Los quijotes oaxaqueños
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BARATARIA

Los quijotes oaxaqueños

 


Después del deceso del insigne pintor juchiteco, Francisco Toledo, la ciudad de Oaxaca ha quedado desprotegida de sus defensores, de esos quijotes solitarios que se preocupan por la ecología, por su entorno, por los daños a la ciudad en donde habitan.

Toledo nos hace falta. Ahora lo reconocemos. Sabemos que nos hace falta porque su voz hacía temblar a los poderosos, a los funcionarios mediocres que siempre han querido convertir a la ciudad en imperio de la anarquía, en un set cinematográfico para hacer dinero a sus anchas.

“Si estuviera el Maestro Toledo, esto no ocurriría”, se oye decir a cualquier citadino, cuando se atenta contra Oaxaca de Juárez. Y no lo permitía, porque siempre recurría a la protesta y a la denuncia pública para hacerse escuchar.

Y es que Toledo hablaba con esta ciudad.  Le decía, buenos días cuando tomada el sol frente al templo de La Sangre de Cristo. Sentía el palpitar de sus calles cuando las recorría con esos pasos cortos pero rápidos que jugaban a perseguir su propia sombra; le decía a la ciudad, buenas noches, cuando se dirigía a su casa, siempre caminando, después de asistir a alguna reunión con sus iguales.

Pero se nos adelantó, para beneplácito de los que no quieren a esta ciudad. Eso sí, nadie puede olvidar su memoria y su recuerdo que deja grabado en todas y cada una de las instituciones que él creó; su obra refleja el talento, la inteligencia y creatividad de un zapoteca, humilde, valiente y solidario.

Se fue Toledo, pero nos quedan otros quijotes que siguen en la lucha, muy a su manera, pero están en el frente de batalla.

El Colectivo de Organizaciones Ambientalistas de Oaxaca (COAO), es una organización que se ha convertido en un referente en la defensa de la ecología en Oaxaca. Sus dirigentes, Gerardo Aldeco Pinelo y Nazario García Ramírez, tienen años en la lucha, sobre todo el segundo, y hasta el momento no han claudicado.

Ellos son voces que gritan en el desierto, pero gritan. Para ellos no hay reconocimientos oficiales, homenajes, premios, pero no lo necesitan. Son odiados por los políticos corruptos; son incómodos para los hombres del poder. Y son deseados por los partidos políticos.

Con valor, los integrantes del COAO han denunciado los terribles daños a la ecología y la omisión de las autoridades en asuntos como la contaminación de los ríos Atoyac y Salado; la invasión de la zona arqueológica de Monte Albán y recientemente el cerro del Crestón donde tiene metidas las manos un regidor de la izquierda morenista, coludidos con fraccionadores.

Hace unos días, en el Paseo Juárez, conocido como El Llano, sin decir agua va, fue instalada una pista de hielo que una mente brillante bautizó como “pueblo mágico”.

Sabedores de los daños que podría causar este adefesio, los ambientalistas oaxaqueños advirtieron el deterioro que podrían sufrir los árboles que existen en esa zona. Y tuvieron mucha razón, pues un laurel de la india ya es víctima de la indolencia oficial. Un árbol, ¿qué más da? Eso pensarán los que no les interesa la ciudad, pero es un ente viviente que no daña, sino por el contrario beneficia a la ciudad.

Como es de suponer, Nazario ha sido objeto de amenazas de muerte, de intimidación; pero ahí sigue. Mostrando que cuando se defiende lo que es derecho, nada pasa. De antemano, ya tiene el respeto y el reconocimiento de los luchadores qué como él, desean el pleno respeto de los recursos naturales, porque el orden comienza por nuestra propia casa, que es nuestro planeta.

Otro quijote loco es el artista plástico Markoa Vásquez. Hombre impetuoso, inflexible en su postura; irreverente ante el sector oficial, ha abanderado luchas como el exigir a los dueños de los restaurantes que circundan el zócalo citadino, devuelvan a la ciudad de Oaxaca el derecho de vía, como era antes.

Cuando la pandemia por covid-19 arreció, los restauranteros, extranjeros en su mayoría, decidieron apropiarse de ese paso, haciéndose la autoridad municipal de la vista gorda. Después de los escándalos de Markoa, los comerciantes “repararon” y concedieron un paso mínimo a la ciudadanía, pero ahí siguen, robándole ahora espacio a la calle.

Los ecologistas han reiterado una y mil veces su preocupación por la escasez de agua potable, de ahí la necesidad de reforestar los cerros y de proteger el arbolado urbano existente.

 

SALVANDO VIDAS…

“Estamos aquí en la avenida Independencia frente al Jardín Sócrates. Estamos quitando el tronco porque impide la movilidad de las personas que aquí pasan porque nosotros, grupo Salvando Vidas, siempre nos preocupamos por los peatones, por lo que esta mañana conseguimos que la calle quedara accesible”, aparece en un video, en su cuenta de Facebook, don Manuel Chávez.

Hace más de una década que don Manuelito, que posee un corazón joven y grande, comenzó a tapar alcantarillas, cortar troncos salientes en las banquetas, colocar rampas para discapacitados; quitar tornillos en el piso, sin recibir ninguna paga del gobierno, no obstante que hace la chamba de esos servidores públicos que sí cobran a la quincena y que sí tienen presupuesto.

En esta noble tarea lo apoya su esposa y sus hijos. No hay puntos en la ciudad de Oaxaca en donde no hayan intervenido.

Don Manuel cuenta que un día vio cómo una persona ciega cayó a una alcantarilla abierta. El echo lo marcó, por lo que de manera voluntaria se dio a la tarea de tratar de corregir esos desperfectos. Reconoce que tiene la colaboración de algunas personas de la sociedad civil y empresarios que le apoyan con material para corregir los desperfectos en las banquetas de la ciudad. Increíble lo que realiza este hombre de oficio, sastre. Sin lugar a dudas, es un verdadero quijote de pico y pala; de plomo y cuchara; su trabajo en solitario debe causar vergüenza al sector oficial porque un civil, realiza su trabajo.