Libros de texto: fusil contra “fusil”
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BARATARIA

Libros de texto: fusil contra “fusil”

 


Variadas imágenes, muchas lecturas irrumpen en la mente cuando recordamos las primeras lecciones y más aun con la polémica desatada por la poco transparente edición de los libros de texto gratuito que han decantado en una plaga de errores, imprecisiones históricas, gramaticales, sintácticas.

Además de las lecciones referentes al pastorcillo de Guelatao, se agolpan las imágenes de los próceres. Para quienes nos educamos con los textos de la generación 1962 la alegoría romántica del gigantesco tronco rodeado de mujeres y hombres tomados de la mano, el árbol de Santa María del Tule es aún, a casi 60 años de esa lección, motivo de orgullo.

La Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito tiene digitalizados todos los libros de primaria desde la generación 1960 hasta la generación 2019. Por ningún lado se encuentran los textos que este mes será distribuidos en planteles de nuestro país. Tenerlas disponible hubiera contribuido a despresurizar la discusión que se ha convertido en disputa ideológica y política.

La imagen de quienes rodean al Tule tomados de la mano es posible hallar en la página 62 del libro de texto gratuito de Lengua Nacional de cuarto grado, generación 1962, que se puede leer y disfrutar, como muchas historias más, en la dirección electrónica https://historico.conaliteg.gob.mx/H1966P4ES358.htm#page/62

El penúltimo párrafo de la lección “La vida maravillosa del árbol” indica, de manera textual: “La vida del árbol es, generalmente, mucho más larga que el hombre, y su cuerpo mucho más robusto. Cerca de la ciudad de Oaxaca se eleva un sabino gigantesco, llamado “Árbol del Tule” cuyo tronco es tan grueso que para abarcarlo se necesita de una rueda formada por 24 hombres con los brazos abiertos y tocándose apenas por las manos. Dicen los botánicos entendidos en estas cosas, que tan admirable ejemplar ha de tener miles de años de existencia. Es, tal vez, entre cuantos seres viven en el mundo, uno de los más viejos”.

Esa historia leída en algún punto de la geografía de nuestro país convirtió a Santa María del Tule en una aduana de visita obligada y abrió las puertas al turismo.

Los hay muchas más referencias a Oaxaca. En el libro de texto de quinto grado da cuenta de varias historias de un viaje iniciático por ciudades, urbes, poblados de nuestro país. Hay al menos tres historias sobre Oaxaca: la visita al Istmo de Tehuantepec; el traslado a la ciudad de Oaxaca con un testimonio de una Guelaguetza en el teatro Macedonio Alcalá y la que presentamos aquí, una visita a San Pablo Guelatao, cuna del oaxaqueño más universal: Benito Juárez García.

“En compañía de nuestros amigos oaxaqueños, a bordo de un autobús, echamos un vistazo a la hermosa ciudad verde -Oaxaca es verde, como Mérida es blanca- y unos instantes después empezamos a subir la escarpada sierra.

El angosto camino se abre paso entre los pinos y el motor de nuestro trasporte resoplaba intensamente. Subíamos entre una verdadera maraña de curvas que bordea el precipicio. Más Adelante llegamos a tierra plana y pasamos por pequeños caseríos de indígenas y parcelas en las que se apilaba en montones el rastrojo. El aire era frío y olía a bosque. Entramos, por fin, en unas callecitas bordeadas por cercas de piedras: estábamos en San Pablo Guelatao, pintoresco pueblecillo de la Sierra de Ixtlán, donde nació, EL 21 DE MARZO DE 1806, el Benemérito de las Américas don Benito Juárez (García). Por tal razón, el nombre de este apartado lugar de México pertenece a la reverencia nacional, como (lo es) Corralejo, cuna del Padre Hidalgo.

Nos recibieron el presidente municipal, una maestra y un tropel de muchachos y muchachas de las escuelas del lugar; el primero nos indicó:

-Vamos a que conozcan el sitio en que estaba la casa en que nació el Benemérito.

Aquí, donde ahora se levanta una columna de la que brota una llama que nunca se extingue, estuvo la pequeña casa de adobes. El lugar está considerado como monumento nacional que los visitantes cubren de flores. Con cuánta frecuencia, pensé, los grandes hombres nacen en humildes cunas, como surgiendo de lo más oscuro del pueblo. Entre los pobres indios de esta aldea, Juárez era todavía el más pobre de todos, y, además, huérfano y sin escuela. Ante la columna de piedra, el maestro Romero pronunció un breve discurso.

-El que estaba llamado a escribir su nombre en la historia fue, en sus primeros años, un pastorcito. Era de pura raza zapoteca. En su lengua hablaba en la soledad del campo a los borreguitos cuando los llevaba a pastar.

Escapó a la ciudad de Oaxaca con el anhelo de aprender y, al amparo de su hermana, sirvió como mozo y fue a la escuela. Estudió con tanto afán, aun robándole horas al sueño, que logró llegar a ser abogado; sobresalió en su profesión y, más tarde, sus paisanos se fijaron en sus méritos y lo hicieron gobernador del Estado.

Participó en las luchas por la libertad del pueblo y marchó a la capital, dueño ya de un gran prestigio.

Su vida fue, de principio a fin, una constante lucha. Un día, con el reconocimiento nacional, ostentó en su pecho la banda de Presidente de la República. Se enfrentó al invasor y lo venció. Creía en el bien, en la justicia y en el derecho de su pueblo a ser libre.

Benito Juárez amó a México inmensamente y murió sirviéndolo. Los mexicanos honramos en él lo que más amamos: la libertad, la dignidad de la persona humana y la soberanía de nuestra Patria”.

Esta fue una de las lecciones escritas exprofeso para un libro de texto, visión romántica, si, con la finalidad concreta de sumar adeptos a lo Nacional. Hoy nos enfrentamos con textos fusilados de aquí o de allá, descuidados, sin una finalidad concreta, mucho menos pedagógica y que ha llevado a exacerbar la división entre los mexicanos.