Las radios comunitarias
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Opinión

BARATARIA

Las radios comunitarias

 


El pasado sábado, el locutor de una radio comunitaria de la Villa de Etla, Pedro Alejandro Luis Hernández, fue agredido salvajemente por taxistas foráneos de la Villa de Etla. ¿Y sabe usted por qué? Sí. Por su labor informativa. ¿Y sabe por quienes? Por supuestos afiliados a CATEM, organización sindical a la que las propias autoridades temen. Ahí está el caso del playón del río Atoyac, donde esta organización amontona la basura que recolecta en la ciudad, pasándose las leyes por el arco del triunfo y, burlándose, de paso, de las autoridades ecológicas, que tampoco hacen algo por frenarlos. El gobierno, a su lado, es maceta.

Alejandro fue agredido por la horda de catemistas en un sector del Mercado de Abasto, sin importarle que el comunicador tiene problemas visuales.

Uno de los agresores utilizó un bat golpeándolo en la cabeza, situación que lo mantiene en condiciones graves en el Hospital Civil “Dr. Aurelio Valdivieso”.

Pedro Alejandro sólo ha utilizado el micrófono para denunciar las injusticias que ocurren en el valle eteco.

En este caso, sus señalamientos sobre el alza del pasaje, a todas luces arbitrario de los taxistas y la inacción de las autoridades de la Secretaría de Movilidad para meterlos en cintura, provocó que éstos se indignaran y este sábado, al encontrarlo solo, decidieron golpearlo de manera cobarde.

No es primera vez que un trabajador de una radio comunitaria es víctima de los enemigos de la libertad de expresión. Son ellos los más expuestos a sufrir agresiones, pues trabajan en comunidades de alta marginalidad, llevando el sano esparcimiento y las noticias. Y es en esas zonas donde los caciques, los munícipes ladrones, los policías arbitrarios y los narcotraficantes, imponen “su ley” de manera criminal.

Pese a que tienen el respaldo de los pobladores que ven con buenos ojos su labor, pues son enlace con los suyos que se encuentran lejos, los locutores de las radios comunitarias, desde el punto de vista gremial, están solos. Por un lado, el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio y la Televisión no los contemplan entre sus filas, las organizaciones periodísticas menos y los dueños de empresas radiodifusoras los consideran indeseables. Bueno, hasta a la policía les echan para acallarlos, cuando muchas de las veces las ondas de la radio comercial no llegan hasta esas comunidades dispersas.

Un antecedente de las radios comunitarias actuales lo son las estaciones radiales que el Instituto Nacional Indigenista creó en Oaxaca, por ejemplo, en la Sierra Juárez, en la Mixteca, así como en la Chinantla, las cuales se mantienen con vida y transmiten en su lengua madre, lo cual es un acierto de gobiernos pasados.

Recordamos los esfuerzos del Instituto Nacional Indigenista por posesionarse en las comunidades campesinas con sus estaciones radiales, transmitiendo en su idioma madre, las bondades de las ondas hertzianas en pueblos donde ni siquiera cuentan con energía eléctrica.

En la presentación del libro, Con permiso, La radio comunitaria en México, escrito por Aleida Calleja y Beatriz Solís, la Dra. Svenja Blanke, de la Fundación Friedrich Ebert habla de la historia de las radios comunitarias en México y de una lucha sociopolítica exitosa que cerró una etapa clave en 2004 y 2005 con la conquista de once nuevos permisos para las radios comunitarias en México, con lo cual inició un nuevo capítulo para la radiodifusión en México.

Y agrega: “Los retos para los medios independientes en México han crecido. Por un lado, la libertad de expresión está en peligro: las cifras de asesinatos y desapariciones de periodistas y las amenazas contra los medios y comunicadores, y especialmente de los comunicadores de las radios comunitarias en los estados de la República son hechos alarmantes. Según el informe de la organización internacional “Reporteros sin Fronteras”, México es uno de los países más peligrosos para ejercer el oficio del periodismo”.

En la búsqueda de la consolidación de la democracia, las radios comunitarias juegan un papel importante, por lo tanto, deben recibir todo el apoyo del Estado, con leyes que la beneficien y no leyes prohibicionistas que actualmente las limitan y persiguen.

En tanto, las agresiones que sufren los comunicadores de este sistema, deben ser investigados y los victimarios castigados con todo el peso de la ley porque, ignorar estos ataques, es formar parte de la impunidad que ha hecho crecer a los enemigos de la libertad de expresión.

 

AMBULANTES AGRESIVOS

A pesar de la inconformidad de los comerciantes establecidos y los usuarios del estacionamiento de conocido centro comercial de Santa Rosa Panzacola, las autoridades del ayuntamiento capitalino no han podido poner freno al ambulantaje que cada vez crece más.

Además de invadir el espacio peatonal y los cajones de estacionamiento desde temprana hora, los ambulantes han generado constante conatos de bronca con aquellos que se atreven a mostrar su disgusto por la invasión de lugares que obstaculizan el libre tránsito.

Incluso los mismos comerciantes establecidos evitan confrontarse con los encargados de los puestos ambulantes, por temor a que algún día sus negocios sean objeto de algún daño en la fachada o el interior.

Las autoridades municipales han dejado crecer tanto el problema, que cada día aparece un nuevo puesto de comida o de diversos artículos, ocupando de manera descarada parte de los cajones de estacionamiento, lo cual genera un caos cuando el lugar se satura los fines de semana o cuando es quincena.

En la zona donde también se encuentra conocida institución bancaria y varias sucursales de tiendas departamentales, los comerciantes establecidos han solicitado a las autoridades el retiro de estos puestos que sirven como escondite para quienes solo esperan el momento para delinquir y robar partes de los autos estacionados, sobre todo espejos y limpiaparabrisas.

De permitir que el problema del ambulantaje crezca aún más, las autoridades municipales tendrán un serio problema para desalojarlos. Al tiempo.