajando en los nuevos paradigmas. Lo de hoy son experiencias más personales.

Esta política masificadora ha provocado en algunas ciudades de Europa lo que se conoce como “turismo fobia”. Barcelona, Venecia, París o Londres están tratando de detener la gentrificación salvaje de sus ciudades por los graves problemas que ya está provocando el turismo en masa, como es la destrucción del patrimonio edificado, el excesivo consumo de alcohol y drogas y una carrera especulativa en cuanto al costo de rentas e inmuebles.

En esas ciudades la principal arma contra la gentrificación es la aplicación de políticas públicas mucho más restrictivas para autorizar el cambio de uso de suelo. En Oaxaca no creo que funcione por la cantidad de influyentes que no solo pueden cambiar el uso de suelo a su antojo, sino hasta arrasar con viejas propiedades para construir algo “moderno”.

La zona de los arquitos se remodeló con dinero público como parte de un plan de mejoramiento urbano y para servir como atracción turística en un afán de recuperar el turismo perdido después de la asonada sindical de la CNTE en 2006. El objetivo se ha cumplido, los niveles de turismo previos a la pandemia ya superaban claramente los números de 2005.

Hay dos posturas entre los vecinos. Los que se quejan, alegan la violación a su intimidad por el uso de drones al grabar videos, así como del aumento de la delincuencia. Tienen razón, pero eso lo padecemos todos. De lo que no se quejan es del enorme aumento de la plusvalía de sus propiedades por el mejoramiento urbano con cargo al erario.

Turismo y gentrificación van de la mano y las plazas públicas son ahora un “bien de consumo”, así como el patrimonio edificado en general. De alguno u otra forma en algo nos perjudica, pero también nos beneficia.

 

@nestoryuri