Oaxaca: de la hospitalidad a la xenofobia
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BARATARIA

Oaxaca: de la hospitalidad a la xenofobia

 


Cuando el arzobispo Pedro Vázquez Villalobos cuestionó que “sólo queremos que nuestros migrantes sean bien tratados en los Estados Unidos, ¿pero los que van pasando por aquí? Esos sí son maltratados”, un silencio sepulcral inundó la vieja estructura del templo de Catedral Metropolitana.

Pocos de los feligreses que asistían a la misa del domingo, sostuvieron la mirada hacia el clérigo, pero la mayoría agachó la cabeza.

Y es que Oaxaca, días antes, había dado un ejemplo al mundo de xenofobia, cuando el 14 de septiembre, vecinos de colonias aledañas a la Central de Abasto bloquearon el Periférico a la altura de la calle de Húzares, para demandar al gobierno de la ciudad de Oaxaca, el retiro de indocumentados “porque dan mal aspecto y hacen sus necesidades fisiológicas en la vía pública”.

Por eso, el pasado domingo, monseñor Pedro Vázquez, quien, cuando era obispo de la diócesis de Puerto Escondido, se solidarizó con los indígenas contra la instalación de una termoeléctrica sobre el Río Verde, preocupado, lanzó este mensaje a los católicos oaxaqueños para que se solidaricen con los extranjeros que van de paso a la frontera en busca de su destino, allá en los Estados Unidos.

“Los juzgamos de criminales. No queremos verlos en la ciudad; no queremos verlos en nuestras calles. Nos da repugnancia mirarlos. Y quisiéramos barrer la ciudad de migrantes. Los quisiéramos barrer, expulsarlos de nuestra ciudad, de nuestra nación. ¡Ah!, pero no nos expulsen a los nuestros de allá de los Estados Unidos porque son mexicanos, son de nuestra raza, son nuestro familiar. Pero aquí ¿cómo tratamos al venezolano, al guatemalteco, al salvadoreño al nicaragüense?; ¿a los haitianos, a los cubanos, a los dominicanos y a los africanos cómo los tratamos?

Su homilía fue vehemente; casi un regaño al precisar: “No queremos migrantes, pero que se llene la ciudad de turistas, porque los turistas sí dejan dinero; es negocio. Los migrantes no es negocio. A los migrantes les tenemos que dar, entonces, que no lleguen, que esos no se paren aquí, que esos no tomen esta ruta, que este no sea su camino, ¿Y entonces, cuál camino quieren que sea? Ah, pues hay otros estados; que se vayan por Veracruz, Chiapas, que se vayan por Guerrero, pero que a nosotros no nos toquen. Van a seguir pasando, por eso hay que tener compasión con ellos, tendiéndoles la mano”, expresó.

 

XENOFOBIA, AL ALZA

Los casos de xenofobia van creciendo en México. No sólo Oaxaca que presume de hospitalaria ha reflejado el odio hacia los extranjeros que van de paso en su ruta al “sueño americano”, no. También la Ciudad de México y los estados fronterizos, cuyos pobladores se quejan de que no aguantan ya, a los “visitantes incómodos”.

Los ejemplos son patéticos. Así, Magdalena Silva Rentería, directora del albergue Casa de Acogida, Formación y Empoderamiento de la Mujer Indígena e Inmigrante (Cafemin) que se ubica en la Ciudad de México mostró su preocupación por el éxodo alarmante de migrantes a grado tal que los pocos albergues que hay en nuestro país están rebasados.

En el reciente encuentro denominado Diálogo Nacional por la Paz, que se realizó en la Universidad Iberoamericana Puebla, detalló que Cafemin ha atendido, de enero a la fecha, a más de 6 mil personas de 26 nacionalidades, la mayoría venezolanos, haitianos, colombianos, ecuatorianos, chinos y peruanos.

Apuntó que los siete albergues existentes en la Ciudad de México están llenos. En Cafemin, que es de los más grandes, tenemos capacidad para 100 personas y ahorita hay 500. En la calle, con casas de campaña, están entre 100 y 150 personas. Tengo 11 años trabajando en este tema y nunca había visto tanta situación de calle de los migrantes, alertó.

Lo anterior generó que el pasado 22 de septiembre, un grupo de vecinos cerrara Circuito Interior, a la altura de la colonia Vallejo, en la Ciudad de México, para protestar por la presencia de personas en movilidad en la calle, y exigieron su reubicación, así como ocurrió en Oaxaca.

La religiosa comentó que han estado en diálogo con los vecinos, que seamos tolerantes. “Se quejan de la basura, de que se orinan en la calle, pero el Estado no les da las condiciones para estar lo más dignamente posible en un lugar, los albergues ya no podemos más”, indicó.

 

ATACAN ALBERGUES

La naturaleza del trabajo de los albergues los hace vulnerables a la delincuencia organizada, frecuentemente habilitada por la corrupción oficial, que se beneficiaría de traficar migrantes, dice a su vez, Incidencia a Favor de los Derechos Humanos de las Américas (WOLA).

Señala que en los últimos meses se ha producido lo que parece ser un fuerte aumento de xenofobia, además de las amenazas de violencia contra los albergues para migrantes de Tijuana, por parte de la delincuencia, con escasa o nula respuesta de protección por parte de las autoridades locales.

– El ejemplo más reciente, señalado en las noticias locales, fue un ataque el 25 de enero contra el refugio Embajadores de Jesús, en el sur de la ciudad. Un individuo armado abrió fuego contra el albergue desde el exterior. No hubo heridos.

–A principios de enero, individuos no identificados amenazaron con quemar el albergue Assabil, que abrió sus puertas a mediados de 2022 para acoger a migrantes musulmanes. Dos días después, unos asaltantes dispararon contra la fachada del albergue y dejaron una nota con la inscripción “CJNG”, las iniciales del Cartel de Jalisco Nueva Generación.

– En diciembre, cientos de migrantes del albergue Ágape, en el sur de Tijuana, realizaron una protesta frente al cuartel general del Ejército en la ciudad, exigiendo que las autoridades mexicanas les proporcionaran protección. La protesta se produjo después de que hombres armados amenazaron a los migrantes y al personal del albergue apuntándoles con armas desde tejados cercanos, entre otros.

Hagamos suyo el mensaje del arzobispo Pedro, sobre la necesidad de la tolerancia con los migrantes, tomando en consideración que es como una novela, que apenas comienza.